‘Proyección privada’, de Milo Manara

Editorial: Norma.

Guion: Milo Manara.

Dibujo: Milo Manara.

Páginas: 112.

Precio: 24 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2019.

Las etiquetas son peligrosas. La de Milo Manara, por varias razones, es muy peligrosa. Ser el maestro del erotismo hace que prácticamente todo el que abra alguno de sus libros espera escenas subidas de tono protagonizadas por mujeres hermosamente dibujadas y con poco pudor a la hora de mostrarse son ropa y en ademanes sexuales. Y algo hay de eso en Proyección privada, libro que en realidad es una antología de relatos cortos que, curiosamente, no tienen su excusa principal en el erotismo, aunque si sea la base de algunas de sus secuencias. ¿Y cuál es esa excusa? La respuesta seguro que sorprende a más de uno: Federico Fellini. En su tiempo, el mítico director de cine italiano se quejó de que la televisión interrumpiera la emisión de películas con publicidad. De esa lucha nace Reclamo, la primera de las historias cortas que forman este volumen, cuyo hilo conductor está precisamente en el cine y en la comunicación audiovisual. ¿Erotismo? Sí, algo hay y de maneras muy distintas, demostrando que, al final, Manara es mucho más de lo que demuestra su etiqueta y siempre lo ha sido. Hay sexo, desee luego, pero también mucha comedia y hasta algunos toques de ciencia ficción. No es que haya relatos memorables en este libro, pero sí un juego coqueto y divertido que salta de relato en relato con suma facilidad.

El Manara reivindicativo no es el más habitual, pero es el que vemos en Reclamo. Es bueno tener el contexto que el propio autor explica en la introducción para no perder los matices de una historia que, dentro de su locura, tiene aire de importante, sin perder además las señas de identidad del autor. Lo habitual en este libro, no obstante, es un Manara más juguetón, divertido y hasta cínico. Así es X3, una historia en la que una mujer es abducida por una nave espacial para probar un “orgasmo reproductor”, el final de Acherontia Atropos, un relato que se acerca mucho más al erotismo insinuado que tan bien maneja Manara, o la colección de seis relatos que forman la segunda mitad del volumen, englobados para el título de Cámara indiscreta y que nos recuerdan que el cine, la televisión y ese mundo audiovisual que tanto se relaciona con el cómic son el verdadero centro de este volumen. La brevedad de los segmentos, más que una necesidad editorial, es una herramienta que Manara sabe usar bastante bien, porque le permiten quedarse en la anécdota, en lo llamativo, sin necesidad de tener que explorar un mundo más amplio que no tiene por qué mostrar. Esos microuniversos son los que dan fuerza a cada relato, sea en contextos de mucha imaginación como los de Reclamo o El platillo volante, un vodevil sexy y cómico, o en otros más terrenales.

¿Y qué aporta el Manara dibujante? Absolutamente todo. En la introducción él mismo explica que nunca ha dejado de copiar a Moebius, y hay elementos en este libro hay elementos que se pueden considerar claramente deudores de su trabajo, pero no reconocer que, entre otras cosas, las mujeres de Manara son puro Manara sería estar ciego ante los méritos del italiano. Pero, otra vez la etiqueta, quedarse ahí es perderse muchas cosas. Manara es un narrador. Tanto da que le pongas una nave espacial encima del coliseo que el rodaje de película casera, una simple habitación como escenario o el interior de un barco en una tormenta en mar abierto. Todo, absolutamente todo, lo dibuja con una categoría tremenda. No necesita recargar las escenas con mil detalles que su estilo no tiene para que sintamos que estamos en un escenario fácilmente verosímil y muy realista. Y a veces eso lo consigue incluso con cero detalles, con fondos prácticamente blancos que sirven al propósito de la historia con la misma eficacia porque los personajes de Manara hablan mucho desde su simple presencia. Quizá por esto siempre ha importado poco que Manara sea un escritor menos brillante, porque su faceta como ilustrador compensa cualquier trivialidad que escondan sus relatos. Estos pueden ser triviales, sí, ¿pero qué importa? Es Manara.

El volumen incluye historias publicadas en Il Messaggero Estate, L’Écho des Savanes, Orient Express, Pilote, Frigidaire y Metal Hurlant entre marzo de 1981 y enero de 1988, y recopilado por Glénat en 2012. El único contenido extra es una introducción de Milo Manara.

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