Guión: Manuel H. Martín.
Dibujo: Juanma Espinosa.
Páginas: 88.
Precio: 15,90 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Noviembre 2018.
Contar una historia con animales como protagonistas suele suponer un escenario que se coloca indefectiblemente entre Disney y George Orwell. Esos son los extremos, y se trata de ubicar en esa línea lo que cada autor quiere hacer. Pero con Una historia de perros viejos hay que citar una marca más. Lo que nos ofrecen Manuel H. Martín, cineasta que debuta en el mundo del cómic, y Juanma Espinosa, con amplia experiencia en animación, arranca como una suerte de actualización contemporánea de La dama y el vagabundo. ¿Disney, por tanto? Ni mucho menos. Es como si Martín y Espinosa cogieran ese relato y lo pasaran por el exprimidor de, y he ahí la otra influencia, Una historia de violencia, pero más la película de David Cronenberg (aquí, su crítica) que el cómic de John Wagner y Vince Locke (aquí, su reseña). Una historia de perros viejos es cruda y violenta, y es en algunos aspectos una buena metáfora de la vida real, sobre todo en lo que se refiere a la violencia machista o la impunidad de algunos delitos, claramente enfocados hacia la agresión sexual. Martín plantea un relato de tono crepuscular, como si Sin perdón se pudiera trasladar al mundo animal, y Espinosa le da forma en un blanco y negro contundente y que remite al noir de una forma clara y directa. Aparentemente sencillo, pero un tebeo esconde muchas cosas que merece la pena buscar.
Siempre podremos discutir si una historia tan sombría debe tener un final como el que tiene esta, y que por supuesto no desvelaremos aquí, pero al margen de eso resulta un viaje interesante. A Martín, más allá del hecho de utilizar animales como protagonistas, lo que le interesa es mostrar un mundo de emociones duras. Habla de la tristeza, del cansancio, del olvido, como características del perro protagonista, uno que ha tenido que abandonar el hogar que encontró después de una vida dura a consecuencia de una tragedia familiar. Habla del miedo, el que tiene una pequeña perrita abandonada por mala suerte, y que se convierte en el objeto de deseo de otro can que lidera una banda criminal. Todo lo que resulta sencillo en apariencia esconde varias capas de pasado, un poso que define bien a los personajes en su presente y que sirve para que la trama central avance, aunque quizá resulta un poco menos ambiciosa de lo que podría haber sido de buscar más referencias claras a nuestra vida real. Pero en cuanto a sensaciones Una historia de perros viejos no falla. Todo lo que sus dos veteranos actores van contando, en lo que acaba siendo una peculiar buddy movie, sirve para conducirlos a la explosión final de violencia, una que bebe claramente del cine americano de los años 70 y que el protagonismo animal no merma.
Revisando la trayectoria de Espinosa, puede considerarse su trabajo en esta novela gráfica como una agradable sorpresa. No es habitual el dominio de dibujos tan detallados en alguien que suele emplearse en encargos que necesitan economía de líneas, y tampoco es frecuente que la puesta en escena de una imagen fija esté tan lograda en alguien que suele buscar el movimiento. Eso es lo que Una historia de perros viejos ofrece, y es por lo que su dibujo deja tan buena impresión. Espinosa consigue que sus protagonistas, casi todos ellos, tengan claras emociones humanas en sus rostros sin necesidad de tender a la caricatura habitual, y eso le permite centrarse en ese tono de thriller y género negro que se apodera tan fácilmente de las secuencias más acertadas del cómic. Puede que tenga ambiciones más o menos concretas, e incluso limitadas, o quizá sea una manera de ver que los autores se han probado a sí mismos como creadores de algo diferente a lo que están habituados, pero Una historia de perros, con sus altibajos, deja un buen sabor de boca, escapa de muchas etiquetas, incluso de las mencionadas en estas líneas y sirve como un muy eficaz relato autoconclusivo que nos habla de la crudeza del mundo en el que vivimos, incluso sin referentes humanos con los que trazar un vínculo directo.
El contenido extra lo forman un prólogo de Carlos Zanón, un epílogo de Manuel H. Martín y bocetos de portada de Juanma Espinosa.
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