Guion: Patrick Kindlon.
Dibujo: María Llovet.
Páginas: 144.
Precio: 19 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2019.
Hay algo muy llamativo en There’s Nothing There, y es que no es la típica historia de fantasmas. Lo es básicamente en su armazón, pero no en su puesta en escena o en su desarrollo. Para empezar, Patrick Kindlon muestra a la habitual persona en apuros, una chica además para profundizar de una manera más clara en el tópico del género. Pero ahí empieza lo bueno o, al menos, lo diferente. Nuestra protagonista es una modelo caprichosa y que hace del escándalo el calculado motor de su vida. No, no es alguien con quien se pueda empatizar de una manera clara e inmediata. Y luego está el dibujo de María Llovet, en su primer trabajo para el mercado americano, que se aleja todo lo que puede de las convenciones habituales del género. No hay tonos oscuros, no hay figuras repulsivas aunque sí que hay algún momento de fantasía oscura, y su apuesta no es nada convencional. Es hermosa, retorcidamente hermosa y turbia, porque esas son las sensaciones que despierta una ilustradora tan especial. Y por eso There’s Nothing There es un cómic de terror diferente, que se puede leer en buena medida sin necesidad de entrar en los códigos del género, incluso aborreciéndolos, porque se centra más en el mundo de la fama que en el de los fantasmas. No es un enfoque nada habitual, desde luego, y eso le da mucho juego a Kindlon.
Que no se malinterprete lo anterior, estamos ante una fantasía de terror evidente, aunque comparte protagonismo con el comportamiento social de tan escandalosa y poco escrupulosa protagonista. De hecho, su arranque va más bien por esa vía. Con esas primeras páginas, el mensaje que manda Kindlon es evidente, y es que no estamos ante una historia clásica en la que vamos a tomar partido por la víctima, pensando en que pueda convertirse en heroína. There’s Nothing There no es esa clase de historia y lo que fascina de su planteamiento es que la situación desesperada que añade la fantasía lleva a Reno Selleti, que así se llama, a ser todavía más atrevida socialmente hablando. De esa manera, el postureo, la moda, la imagen, la idea de una sexualidad desbocada y sin compromisos, todo ese mundo de excesos se convierte en el motor de la parte más fantástica del relato. El escritor encuentra un adecuado aunque algo previsible final para su propuesta y, sobre todo, es muy consecuente con todo lo que pone en cada página. Sabe darle voz a una joven que se mueve entre el capricho y la inconsciencia, consigue que las personas que tiene a su alrededor den a todos los diálogos una verosimilitud bastante apreciable y sabe hacer que todo eso encaje en una situación imposible y de la que incluso sabe reírse en su guion para que todo tenga una base más sólida.
Y luego, claro, entra en juego el dibujo de Llovet. Es difícil precisar qué, pero tiene algo sugerente y seductor. Habrá quien piense que la orgia inicial o el escándalo continuo que rodean a la protagonista son razones suficientes para tener esas sensaciones, pero incluso lo más abiertamente llamativo hay que saber dibujarlo, y estamos ante una artista que sabe moverse como pocos en ese terreno. Su manera de abrazar la belleza y la sexualidad es fascinante, y también el modo en el que se acerca a los elementos más Fantásticos de la historia. No es fácil encontrar una manera nueva de dibujar fantasmas, pero la suya tiene la frescura suficiente para que todos esos elementos encajen de una manera muy natural en el mundo de lujos, excesos y redes sociales en el que se mueve There’s Nothing There. Entre Kindlon y Llovet firman una obra que, sin necesidad de entrar en un terreno experimental, sí que se puede calificar como atípica. Tiene rasgos para apelar al aficionado de género, pero al menos tiempo abre el abanico de posibles lectores con una incisiva disección del mundo del famoseo actual. Incluso se puede decir que ahí tiene más elementos de interés que en la misma historia de terror, con episodios tan hilarantes y descriptivos como el del jugador de fútbol americano. Una peculiar y sugerente rareza.
El volumen incluye los cinco números de There’s Nothing There, publicados originalmente por Black Mask entre abril y noviembre de 2017. El contenido extra lo forman las portadas originales de María Llovet y Tyler Ross, y un portafolio de diseños de Llovet.
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