‘Victus 3. Victus’, de Carles Santamaría y Cesc F. Dalmases

Editorial: Norma.

Guión: Carles Santamaría.

Dibujo: Cesc F. Dalmases.

Páginas: 56.

Precio: 17 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Octubre 2019.

Las buenas historias suelen tener una virtud casi imposible de eliminar, y es el deseo de volver a revivirlas. Esa idea se hace aún más fuerte cuando su contenido se divide en episodios, como bien saben tanto la televisión como el cómic, también el cine aunque suela suponer una espera mayor para conocer sus entregas. Ahora que llega a su final, Victus tiene ese aroma, porque Carles Santamaría y Cesc F. Dalmases han adaptado la obra de Albert Sánchez Piñol en tres álbumes, Veni (aquí, su reseña), Vidi (aquí, su reseña) y ahora Victus, respetando el plan, con un cuidado casi reverencial hacia el material original, el literario por supuesto pero también el histórico que supone eje fundamental de lo que hemos visto en la serie. Desde siempre hemos admirado el cómic histórico francobelga como si más allá de los Pirineos tuvieran las claves que a nosotros nos faltan para respetar el legado propio, pero trabajos como Victus suponen, además de tebeos francamente entretenidos y hechos con talento y buen hacer, una demostración de que en realidad no tenemos nada que envidiar a nadie.  Esta crónica de la Guerra de Sucesión Española, centrada en el ingeniero Martín Zuviría, tiene todos los elementos que hacen que el género pueda despuntar y un final que apuesta por una épica triste que redondea una trilogía que merece muchos elogios.

Siempre será un entretenimiento casi tan intenso como el de la propia lectura el de debatir sobre los méritos que tiene la historia de Sánchez Piñol y cuánto ha sido capaz de introducir Santamaría para el éxito de esta adaptación a las viñetas, pero desde aquí no vamos a entrar ahí más que para animar al lector curioso a abrazar una y otra forma de contar el relato y, por supuesto, a ir más allá, a bucear entre libros de historia para seguir disfrutando del espléndido escenario de Victus. Lo que sí resulta evidente para evaluar el trabajo de Santamaría es que su narración fluye. Apuesta por los cartuchos de texto como el principal vehículo a través de las tramas y eso da un poso bastante sólido a la historia. Es verdad que a estas alturas, después de dos álbumes, ya tenemos que estar bastante convencidos de su apuesta y que no hay en Victus, el tercer álbum, nada que sea un añadido claro a sus muchos méritos ya afianzados, pero tampoco se me puede restar valor al hecho de que una historia tiene que tener una conclusión a la altura. Por narrativa y por sensaciones, Victus la tiene. Santamaría nos deja un final triste y duro, uno que tiene la épica dramática de la guerra y en la que su protagonista no deja de crecer hasta el final. Ese es quizá el añadido más notable de esta tercera y última entrega de la historia, su notable capacidad para cerrar el arco con inteligencia.

Dalmases, por su parte, aprovecha muy bien todo lo que tiene que ser un final para soltarse en cuanto a la espectacularidad que pide el relato. No olvidemos que Victus acaba siendo la historia de un asedio, de la defensa de una ciudad, y que eso necesita no tanto de escenas de acción sino de instantes que tengan la capacidad de generar un impacto inmediato en la retina del lector. Y Dalmases lo consigue con un dibujo meticuloso y detallista, un festín para los amantes de los detalles en aspectos como el vestuario, pero que funciona por encima de todo por tener una puesta en escena brillante, en la que la elección del punto de vista de cada viñeta suma en la historia. Y eso, teniendo en cuenta que las secuencias bélicas suelen ser breves y contenidas, es un punto muy a favor del trabajo de Dalmases. Narrativa y visualmente, este tercer volumen de Victus es el colofón perfecto a la historia, la culminación de un trabajo que, casi sin darnos cuenta, supone años en la vida de los autores y también de los lectores, que vimos el primer álbum de la serie allá por 2016, y que cumple con todos los objetivos propuestos. Es una notable adaptación que muy probablemente habrá satisfecho al autor de la novela original, es un buen cómic histórico que trasciende por temática sus propias páginas y es un tebeo interesante y dinámico. Un buen trabajo

No tiene contenido extra.

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