‘Annemarie’, de María Castrejón y Susanna Martín

Editorial: Norma.

Guión: María Castrjón.

Dibujo: Susanna Martín.

Páginas: 164.

Precio: 26 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Diciembre 2019.

Cuando se aborda una biografía, es lógico pensar que su punto fuerte va a estar en el personaje biografiado. Si no tiene interés en sí mismo, ¿qué sentido tendría dedicarle tanto esfuerzo? Lógicamente, esa condición se da en Annemarie, de nombre completo Annemarie Schwarzenbach, a quien el propio volumen define como un icono del feminismo en el periodo de entreguerras. Pero lo que realmente hace de este cómic una obra especial es que María Castrejón y Susanna Martín se salen de los límites de la biografía. Lo es, pero al mismo tiempo es algo bien distinto. Las autoras quieren que conozcamos íntimamente a Annemarie, pero no solo a través de los hechos, sino sobre todo a través de las sensaciones y las emociones. Pocas biografías pueden presumir de ser experimentales, pero esta lo es. Lo es narrativa y visualmente, y por esa razón se convierte en algo más que el simple homenaje a su protagonista, que como decimos es lógico dar por supuesto por las propias características del género. De hecho, los motivos por los que Schwarzenbach podría entrar en los libros de historia, por sus quehaceres profesionales como periodista, fotógrafa o novelista no son el auténtico motor del cómic, lo son las emociones que va sintiendo nuestra protagonista desde su más tierna infancia hasta el mismo año de su muerte.

Estas mismas cuestiones de las que hablamos hacen de Annemarie un libro complejo. Lo es porque Castrejón no quiere detenerse en lo obvio, y explora muchas capas, momentos incluso que podrán no ser tan significativos para biografías que busquen un resumen esquemático y claro de la vida de su protagonista, pero que sí tienen mucho que decir en lo que quiere contar. Podría decirse que, de alguna manera, Annemarie es la manifestación de una obsesión, la de su autora, con una mujer excepcional y diferente por muchos motivos. Eso es lo que se siente al adentrarnos en las páginas del libro, eso es lo que provoca cada secuencia, su rebeldía y su pasión. ¿Una biografía? Mucho más que eso, pero precisamente porque esa es la pretensión de su escritora. Y quizá lo más formidable es que, siendo un retrato tan preciso y estudiado, deje con la sensación de que no agota en absoluto la materia. Schwarzenbach llena Annemarie, pero no se agota en sus páginas, y Castrejón logra lo más difícil, que sintamos que hemos leído una historia completa pero a la vez sintamos ganas de explorar su vida por otras vías, en palabras de otros que hablen de ella pero también en lo que ella mismo dijo por medio de su trabajo. ¿Puede haber algo más enriquecedor que traspasar una pasión de una autora a un lector cualquiera? Ahí está la clave del libro y lo que consigue desde el principio.

Y si lo consigue es también porque el esfuerzo narrativo que hace Susanna Martín con su dibujo es sobresaliente. Con las ilustraciones también se rompen las barreras de la biografía, incluso las del cómic tradicional, y se produce una mezcla de recursos que provocan un resultado fascinante que está presente a lo largo de todo el libro pero que se acentúa en el tramo final. Los momentos emocionalmente más potentes tienen una manifestación soberbia en la página, desdibujando figuras, jugando con los colores, haciendo que las sensaciones que la propia Annemarie pudiera tener asalten la tranquilidad del lector a este lado de la página. Tiene además una economía de líneas a la hora de dibujar figuras y escenarios que no le resta ni la más mínima sensación de realismo al dibujo, y cuando tiene que abrir el plano para mostrarnos el mundo, o incluso el mundo de Annemarie, no tiene miedo alguno en hacerlo porque sabe que el resultado es espléndido. Igual que con las bellísimas escenas bajo el agua, que demuestran un manejo del tempo sencillamente exquisito, o incluso con el uso de los sonidos. Todo encaja para que esta sea una biografía espléndida, que funciona por el poder que tiene su figura pero también por el trabajo que hacen las dos autoras, que además van de la mano de una manera abrumadora.

El único contenido extra es un prólogo de la periodista Berta Jiménez Luesma.

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