Cine – ‘Doctor Mordrid’, de Albert y Charles Band

Título original: Doctor Mordrid.

Director: Albert y Charles Band.

Reparto: Jeffrey Combs, Yvette Nipar, Brian Thompson, Jay Acovone, Keith Coulouris, Ritch Brinkley, Pearl Shear, Murray Rubin, Julia Michaels.

Guión: C. Courtney Joyner.

Música: Richard Band.

Duración: 74 minutos.

Estreno: 24 de septiembre de 1992 (Estados Unidos).

¿Quién es el Doctor Mordrid y qué pinta aquí? Esas son las primeras preguntas que, en buena lid, podríamos hacernos. Muchos seguramente no habrán oído hablar del personaje y es que, es cierto, no tiene su origen en las viñetas. No hay un cómic de Doctor Mordrid. Pero este particular superhéroe no es en realidad otra cosa que una versión oculta del Doctor Extraño. Charles Band, nombre que sonará sobre todo a los fans del terror de serie B de los años 80, concibió esta película como una adaptación del personaje creado por Stan Lee y Steve Ditkoen unos tiempos en los que al cine solo habían llegado las chapuceras versiones de Capitán América de Albert Pyun (aquí, su crítica) o el Castigador, aquí titulado El Vengador, de Mark Goldblatt (aquí, su crítica). Pero expiraron los derechos, esa maraña legalista tan temible y que destrozó tantas posibilidades de hacer cine con los personajes de Marvel, y Doctor Extraño se quedó sin película. Band, no obstante, decidió seguir adelante con este proyecto construido con retales, incluso algunos de los sobrantes de una película previa nunca finalizada llamada Doctor Mortalis, cambió todo aquello que pudiera ser objeto de denuncia por un parecido excesivo con Stephen Extraño y su mundo y consiguió sacar adelante Doctor Mordrid con la codirección de su padre, Albert Band.

No se puede decir que el resultado sea una buena película, pero estamos ante algo que se puede disfrutar como la rareza que es. Podemos jugar a buscar las semejanzas con Doctor Extraño, que empiezan por la misma concepción del personaje como un héroe solitario y sacrificado por el bien de la humanidad o por el uso de artes místicas como su forma de defender el universo, y quizá esa sea la mejor manera de ver esta película con aires televisivos y de barata producción. No hay que perder de vista el contexto, estamos a comienzos de los años 90 y en una industria muy alejada de las campanillas de Hollywood. Sus efectos especiales están más cerca de la animación y del stop motion que de los grandes prodigios digitales que precisamente empezaban a asomar en aquellos años. Y su historia es tópica hasta decir basta en todos los detalles, incluso en el interés romántico que hay que buscarle a este Mordrid interpretado por Jeffrey Combs (sí, el mismo de Re-Animator) en la figura de Samantha Hunt (Yvette Nipar), una asesora policial que vive en su mismo edificio y que se acaba convirtiendo, cómo no, en su mejor aliada contra un malvado brujo llamado Kabal (Brian Thompson). No hay un solo cliché que no esté presente en este cortísimo largometraje que, no obstante, se ve con cierto cariño.

Quién sabe cómo habría sido esta película de haber sido finalmente una adaptación del Doctor Extraño, y si se hubieran podido añadir algunos de los elementos que hacen del Hechicero Supremo de Marvel un personaje especial. Seguramente el resultado no habría variado demasiado de lo que finalmente vimos, más allá del nombres y algún detalle en el aspecto de los personajes, que en el caso de Mordrid la verdad es que se asemeja bastante con su disfraz al de Extraño con los colores modificados y sin su característica perilla, y la película podría haber ocupado un lugar más o menos confortable con las ya mencionadas adaptaciones de personajes Marvel o la nunca estrenada The Fantastic Four (aquí, su crítica) que produjo Roger Corman solo para mantener los derechos, justo lo que Band no consiguió hacer con su personaje escogido. Doctor Mordrid se queda muy coja en muchos aspectos, pierde tiempo en la presentación de unos vecinos que no pintan nada salvo que la historia esté planteada como un episodio piloto de una serie de televisión y rellena su ya exiguo metraje con algunas secuencias algo absurdas que inflen una historia tremendamente sencilla que no pasa más que por el renacer del mago malvado y un enfrentamiento final en el que cobran vida esqueletos de dinosaurio de un museo. Sí, ese es el estilo. Encanto noventero y pura rareza. Poco más.

En nuestra galería de Facebook podéis acceder a todas las páginas que mostramos de todos los títulos que comentamos.