CÓMIC PARA TODOS

‘País del oro, País del agua’, de Nao Iwamoto

Editorial: Fandogamia.

Guión: Nao Iwamoto.

Dibujo: Nao Iwamoto.

Páginas: 292.

Precio: 10 euros.

Presentación: Rústica con sobrecubierta.

Publicación: Septiembre 2019.

Cuando uno lee País del oro, País del agua da la sensación de que queda en manos del lector entender el grado de profundidad que puede tener la historia. Podemos mirarla desde un punto de vista, digamos, superficial, sin llegar a entrar en parte de su amplio fondo. De esta manera la entenderemos como un correcto relato de amor en un escenario exótico, como surgido de Las mil y una noches en su forma, en sus temas y hasta en sus detalles, y con una pareja encantadora guiándonos por este universo. Pero si queremos profundizar, sea en una primera lectura o en una posterior, tenemos mucho más. Hay un buen análisis político del irracional odio entre países sin nombre divididos por fronteras absurdas, hay una lucha contra los estereotipos sociales e incluso físicos, hay una historia de superación de barreras de todo tipo. Hay, en definitiva, muchos detalles que buscar y analizar en la obra de Nao Iwamoto, y eso es lo que da empaque a este manga, que se deleita en su ritmo pausado y en su abundancia de diálogos, quizá en exceso para lectores acostumbrados a una acción más dinámica, pero que aquí funciona con bastante precisión, tanto en su historia como en su dibujo. Iwamoto presenta así un manga fresco y agradable, que se lee con bastante facilidad pese a su extensión.

Dentro del buen disfrute que garantiza, quizá esté ahí el mayor hándicap que se le pueda achacar a Iwamoto. Hay algún momento en el que las ramificaciones que tiene el relato lo complican ligeramente en exceso, llevándonos a lugares que pueden alejarnos de la sencillez que en realidad tiene el relato y dando la sensación de que no están pasando cosas. Dicho de otra forma, hay elementos que no parecían tan necesarios viendo el final de la obra. Todo suma, eso sí, porque el autor tiene claro el camino. Las páginas de más, que quizá se noten en el análisis de conjunto, no se perciben así en el momento en el que pasamos por ellas porque sus personajes están bien definidos y son todos importantes para la historia. Lo mejor, en cambio, es lo que más se ajusta al cuento de hadas. El romance, el entorno, esa boda planeada para sellar la paz entre dos países enfrentados sin que ninguno de sus dos protagonistas sepa realmente lo que están haciendo. Sí que es fácil sentirse atrapado por esta narración como si fuera Sherezade quien la estuviera contando. Y para salir de los tópicos, funcionan los pequeños detalles. Ni ella es la princesa teóricamente más guapa de uno los reinos ni él es el más inteligente del otro. Tópicos a romper, cosa que hace con un final deliciosamente ingenuo, pura fábula árabe con la que disfrutar y con muchos temas de fondo.

El dibujo de Iwamoto cabalga entre las aguas híbridas de las que bebe. Es manga en muchos sentidos, en su caricatura y en su movimiento, pero sabe ser fábula árabe en muchos sentidos, empezando por unos escenarios que trabaja meticulosamente y con mucho detalle, logrando una ambientación plena y completa. Esa base permite que nos sintamos con mucha facilidad en el ambiente de cuento que tan bien sabe manejar País del oro, País del agua, y el lugar adecuado para que los personajes cobren el carisma que necesitan. El autor no se salta más normas del estereotipo en ningún momento, y es fácil deducir por el aspecto de qué tipo de personaje estamos hablando cada vez que vemos a uno nuevo. Tampoco necesita Iwamoto artificios diferentes para que su historia consiga lo que se propone con una sinceridad importante. País del oro, País del agua tiene la enorme virtud de ser fiel a lo que quiere contar, sin tener miedo de los lugares comunes o del necesario ajuste de los mensajes de tono social que necesita una fábula de este corte. El resultado es un tebeo bastante atemporal, que sabe utilizar las herramientas que le presta el género y moverlas a su antojo para que lo tópico pueda ser también personal. Buena fábula.

Shogakukan publicó originalmente Kin no kuni mizu no kuni en 2016. No tiene contenido extra.

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Esta entrada fue publicada en 22 noviembre, 2019 por en Fandogamia, Manga, Nao Iwamoto y etiquetada con , .

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