Guion: Zidrou.
Dibujo: Alexeï Kispredilov.
Páginas: 220.
Precio: 29,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Mayo 2019.
Zidrou lleva ya unos ya unos cuantos años mostrándose como uno de los mejores escritores del mercado francobelga, y la clave de esa consideración hay que encontrarla en su versatilidad. Es un fabulista fantástico de primer nivel, pero también sabe encontrar las historias realistas más atractivas. No estamos muy acostumbrados a verle en el terreno del thriller, por lo que Rosko se convierte en una muesca más en su revolver de autor. El elemento más dudoso de su propuesta, al mientras se está pasando por sus páginas y antes del cuarto final es su título porque Rosko no parece la historia del agente Rosko Timber. Pero lo es. Confiad en Zidrou, que sabe lo que hace. De la mano de un sorprendente Alexeï Kispredilov, que demuestra la buena mano que tiene el escritor para escoger a sus dibujantes, Rosko encierra una demoledora crítica social hacia un mundo que podríamos enmarcar en un futuro cercano pero que tiene demasiados rasgos reconocibles de nuestra sociedad, por mucho que Zidrou los lleve al extremo. Rosko es un tebeo espléndido, una notable historia de género y una sobresaliente parábola crítica que tiene la virtud, además, de encerrar unas elevadas dosis de sorpresa en todos sus segmentos, algo ya muy complicado de conseguir en un género que cae muy fácilmente en el terreno de lo previsible.
Ese no es un peligro habitual en la obra de Zidrou y Rosko confirma la inteligencia de su escritor en ese sentido. Aunque el análisis de la obra pueda quedar algo limitado, no entraremos aquí en la esencia real de este díptico recogido en un volumen integral, porque merece la pena sorprenderse al ritmo que marca el escritor. La primera secuencia basta para saber quién es Rosko y la importancia que tiene en lo que está por venir. A partir de ahí, uno puede montarse sin más en la montaña rusa que surge de la imaginación de Zidrou y descubrir un thriller por momentos portentoso por lo bien que conduce la trama y el formidable uso de los personajes. Merece la pena ir deteniéndose en cada momento que podría haber derivado en un rutinario tópico, en una lectura a que resulta a ritmo mucho más lento del frenesí que propone Rosko, porque esa es la mejor demostración de lo inteligentes que son los movimientos con los que se va componiendo esta sinfonía de violencia tan tremendamente actual y en la que Zidrou no deja títere con cabeza. No hay héroes en la historia, apenas alguna víctima real. Y sí la sensación de que hemos asistido a una historia desoladora por todas partes, en la que se mueven personajes peligrosos y despreciables que no se ensucian las manos y que deja el barro para los títeres seducidos por ambición, poder o dinero.
Lo sorprendente es que Zidrou consigue todas esas sensaciones sin perder nunca de vista que está inmerso en una historia de género, una que Kispredilov construye muy por encima de las expectativas que pueda despertar su enigmática portada. Rosko tiene, por encina de todo, una brillante puesta en escena. No se puede decir que sea una obra redonda en lo visual, pero sí habla de un ilustrador prometedor, con una narrativa interesante. Una prueba evidente de ello es como imagina las escenas en las que hay disparos, mezclando aquellas normas antiguas de la censura de la época de no ver en la misma viñeta al asesino y al asesinado con una crudeza contemporánea. Los personajes son otro gran acierto por parte de Kispredilov, que les da carisma desde la primera secuencia y sabe contribuir a todas las sensaciones con las que Zidrou va confirmando una de esas historias que se graban a fuego en la mente. Decíamos que no es fácil analizar el contenido de Rosko sin desvelar más de lo que seguramente le gustaría a Zidrou, y es cierto. Pero no estamos hablando de un escritor recién llegado. El de Rosko no es tampoco el Zidrou más habitual o predecible. Pero es un Zidrou sobre todo espléndido, consciente de su poder como escritor y capaz de brindar a su dibujante un delicioso caramelo en forma de guion que el ilustrador aprovecha casi por completo. Muy recomendable.
El volumen incluye los dos álbumes de Rosko, Per Sevenson doit mourir aujoud’hui y Les enfants de Marie, publicados originalmente por Delcourt en enero de 2014 y enero de 2017. El único contenido extra son las portadas originales de Alexeï Kispredilov.

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