Título original: Le grand méchant renard et autres contes…
Director: Benjamin Renner, Patrick Imbert.
Reparto: Céline Ronté, Boris Rehlinger, Guillaume Bouchède, Guillaume Darnault, Damien Witecka, Antoine Schoumsky, Kamel Abdessadok, Jean-Loup Horwitz, Christophe Lemoine, Yves Yan, Magali Rosenzweig.
Guión: Benjamin Renner, Jean Regnaud.
Música: Robert Marcel Lepage.
Duración: 83 minutos.
Distribuidora: A Contracorriente / Sherlock Films.
Estreno: 15 de junio de 2017 (Francia), 1 de junio de 2018 (España).
Ya se veía en el cómic El malvado zorro feroz (aquí, su reseña), el trabajo de Benjamin Renner era perfecto para dar el salto a la animación. Renner, dibujante y animador él mismo, junta en la película, que toma el título de este cómic, tres historias cortas con un marco de teatro como nexo en el que los animales protagonistas se presenta a la audiencia como si fueran actores haciendo una representación. El resultado es una antología dinámica, divertida y accesible para todos los públicos. El mejor de los relatos es el central, El malvado zorro feroz, en el que un zorro, siguiendo los consejos del lobo, roba los huevos de una gallina para comerse a los polluelos cuando estén un poco crecidos pero se ve sorprendido por el hecho de que los pequeños le confunden con su madre. Antes de este vemos Un bebé para entregar, en el que una cigüeña herida tiene que dejar a la niña que está transportando en manos de un cerdo, un conejo y un pato, y después llega el turno de Debemos salvar la Navidad, donde estos tres mismos animales se lanzan a una loca aventura para evitar que Papá Noel no pueda entregar los regalos a todos los niños buenos. Con estas breves sinopsis queda claro el tipo de humor absurdo por el que apuesta Renner, incluso sin haber leído los cómics en los que se basa la película.
Decíamos que la mejor historia es la central, y quizá la razón haya que buscarla en su escenario. Es la única de las tres que se mantiene por completo dentro del reino animal. Sí, todos sus protagonistas tienen actitudes muy humanas, pero la granja y el bosque son sus únicos entornos y, en el fondo, su historia es una simpática derivación de los comportamientos naturales de zorros, lobos, gallinas y pollos. Todo con un sentido del humor ácido y hasta cínico por momentos que se agradece mucho. Ese tipo de comedia se mantiene con los protagonistas de los otros dos segmentos de la película, que da gusto que finalmente se convirtiera en un estreno en salas después de ser pensado como una colección de cortos para televisión, y es así como Renner, asistido en la dirección por Patrick Imbert, logra una divertida unidad en la cinta. Sus méritos, los esenciales, están en lo fácil que consigue que sonriamos y en que su humor tiene mucho del casi abandonado por completo arte del slapstick, método que durante décadas fue el recurso fundamental del género y que se rescata de vez en cuando en nuestros días. No es, ni mucho menos, el único elemento con el que Bennett hace reír, pero es muy agradable que ese componente tenga tanto peso en la historia para que sus animales hagan reír.
La gracia de El malvado zorro feroz está en su fondo, pero también en su forma. En unos tiempos en los que los gráficos por ordenador se han apoderado casi por completo de la animación, da gusto ver algo que tiene un sabor tan tradicional, que respeta con tanta fidelidad los diseños originales y que, desde su aparente modestia, nos recuerda que el dibujo animado siempre funcionaba con esta forma. El cómic era en cierto modo el primer paso de la película, casi un divertido storyboard para que lo que casi parece el entorno más natural para este relato. Y hasta la música y el sonido de la película parecen convertirse en un elemento importante para meternos de lleno en su escenario. Puede no ser la comedia más sofisticada, puede que sus historias sean pequeños divertimentos sin más ambición que esa, y puede que en el fondo sus personajes sean arquetipos que hemos visto ya en otro tipo de relatos, o incluso que los animales con actitudes humanas estén ya consolidados como personajes recurrentes, pero El malvado zorro feroz desborda simpatía por los cuatro costados y eso, más de lo que consiguen otras películas, cumple con sus objetivos de una manera que ya quisieran producciones que quieren ir mucho más lejos. Lo pequeño es, a veces, mucho mejor que lo grandilocuente. En este caso es así.
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