CÓMIC PARA TODOS

‘Los hombrecitos (1995-1997)’, de Pierre Seron

Editorial: Dolmen.

Guión: Pierre Seron.

Dibujo: Pierre Seron.

Páginas: 160.

Precio: 29,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2019.

En el anterior volumen de Los hombrecitos (aquí, su reseña), Pierre Serón había dejado la aventura a medias. Chakakahn conduce a Melting Pot, la historia que abre este libro de las aventuras publicadas entre 1995 y 1997, y confirma dos detalles. Primero, que el escenario fantástico de la serie ya no tiene necesariamente como principal razón de ser el tamaño de sus protagonistas, algo que quedará todavía más de manifiesto en el último relato que incluye este libro, ¡Feliz día, Mamá!, y segundo, que Cedilla, la primera mujer en obtener un papel protagonista en esta serie, había llegado para quedarse y dar un hasta ahora inexistente toque femenino a Los hombrecitos.  No obstante, lo mejor que ofrece este volumen está en el relato central, 20.000 leguas bajo tierra, porque es el que de verdad le permite explorar un escenario completamente diferente y cargado de imaginación. Seron siempre quiso que Los hombrecitos fuera una serie camaleónica en muchos aspectos, y este volumen, aunque lejos de los más completos que hayamos visto, es una buena prueba de la inquietud del autor por ir ofreciendo cosas diferentes en cada álbum. De ahí, por ejemplo, el delirante escenario de videojuego con el que se cierra la aventura inconclusa de la anterior entrega y que supone una muestra de la frescura continua en la que se movía este viaje.

Seron vuelve a ejercer de autor completo de los tres relatos largos que componen este libro. Se entiende así el deseo de salto continuo que hay entre los diferentes relatos e incluso dentro de un mismo álbum. La ciencia ficción más delirante se mezcla con la aventura más propia de Julio Verne e incluso con el thriller e historias que se asoman más a la vida personal del autor por muchos motivos. Los hombrecitos tiene la enorme virtud de no saber qué se puede esperar de casa uno de sus álbumes, y quizá la mejor muestra de esto sea precisamente Melting Pot. A veces choca tanto salto, no hay por qué negarlo, o incluso que el mismo hecho que da sentido a la serie se olvide casi por completo en ¡Feliz día, Mamá!, que transcurre casi en su totalidad en el mundo de tamaño real. Da la sensación en algunos momentos de que Seron quiere tocar tantos palos que no le vale con un álbum por año, y por eso prefiere cambios casi radicales aunque eso suponga dejar atrás elementos importantes de la serie, como la misma Cedilla, a la que da un enorme papel en los dos  primeros álbumes para prescindir de ella en el tercero y quedarse solo con Renaud, un Renaud además que se desenvuelve lejos de Eslapión y de los artilugios de ciencia ficción de los que suele valerse para resolver las situaciones a las que tiene que hacer frente.

Hemos dicho que 20.000 leguas bajo tierra es lo mejor de este libro y la razón hay que buscarla en la tremenda originalidad de su escenario. Seron nunca dejó de estar en forma dibujando Los hombrecitos, y este álbum es una demostración magnífica de ello. Cristal y lava le permiten dar forma a un entorno magnífico y lleno de sorpresas, uno que además encaja muy bien en el espíritu de la serie y que además le permite jugar con protagonistas de deferentes tamaños, creando escenas muy divertidas entre Renaud y Cedilla cuando uno recuperar su estado normal y la otra sigue siendo diminuta. Seron sigue experimentando como le gusta, y en el primer álbum abraza una forma de dibujar que homenajea a un mundo que le es desconocido pero que interpreta muy bien, el del videojuego, trufándolo además de gozosos cameos. Pero a la vez es capaz de convertirse en su aspecto en un thriller detectivesca de atmósfera oscura en el último relato. Todo cambiante, recordemos, porque Seron parece admitirlo todo memos la rutina. Eso es lo que más se agradece siempre en Los hombrecitos y a la vez el mejor argumento lada defender que la serie nunca tuvo un bajón real. Seron seguía cuidando aquí su criatura de una manera notable y haciendo que cada álbum sumara algo nuevo. Chocante a veces, pero siempre distinto.

El volumen incluye historias de Les petits hommes publicadas en la revista Spirou entre agosto de 1995 y mayo de 1997. El contenido extra lo forman las portadas originales de Pierre Seron y artículos explicativos sobre la historias de Vivian Lecuivre ilustradas con fotografías y dibujos de la época.

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Esta entrada fue publicada en 26 noviembre, 2019 por en Dolmen, Dupuis, Pierre Seron y etiquetada con , .

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