Guión: Jean-Michel Charlier.
Dibujo: Jean Giraud.
Páginas: 168.
Precio: 30 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2017.
Si hay algo que se puede decir de Blueberry es que es una serie que evolucionaba con los tiempos. Y los tiempos que le tocó vivir al personaje fueron convulsos. Por eso no es de extrañar que después de las aventuras coloristas y casi cínicas, Blueberry se adentrara en terrenos tremendamente violentos y sombríos. El general «Cabellos Rubios», que es el primero de los tres álbumes que compone este cuarto volumen integral del personaje creado por Jean-Michel Charlier y Jean Giraud, es en ese sentido una auténtica joya, una historia en la que Blueberry reacciona de una manera desesperada ante cada situación que se plantea, tratando de salvar las vidas de los indios y de los soldados, cuando en realidad los dos grupos se mueven en el delicado equilibrio que hay antes de prenderse una llama. La mina del alemán perdido y El fantasma de las balas de oro se mueven en escenarios podríamos decir que más convencionales, aunque sobre todo la persecución múltiple del último relato afianza la idea de que Blueberry, que siempre fue adulto, alcanzó aquí una madurez descomunal. No, Charlier y Giraud no hicieron solo un western, sino que crearon una amalgama de influencias americanas y clásicas, desde luego, pero también del nuevo género que estaba destilando el cine de Holywood y también el europeo.
Sí hay algo que todavía ahora asombra de este cómic es que, publicado hace medio siglo, Charlier supo mantener el toque aventurero desde tonalidades muy lúgubres. Blueberry nunca deja de ser el héroe, pero la épica no es la seña de identidad de estas historias. Y aún así, contadas de otra manera, si serían épicas. Eso es lo que choca de Blueberry, que juega con elementos que se salen de las fronteras habituales de su género y además lo hace sin miedo alguno, sabiendo jugar con elementos históricos, con arquetipos como el del secundario cómico, y siempre con una agilidad en los diálogos que resulta envidiable incluso tantas décadas después de que el cómic viera la luz por primera vez. Y es que Blueberry no parece envejecer. Al contrario, como un buen vino va convirtiéndose en algo único, que va madurando y que hace que incluso los lectores más acostumbrados a un cómic más contemporáneo encuentren elementos para engancharse. El primer álbum de este volumen, por todo lo que contiene, parece mucho más poderoso que los dos siguientes, pero si se leen con detenimiento hay elementos comunes que se mueven por territorios parecidos. La figura de Blueberry, en todo caso, está por encima de todo, es el pegamento que aglutina estas historias, sea como teniente del ejército o como sheriff de pueblo, es un personaje formidable.
El dibujo de Giraud impresiona de la misma manera. No es tan fácil, como sí lo es en la historia de Charlier encontrar esa evolución de la que hablábamos porque, en realidad, el dibujo de Blueberry siempre ha sido complejo y detallista, siempre ha mostrado una precisión y un acierto en todos los aspectos que resulta difícil mejorar. Los rostros exagerados y dramáticos nos conducen en una serie de escenarios impresionantes que bien podrían haber salido de una película de Hollywood. Dentro de los muchos elementos de Blueberry que parecen sobresalientes, y son unos cuantos, este es quizá el más soberbio de todos. Qué ambientación tienen estas historias. Ríos helados, áridas llanuras, pueblos polvorientos. En todos esos escenarios logra Giraud algo impresionante, ya sea de día o de noche, en escenas de acción, de carga de soldados (que bien las dibuja cada vez que Charlier le brinda esa oportunidad) o de diálogo. Por algo tiene Blueberry una muy merecida etiqueta de clásico, y por eso una edición integral como esta es un gozo para cualquiera, sea para cabalgar de nuevo con el personaje o para descubrirle por primera vez, porque si algo es obvio leyendo sus aventuras es que no ha envejecido lo más mínimo, por mucho que el contexto cuente tanto en su creación y seguramente también en su lectura.
El volumen incluye los álbumes de Blueberry titulados General «Tete Jaune», La mine del Allemande perdu y Le espectre aux balles d’or, publicados originalmente en la revista Pilote Hebdo entre julio de 1968 y julio de 1970, y recopilados por Dargaud en álbumes en octubre de 1971 y enero y julio de 1972. El único contenido extra es una introducción de Hugo Cassavetti ilustrado con imágenes.
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