Documental – ‘El poder de Grayskull. La historia completa de He-Man y los Masters del Universo’, de Randall Lobb y Robert McCallum

Título original: Power of Grayskull: The Definitive History of He-Man and the Masters of the Universe.

Director: Randall Lobb, Robert McCallum.

Guión: Randall Lobb, Robert McCallum.

Duración: 95 minutos.

Estreno: 24 de agosto de 2018 (Estados Unidos).

No vamos a descubrir nada si decimos que el documental es una forma extraordinaria de conocer los entresijos de esos mundos de fantasía que tantos buenos ratos nos han dado. El cine hace mucho que los popularizó de una manera evidente a través de los extras de las versiones domésticas de las películas, pero otros mercados están todavía aterrizando en esta forma de contar historias reales. Masters del Universo es una franquicia que nació en el mundo del juguete, que se apoyó en el cómic para sus ventas y que se desarrolló después a través de una serie de dibujos animados para acabar coronando su reinado multimedia con una película (aquí, su reseña) que ha ido ganando adeptos con el paso del tiempo. ¿Qué mejor manera de contarnos toda esa vida, todo ese desarrollo, que a través de un documental? Eso es El poder de Grayskull. La historia completa de He-Man y los Masters del Universo, algo más de hora y media muy completa y documentada, con entrevistas de primer nivel y un repaso integral a toda la franquicia, desde sus inicios hasta sus más modernas manifestaciones. Y con el mérito añadido de haberse financiado en parte por el aficionado, a través de una campaña de Kickstarter, aunque ahora se pueda encontrar con mayor facilidad gracias a que forma parte del catálogo de Netflix.

El documental de Randall Lobb y Robert McCallum tiene la enorme virtud del equilibrio. No es un documental sobre juguetes, no es uno sobre cómics, no es un making of de la película, sino una mezcla cronológica de todo ello. No se puede entender una parte del mundo de Masters del Universo sin haber pasado por la anterior, y eso está muy bien descrito en la película. Las figuras de acción nacieron con particularidades propias que rompían los modelos existentes, y eso está muy bien reflejado en la película, como también el hecho de que no habría sido posible su lanzamiento sin aquellos famosos minicómics que acompañaban a cada uno de los juguetes. Es imposible entender She-Ra, una teórica versión femenina de He-Man que tenía que enganchar a las niñas para que compraran tantos juguetes con los niños, sin su contexto cultural, dentro y fuera de la franquicia. Y es imposible entender lo que salió bien y lo que salió mal de la mítica Masters del Universo que dirigió Gary Goddard sin saber qué tipo de producción era y las limitaciones que tuvo. Una delicia, por cierto, todo lo que cuenta Frank Langella, el actor que dio vida a Skeletor bajo una gruesa capa de maquillaje y que habla del cariño con el que se tiene que crear una adaptación de un mundo con tantos seguidores, sea del nivel que sea.

El poder de Grayskull tiene además una fortaleza en la misma historia que cuenta. Hay tantos rincones en ella, tantas anécdotas, el trabajo de tantos profesionales de campos muy diversos, que tiene la capacidad de convencer incluso a quienes no hayan jugado nunca con He-Man, sus aliados o sus enemigos. Es obvio que la nostalgia y la apelación al fan son elementos imprescindibles de un documental de este rango, de ahí su financiación popular, pero lo que cuenta es una buena historia, cargada de elementos humanos. Y eso se consigue con un espléndido trabajo de documentación y sobre todo con entrevistas que, prácticamente, cubren todos los rincones de la franquicia. El poder de Grayskull sirve para identificar a los responsables directos de cada una de las piezas que forman este conglomerado, y todo está expuesto de una manera amena y divertida. Sobra decir que es una película ideal para quien haya fantaseado con este mundo desde su más tierna infancia, y ese revival funciona a las mil maravillas, pero no es necesario ver esta obra con un juguete concreto de nuestro pasado en la mano o en el corazón, sería injusto quedarse ahí en la evaluación de un buen documental que se siente fuerte en su narración, más allá de la evidente nostalgia que pueda despertar en parte de su público.

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