Guion: Muneyuki Kaneshiro.
Dibujo: Kensuke Nishida.
Páginas: 224.
Precio: 9 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Marzo 2020.
Llegando ya al tercer volumen, podemos decir claramente que Jagaan es una serie que desconcierta. Lo hace, ojo, desde un entretenimiento juvenil simpático y desenfadado, y además haciendo que la historia evolucione desde su premisa inicial, pero a estas alturas sigue siendo complicado saber qué nos están contando exactamente Muneyuki Kaneshiro y Kensuje Nishida. No porque no lo estén haciendo mal, ni mucho menos, sino porque abren tantas posibilidades que hacer una sinopsis de lo que ha pasado hasta ahora nos llevaría efectivamente hasta una situación muy particular. Seguimos dentro de un tono de origen bastante marcado, aunque ya es un origen coral y no individual como lo parecía en el primer volumen (aquí, su reseña). Lo cómico de su fantasía sigue presente, pero da la sensación de haberse atemperado algún grado desde las páginas iniciales. Y el surrealismo, sí, ese de las ranas cayendo del cielo que vimos en la entrega inicial, se ha ido moldeando hasta convertirse en la base de una historia de superhéroes bastante clásica que sabe entrar en temas controvertidos, como los límites y la idoneidad de las actuaciones de aquellos que tienen poderes sobrehumanos. Y hay más cosas que ayudan al desconcierto del que hablamos, pero sus momentos de lucidez mantienen al lector alerta.
Esos, en esa tercera entrega, están diseminados a lo largo de sus páginas, generando varios clímax emocionales que resumen lo mejor que tiene que ofrece Jagaan. Si nos ceñimos a esos momentos, podríamos pensar que hay un exceso de acción entre medias, acción que por mucha adrenalina que aporte al final también ralentiza lo que de verdad importa. Y es que Kaneshiro encuentra temas importantes que tratar y formas inteligentes de desarrollar a sus personajes, pero con la sensación de que está dando muchas vueltas para llegar hasta ese punto en concreto. De esa manera, hasta Jagasaki, nuestro protagonista, parece un personaje casi distinto en cada punto de la historia, cambiando mucho más rápidamente de lo que la misma historia avanza. Lo bueno es que estos aparentes desequilibrios no se han comido las ganas de entretener que tiene la serie, y que siguen siendo bastante apreciables todavía en este punto, cuando en realidad seguimos a la espera de que haya algo más de definición. Tiene su gracia que estos avances se estén produciendo de mano de secundarios que van apareciendo junto a Jagasaki o para enfrentarse a él, porque de alguna manera se está intentando crear en poco tiempo un universo y ambicioso y grande, uno que a ratos funciona y que en otros no llega tan lejos como le gustaría.
Parte esencial del espectáculo es el dibujo de Nishida, que sigue desenvolviéndose bastante bien en todos los aspectos de la historia. Quizá donde mejor se vea que es capaz de dibujar todo lo que le propone Kaneshiro es en la secuencia final de este tercer volumen, que es donde más y mejor se fusiona su faceta más emocional con el gran espectáculo que se le presupone a una serie de estas características y donde se ve con más claridad la acción. Puede no resultar tan brillante en el lado más extremo de estas páginas, con un personaje extremo y sexualmente desinhibido al que de momento resulta más complicado encajar en lo que se nos está contando, o quizá simplemente es que le ha gustado la idea de explotar algo totalmente fuera de la realidad que vemos en el resto de la historia, pero en el resto cumple con nota bastante alta. Jagaan, de hecho, se sostiene precisamente por los riesgos que adopta, por salirse de los lugares comunes, por ser algo atropelladamente diferente y que uno no sabe por dónde va a salir en el siguiente capítulo. Cuando un manga conjuga la sensación de que está a punto de llegar a su clímax final con la de que podría durar una docena de volúmenes más es, desde luego, porque algo hay en esta gigantesca locura. La mejor evaluación de Jagaan parece claro que será cuando llegue a su final. Por ahora, confusión, sí, pero también diversión.
Shogakukan comenzó a publicar Jagaan en 2017. No tiene contenido extra.
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