Guión: David Lapham.
Dibujo: David Lapham.
Páginas: 260.
Precio: 19,90 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Septiembre 2019.
Ya hemos dicho de Balas pedidas (aquí, reseña de su primer volumen) que es una serie negra de primer nivel y que guarda alguna similitud de intenciones con 100 balas (aquí, reseña de su primer volumen). También hemos destacado al hablar de otras entregas de esta maravilla de David Lapham las diferencias con respecto a la serie de Brian Azzarello y Eduardo Risso, que las hay y son evidentes, por lo que no es necesario que nos dé tengamos en ninguno de estos aspectos. Lo que sí podemos destacar de Días negros, cuarto libro de la serie, es la descomunal capacidad que tiene su autor para conectar los diferentes segmentos que tiene cada volumen de maneras inesperadas, sorprendentes y, por eso mismo, geniales. Lapham obliga así al lector a prestar atención al detalle. Nada es baladí en lo que nos está contando, ni las fechas, ni los mimbres, tampoco los lugares, ni mucho menos las emociones o los diálogos. Las piezas se unen cuando menos lo esperamos y de una manera soberbia, y con todo ello, con absolutamente todo, Lapham muestra un dominio absoluto del arte narrativo. Y esto se puede ver, a modo de ejemplo y de una forma muy clara, en una secuencia imaginaria de primer nivel, resuelta con un conocimiento apabullante de muchas más cosas que exceden las características del noir del que parte.
Porque eso ya lo sabemos, Balas pérdidas es exactamente lo que dice su título que es, historias cruzadas de personajes que no tienen precisamente vidas modélicas. Todo lo contrario, no es un tebeo fácil de leer para almas cándidas e ingenuas, aunque eso a estas alturas ya lo tendríamos que tener más que aprendido. Días negros vuelve a reunir una insana colección de comportamientos reprobables y de decisiones equivocadas, tiene una fascinante galería de personajes peligrosos y desdichados, se asoma al infierno del abuso, el secuestro y la violación de una manera tan dura como brillantemente contada. Y experimenta. No solo cuenta, sino que quiere ser algo más. Hablamos del uso del tiempo, que es el factor fundamental con el que Lapham hace y deshace a su antojo las relaciones entre los diferentes personajes, pero también de ese memorable cuarto capítulo de título imposible, que rompe cualquier atisbo de monotonía que pudiera tener Balas pérdidas en ese punto. Porque eso es inevitable, para que negarlo. Pero cuando Lapham atisba el más mínimo principio de monotonía ataca con un arsenal narrativo memorable. Qué difícil es adelantarse a los acontecimientos que imagina Lapham y que delicia es desentrañar las complejas personalidades de todos los actores de este drama.
En este sentido es donde más destaca el dibujo del autor. Cada personaje que diseña tiene unas características muy definidas. Hay personajes claros, como libros abiertos. Hay otros inescrutables. Los hay ambiguos. De todo. Y todos tienen un desarrollo visual soberbio. A veces parece que un cómic con un diseño de página clásico como Balas pérdidas no puede tener un acabado innovador, pero no es cierto, y cada número de esta magnífica serie lo demuestra. Y en este en concreto imaginamos escenas desde el interior de un maletero o desde la mente de una adolescente secuestrada, vemos la progresiva transformación violenta de un depredador de niños y guerras de bandas urbanas sin cerebro. Todo cabe en Balas pérdidas y todo está dibujado con un enorme acierto, desde un blanco y negro poderoso, más negro que blanco, que funciona para que el realismo sea bárbaro, cuando un crío apocado y miedoso se suelta a través de palabrotas, cuando una adolescente con las hormonas disparadas da tienda suelta a toda su sexualidad o cuando un tipo sin emociones trata de mostrarlas de una manera muy particular. Da igual que pensemos en Balas pérdidas en términos de escala y si Días negros es mejor o peor que otras entregas. Da igual, porque en todos los volúmenes hay una genialidad asombrosa.
El volumen incluye los números 23 a 30 de Stray Bullets, publicados originalmente por Image Comics entre enero de 2002 y marzo de 2003. No tiene contenido extra.

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