CÓMIC PARA TODOS

‘Cuando Daredevil se llamaba Dan Defensor. Historia de Ediciones Vértice’, de Alfons Moliné

Editorial: Diábolo.

Autor: Alfons Moliné.

Páginas: 312.

Precio: 25,95 euros.

Presensación: Cartoné.

Publicación: Junio 2020.

Hace no mucho, Jorge Gard nos brindó la historia de la editorial Novaro en un precioso y nostálgico libro titulado Cuando Bruce Wayne se llamaba Bruno Díaz (aquí, su reseña), y de alguna manera debemos considerar a Cuando Daredevil se llamaba Dan Defensor como un formidable primo hermano de aquel volumen. En esta ocasión el autor es Alfons Moliné y su objeto de estudio es Ediciones Vértice, la otra editorial con la que aprendemos en España lo que eran los superhéroes. Lo maravilloso del libro de Moliné no es solo el formidable repertorio visual de portadas que exhibe, muchas de ellas obras del maravilloso Rafael López Espí, al que por supuesto también se le dedican unas líneas en este trabajo, sino que es un repaso minucioso y detallado por todas las publicaciones que Vértice lanzó entre 1964 y 1983, ya con el nombre de Ediciones Surco. Y aunque por momentos hay mucho de listado, hay tanto detalle, tanta anécdota, tanto dato que sirve para entender la historia de una editorial que fue la que presentó a incontables personajes a varias generaciones de lectores que resulta imposible no admirar el trabajo de Moliné como lo que es, una forma notable de conocer los éxitos y los puntos débiles, muchos, de esas primeras ediciones en nuestro país de historias y cabeceras míticas.

Porque Vértice no es solo Marvel, y se agradece que el autor no se haya detenido, ni siquiera de manera preferencial, en lo que seguramente resultará más reconocible para la mayoría de los lectores. Lo mejor del libro está en esos detalles que mencionábamos, en las pequeñas historias, en cómo Vértice recortaba y masacraba originales para adaptarlos a sus formatos, en esos colores cambiantes que hacen de Red Sonja una magnífica guerrera rubia o en nombres como Dan Defensor o la Masa, y también en los recuerdos que unos y otros van dejando para enriquecer la historia, desde que el dinero de la venta de los originales de López-Espí sirvió para pagar a los acreedores de la editorial en su difusión hasta su discutible presencia en Latinoamérica, pasando por supuesto por las negociaciones con Marvel o con Fleetway, el otro gigante en este caso europeo que nutrió el catálogo de Vértice. Podemos mirar a este libro con toda la nostalgia que queramos, pero sería bueno que nos diéramos cuenta de que son trabajos que por encima de todo merecen la consideración de necesarios. Y buenos, además, porque en el caso de Moliné hay una labor importante tanto para recopilar las publicaciones de Vértice y darles un contexto como para explicar de una manera clara y didáctica lo que suponía cada paso de la editorial. Y nostalgia, mucha nostalgia.

El contenido extra lo forman sendos prólogos de Lorenzo Pascual y Antonio Martín.

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