Editorial: Harper Collins Ibérica / Harper Kids.
Guión: Emmanuel Guibert.
Dibujo: Marc Boutavant.
Páginas: 128.
Precio: 12,90 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Septiembre 2019.
Ya son cuatro los volúmenes que hemos leído en España de Ariol, y después de leer el último de ellos, Una preciosa vaquilla, hay que seguir felicitando a Emmanuel Guibert y Marc Boutavant por la espléndida serie infantil que están construyendo. Todo que se dijo de las primeras entregas (aquí y aquí, sus reseñas) es perfectamente aplicable a esta, pero nunca está de más que repitamos los elogios que merece para que no caigan en el olvido. De la mano de animales antropomórficos que se portan como humanos pero que mantienen algunos rasgos de comportamiento animal, Ariol es una delicia en la que prácticamente cualquier niño podría verse identificado. No hay aventuras fantasiosas en sus páginas, sino las fantasías del día a día de los más pequeños, contadas además con un aire de verosimilitud que asombra. Hay quien dice que ser adulto conlleva olvidarse de lo que es ser un niño, pero es asombroso ver que hay adultos que no olvidan cómo pensaban y cómo hablaban cuando sus preocupaciones eran gustarle a la chica guapa de la clase, descubrir los rincones ocultos de la iglesia o cosas de ese calado. Eso es Ariol, y eso, en un mundo que con tanta frecuencia parece haber perdido la ingenuidad, es algo maravilloso y por eso esta es una serie espléndido para los más pequeños para la tranquilidad de los padres.
El riesgo al que se enfrenta Ariol es el mismo que acecha a cualquier tebeo infantil, esté bien o mal hecho, y no es otro que el de que alguien pueda pensar que es sencillo contentar a los más pequeños. No, no lo es, pero es que este tebeo lo hace porque es de los buenos, es de los que, además de usar niños como protagonistas, les entiende. Qué bien define Guibert a Ariol, cómo muestra su inquietud, su curiosidad, pero también sus enfados, sus cabezonerías, sus cosas de niños. No suele destacarse en un tebeo de estas características que esté escrito con inteligencia, pero así es en este caso, llegando a temas que nos son propios de niños pero de los que tampoco se les puede esconder. No hay más que ver el episodio centrado en la gripe aviar o incluso el de las pulgas. Ahí es donde se ve con más nitidez el esfuerzo que hay para encontrar la voz de los niños en un mundo de adultos. Y eso es justo lo que hace que Ariol sea un tebeo ideal para niños, pero en el que además un adulto puede encontrar motivos de satisfacción. El microcosmos que hay en Ariol es fantástico, porque siendo tan teóricamente reducido no da la sensación de agotarse o de repetirse, y cada pequeña historia sirve, por encima de cualquier otra cosa para expandirlo con absoluta naturalidad. Esa sigue siendo la clave de la serie, su cercanía casi universal.
No es que a estas alturas vaya a sorprendernos que un tebeo de animales antropomórficos pueda generar ese efecto, pero es indudable que Boutavant ha acertado de pleno en los diseños. Trazo sencillo y sin ningún pensamiento de realismo, consigue igualmente que nos creamos a todos los personajes que desfilan por las viñetas, y sabe darles una expresividad tremenda, da igual de qué animal estemos hablando. El colorido que hay en el trabajo de Boutavant es también clave para conseguir que sea un auténtico reclamo para los más pequeños, y son francamente divertidas las viñetas en las que retrata a toda la clase de Ariol, una mezcla zoológica tan delirante como divertida y que suele colarse en cada volumen de la serie entre los momentos más divertidos. El triunfo de Ariol es que cada píldora que nos ofrece convierte la serie en algo todavía más adictivo y en un viaje que no tiene por qué tener un final a la vista gracias a que su base es la imaginación de un grupo de niños, fuente de incontables historias. O quizá es la imaginación de dos adultos que siguen teniendo algo de niños. Sea como fuere, hay que seguir catalogando a Ariol como uno de los tebeos infantiles más brillantes de los últimos tiempos, en el que cada niño encontrará sí o sí algún momento que le resulte familiar y cada adulto un recuerdo de sus años de chaval.
Bayard publicó el cuarto volumen de Ariol, Une jolie vache, en octubre de 2008. No tiene contenido extra.

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