Director: David Leitch.
Reparto: Ryan Reynolds, Josh Brolin, Morena Baccarin, Julian Dennison, T. J. Miller, Brianna Hildebrand, Jack Kesy, Stefan Kapici, Leslie Uggams, Karan Soni, Eddie Marsan.
Guión: Rhett Reese, Paul Wemick, Ryan Reynolds.
Música: Tyler Bates.
Duración: 119 minutos.
Distribuidora: 20th Century Fox.
Estreno: 18 de mayo de 2018 (Estados Unidos y España).
Hay películas fáciles de evaluar de una manera rápida, y Deadpool 2 es una de ellas. ¿Te ha gustado Deadpool (aquí, su crítica)? Entonces es más que probable que te guste Deadpool 2. Así de sencillo, porque su apuesta es prácticamente calcada, con las mismas intenciones, el mismo tipo de humor y una historia sin excesiva complejidad para que los chistes no se vean anulados por otros pensamientos. Por supuesto que hay diferencias y aspectos que se pueden analizar, pero las sensaciones que deja esta secuela son bastante análogas, pese al cambio de director, de Tim Miller a David Leitch. Esas distinciones hay que buscarlas en la linealidad narrativa de la película, un solo tiempo y todo contado de manera cronológica, a diferencia de lo que sucedió en el primer Deadpool. El humor y la acción, que al final son la base de las dos películas del mutante más cínico del universo Marvel, se asemejan mucho. Y eso hace que la película se pueda entender como una secuela fiel al material original que convirtió a Deadpool en uno de los éxitos sorpresa de 2016, pero que también se pueda ver como una sobreexplotación de la fórmula para tratar de exprimir un poco más la taquilla, tirando del manual de la secuela perfecta. Es decir, ampliando el número de personajes y tratando de que todo parezca un poco más grande.
¿Lo es? En realidad, da la sensación de que no del todo. Unos personajes entran, especialmente el Cable interpretado por Josh Brolin, al que el papel seguramente le habría encajado más y mejor hace unos años, y más que hacer que otros salgan lo que vemos es que disminuyen su importancia sobre el papel. Y no diremos más para no arruinar las sorpresas de la cinta. La premisa de la película, oculta bajo la carcasa de humor cínico que tiene, es tan sencilla como lo era en la primera. Y el hecho de que Cable viaje desde el futuro para matar a alguien hace que las comparaciones con Terminator sean algo odiosas para Deadpool 2. Lo que asume la película es que no va a tener un villano de categoría, sino uno que apueste por la irreverencia. Pero en realidad esta no es tan salvaje como se pretende. Quizá en los años 90 hacer que un niño cabreado con algo de sobrepeso se convierta en el villano de la película sí hubiera tenido ese efecto, pero hoy da la sensación de ser un recurso cómico trillado. Y eso mismo se puede decir de algunos chistes (¿todavía puede Ryan Reynolds seguir riéndose de su papel en Green Lantern (aquí, su crítica)?) o de seguir apostando por versiones cómicas de personajes que habrían podido ser un divertido contrapunto serio a Deadpool, como Coloso, reincidente la película en este caso, o el propio Cable.
El fuerte de Deadpool 2 está, lógicamente, en sus chistes. Alusiones a Vengadores. Infinity War (aquí, su crítica), a Logan (aquí, su crítica) y a todo lo que se mueve, por supuesto chistes sexuales a tutiplén y desmembramientos, fracturas y golpes varios del protagonista van nutriendo la película y sacando risas para disimular que la historia es escasa. Es la esencia de este Deadool cinematográficoy ahí la película consigue todo lo que se propone. También con sus escenas de acción, y quizá sobre todo en esas secuencias casi oníricas en las que Wade ha muerto. Porque si, no hay spoiler eso es lo primero que Deadpool dice en la película, que va a morir. La incluso de Domino, interpretada por Zazie Beetz, como muestra de la tristemente divertida creación de una X-Force que ya parece obvio que no tendrá película propia, también está entre los puntos fuertes de Deadpool 2. La inclusión de un Juggernaut plano y digital (el guion hasta parece reírse de ello) no ayuda demasiado a que la película adquiera complejidad. En realidad no la quiere y ofrece un producto complaciente consigo mismo, satisfecho de reírse con sus propios chistes y que funciona por acumulación más que por mejoras o crecimiento. Eso basta para el corto plazo, pero también hace que, si hay que recordar este estilo de Deadpool dentro de unos años, la película a rescatar sea la primera y no esta secuela.

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