Título original: El gran Vázquez.
Director: Óscar Aibar.
Reparto: Santiago Seguro, Alex Angulo, Manolo Soto, Enrique Villén, Mercè Llorens, Jordi Banacolocha, Pere Vall, Jesús Guzmán, Héctor Vidales, Carlos Areces, Itziar Aizpuru, Lita Claver, Victoria Dura Selpruce, Manolito Vázquez, Ernesto Sevilla.
Guión: Óscar Aibar.
Música: Pepe Quetglas.
Duración: 106 minutos.
Estreno: 24 de septiembre de 2010 (España).
El cómic lleva ya mucho tiempo siendo inspiración del cine, pero en la práctica totalidad de los casos lo hace desde sus personajes, no desde sus creadores. En las viñetas hemos visto obras como El invierno del dibujante (aquí, su reseña), de Paco Roca, o la biografía de Stan Lee, Asombroso, fantástico, increíble (aquí, su reseña), y en el cine hay ejemplos como Wonder Women y el profesor Marston (aquí, su crítica). El gran Vázquez es otra muestra más de esta forma de asomarse al mundo de las viñetas. La película de Óscar Aibar nos acerca a la figura de Manuel Vázquez, uno de los mejores historietistas españoles del siglo XX, creador de series como Anacleto, agente secreto o La familia Cebolleta, parte integral de la historia de la editorial Bruguera, y todo un personaje en sí mismo digno de aparecer en alguna de sus propios tebeos. De hecho, en la misma película se hace alusión a uno de los grandes mitos desmentidos de su carrera, hacer sido la inspiración del moroso del 13, Rue del Percebe (aquí, su reseña) de Francisco Ibáñez, quien también aparece representado en la película. El gran Vázquez peca de una cierta exageración, pero no deja de resultar una simpática manera de conocer al autor y al mundillo en el que se movía, aunque en el fondo sus creaciones no sean más que una excusa para vincular al tebeo una película que en realidad versa sobre un granuja ingenioso.
Con esa definición, es bastante entendible que el protagonista del filme sea un Santiago Segura que entonces andaba buscando papeles que le sacaran de su encasillamiento en su propia criatura, la de Torrente. La escena inicial de la película, en la que Segura despliega una gran cantidad de habilidades cómicas, justifica con creces su elección. Esa misma escena, de hecho, se convierte en uno de los grandes atractivos de la película, porque es donde se entiende el carácter despreocupado y picaresco de Vázquez, que es la base de toda la historia posterior de un tipo capaz de cualquier cosa para conseguir un anticipo de la editorial, vivir en un piso sin pagar alquiler o comer de gorra en un restaurante. Con todo, es excusa algo escasa para un largometraje, y hay situaciones que tienden a repetirse por acumulación. Son divertidas casi siempre, sobre todo los que tienen a Alex Angulo como parte esencial, esté o no Segura en pantalla y aunque tenga una química bastante notable con el protagonista del filme. Pero en ocasiones la cinta invita a ser asimilada como una sucesión de sketches más que como un viaje completo en sí mismo, y puede caer en cierta redundancia y también en la sensación de que el final es un tanto abrupto, que podría haber llegado antes y que, prolongando el esquema de la cinta, también podría haber llegado quince o veinte minutos después.
Desde el punto de vista del cómic, es atractivo ver la vida de Bruguera, cómo se trabajaba allí, un atisbo de ese sistema casi leonino de pagos a los autores o incluso la casi esclavitud que presidía la cuestión de los derechos de autor. Todo está contando desde un prisma cómico y episódico, lo que le resta algo de profundidad, pero está ahí para quien quiera investigar, por ejemplo a través de la mencionado obra de Paco Roca. El final de la película es, quizá, el elemento más nostálgico, el que mejor sirve para entender qué motiva el filme, un cariño casi reverencial al autor que lleva incluso a enmascarar como algo gracioso el timo continuo en el que Vázquez convirtió su vida. También, claro está, con pequeños insertos animados con los personajes de Vázquez, que, aunque no aportan gran cosa a la película ni tampoco ejercen un papel decisivo en su forma de pensar, al menos añaden algo de simpatía. El gran Vázquez queda así como una película correcta, bien interpretada aunque con una factura técnica algo antigua que sirve para apuntar en la buena dirección, para contentar a quienes conozcan los años dorados de Bruguera y para despertar la curiosidad sobre los personajes creados por un tipo como el que vemos en la pantalla como una suerte de extraño y entrañable héroe tramposo que, por azares de la vida, se dedicaba a esto del cómic. Y siendo uno de los grandes.
En nuestra galería de Facebook podéis acceder a todas las páginas que mostramos de todos los títulos que comentamos.