Guion: Romain Dutter.
Dibujo: Bouqé.
Páginas: 176.
Precio: 20 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Septiembre 2019.
La labor social del cómic está fuera de toda duda desde hace mucho tiempo, pero en cualquier caso sigue siendo agradable ver propuestas que cumplen ese cometido y amplían horizontes y conocimientos de realidades ocultas a simple vista. Sinfonía carcelaria es una obra en primera persona, escrita por Romain Dutter desde su experiencia personal, para hablar de la gestión, los problemas y los beneficios de la organización de conciertos en el interior de las cárceles. El problema de la historia de Dutter, dibujada por Bouqé, es que tarda mucho tiempo, muchas páginas, en llegar a lo que realmente quiere contar y se detiene en un contexto que, siendo personalmente necesario para él colmo escritor, palidece en cuanto se centra en lo que quiere contar, que no es otra cosa que la realidad y la presencia historia de la música en las cárceles. Con este tema sobre la mesa, es fácil pensar en Johnny Cash y su mítico concierto en Folsom, pero Sinfonía carcelaria se centra también en otros conciertos antes de llegar al punto central del libro: los eventos en la cárcel de Fresbes, uno de los más grandes de Francia. Eso quiere decir que la historia tiene mucho de local, con profusa información sobre la gestión de este tema en el país vecino, pero también mucha anécdota y testimonios reales que invitan a pensar en la universalidad de su propuesta.
Cuando Dutter entra en materia, Sinfonía carcelaria es un tebeo que funciona en sus dos niveles, como la presentación de un trabajo social espléndido, el del propio Durtter en la prisión de Fresnes y también como una suerte de documental ficcionado bien llevado y con muchos diálogos y situaciones francamente divertidos y simpáticos. Ese es claramente su punto fuerte, pero antes de llegar a él al autor quizá le pierden sus ganas de contarlo absolutamente todo, y eso hace que la primera mitad del libro sea un poco más complicada de llevar. Como muestra, no hace referencia clara y nítida a los conciertos en la cárcel, tema central y estrella del libro, hasta pasar medio centenar de páginas. No se puede decir que no se entiendan las motivaciones del escritor para dar esas vueltas personales, porque al final lo que nos cuenta es el resultado de una serie de experiencias personales y de una evolución política y social, pero para lo que es una narración finita y contenida también es un cierto obstáculo. La buena noticia es que Dutter lo supera y acaba dejando un muy buen sabor de boca con su relato sincero, cercano y muy realista, con los pros y los contras del trabajo que desempeña. Por fuerza, hay tantas referencias musicales locales que eso puede provocar una lejanía, pero es evidente que el esfuerzo del escritor lo compensa con creces.
Bouqé apuesta por un estilo sencillo para darle vida a esta historia, por una rápida identificación no sólo de los protagonistas musicales sino también del propio autor convertido en personaje. Es, de hecho, el primer cómic de un autor que ha desarrollado su carrera sobre todo en el mundo del libro infantil, pero eso no es un límite para el buen trabajo que hace. Al contrario, se adapta muy bien al tono documental que tiene el libro y sabe moverse en él dándose el margen suficiente para que de vez en cuando se cuelen entre sus viñetas letras de canciones que hablan, precisamente, de la vida en prisión. Eso, mezcla de los talentos de Dutter y Bouqé, da un caché al libro que permite entender una historia tan local como si fuera una universal, y logra así el objetivo fundamental del tebeo, que el lector entienda que lo que está leyendo en un pedazo muy desconocido de la realidad, o idealizado en base a leyendas como la ya comentada de Johnny Cash. No es Sinfonía carcelaria un tebeo que alcance los niveles de mística de, por ejemplo, la biografía de Cash que hizo Reinhard Kleist, I See a Darkness (aquí, su reseña), pero si cumple con creces el propósito de contarnos una buena historia personal con un fondo musical bastante rico y que incluso invita al lector a describir nombres y canciones que se van dejando caer a lo largo de la obra.
Steinkis publicó originalmente Symphonie carcérale en septiembre de 2018. El único contenido extra es un portafolio sobre los hechos que cuenta el libro.

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