Guión: Mathieu Mariolle.
Dibujo: Federico Ferniani, Mikaël Bourgoin, Yann Tisseron, Richard Guérineau, Valentin Sécher.
Páginas: 200.
Precio: 38 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2020.
Ver el Japón feudal desde un prisma fantástico es algo que, a priori, tiene muchos más elementos atractivos que de duda, y de eso se beneficia El camino de la espada para enganchar al lector desde el principio. Basándose en la novela de Thomas Day, Mathieu Mariolle realiza una adaptación densa en su lectura y muy volcada en que la espectacularidad visual del trabajo, espléndido, de Federico Ferniani sea el argumento definitivo para que nos zambullamos sin miedo en la historia. Puede que eso que sirve de argumento actúe también como un punto en contra, porque a veces da la sensación de que el cariño previa a la historia, al contexto y al escenario son demasiado imprescindibles para el disfrute pleno y absoluto de la obra como tal, incluso aunque el dibujo sobresalga de tal manera del conjunto que esta se convierte con mucha facilidad en una experiencia sensorial maravillosa y que además reúne el trabajo de varios ilustradores para dar vida a las leyendas que se van colando en la narración, a modo de enseñanzas para nuestro protagonista, Miyamoto Musashi, maestro en el uso de la espada y autor de El libro de los cinco anillos, obra de la que hemos visto adaptaciones como la de Kôji Kondô (aquí, su reseña) o la de Sean Michael Wilson y Chie Kutsuwada (aquí, su reseña), por lo que no será algo extraño para los conocedores de este mundo.
La apuesta primero de Day y después de Mariolle está en la mezcla de las enseñanzas del bushido, que surgen de la propia biografía ficcionada de Musashi, con ese entorno de fantasía tan espléndido que configura el relato de una manera tan evidente. La ventaja que tiene es que se trata de un viaje completo en tres actos, por lo que tenemos la oportunidad de valorar en su justa medida el alcance completo del relato. Y este merece elogios. Es una buena adaptación, aunque es cierto que su principal desventaja es precisamente la enorme cantidad de texto, que puede frenar en cierta manera el enfoque más fantástico de la obra, que pide un dinamismo muy alto, y una cierta irregularidad precisamente cuando Mariolle se deja llevar por esas sensaciones tan intensas. ¿Hay errores en esa concepción? No da esa sensación, sería injusto decirlo, pero sí es verdad que demanda más del lector de lo que puede dar la impresión viendo la portada. Con un poco de paciencia, ganas de entrar en la faceta más filosófica del relato y un mínimo amor por la cultura oriental, el éxito está más que asegurado, porque Day lega personajes e historias francamente interesantes y la adaptación al cómic no resta ninguno de esos aciertos. Al contrario, llega incluso a aumentarlos, aunque, como decíamos, buena parte de ese mérito corresponde al dibujo de Ferniani.
Da igual por qué página abramos el libro, vamos a encontrar mucha belleza y deleite para nuestra vista. Eso es porque Ferniani entiende todos los aspectos de El camino de la espada con brillantez. Es un retrato histórico hermoso, preciso y complejo, pero a la vez es una obra de fuertes raíces fantásticas, en la que hay muchas cosas que ver y con las que disfrutar. Y hay que destacar su trabajo, aunque las leyendas, las que están contadas como si fueran historias diferentes, son obra de otros ilustradores. Esos pasajes, no obstante, no restan sino que afianzan el mérito de esta serie, porque se acoplan con absoluta naturalidad a la narración central y siguen un estilo que es ideal para este relato. Cuando uno coge un tebeo de la ambición de El camino de la espada es como si hubiera logrado fusionar en una misma película estilos tan distintos como los de Akira Kurosawa y Ang Lee. Ese es el gran mérito de esta obra, más allá de que su historia, por sí sola, es de las que merecen una oportunidad por su ambición, por lo que cuenta y por el mundo que nos enseña. Es obvio que Day y Mariolle tienen que estar muy agradecidos a la forma en la que Ferniani desarrolla y potencia todos los méritos de su trabajo, pero en general hablamos de un conjunto bastante consistente y cuya lectura deja poso.
El volumen incluye los tres álbumes de La voie du sabre, Les cendres de l’enfance, Les braises de l’ensegnement y Le incendie de l’espirit, publicados originalmente por Glénat en marzo de 2013, agosto de 2015 y marzo de 2020. El contenido extra lo forman una introducción del escritor Thomas Day y las portadas originales de Federico Ferniani.
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