Guion: Héctor G. Oesterheld.
Dibujo: Francisco Solano López.
Páginas: 368.
Precio: 30 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2018.
Que El Eternauta sea considerada como la gran obra del cómic argentino de ciencia ficción no es algo normal. Ya han pasado 60 años desde su publicación originaly su vigencia es tan grande en su terreno como lo es la de la obra que lo inspira, la mítica La guerra de los mundos de H. G. Wells. H. G. Oesterheld y Francisco Solano López firmaron un tebeo irrepetible, de indudable sabor clásico en su narrativa, con cierta ingenuidad a la hora de plantear su invasión extraterrestre como corresponde al tiempo en el que se gestó (y eso es lo que, al final, les da una etiqueta de clásicos como en el cine le sucedió a películas como Ultimátum a la Tierra y otras tantas), pero también con una complejidad que ya quisieran ambiciosas obras modernas que buscan una truculencia exagerada para lo que genios como Oesterheld sabían contar con una sencillez mucho más intrigante. El Eternauta es una joya, y lo seguirá siendo mientras haya lectores dispuestos a dejarse llevar por su magnífica propuesta de género, por su brutal lucha por la supervivencia que, puestos a hablar de influencias, tiene toques que el cine después mostró en películas como La invasión de los ultracuerpos de los años 70 o La niebla, la formidable película basada en el libro de Stephen King. El Eternauta anticipó muchas cosas y su relato mantiene una valentía tremenda.
Oesterheld se muestra como un escritor hábil que recoge elementos de obras intachables y añade cosecha propia para ampliar el relato. Sería ridículo hablar de El Eternauta como una copia de La guerra de los mundos, pero también innegable que se notan parecidos. O con Robinson Crusoe, otra influencia que reconoce el escritor y que está presente en su intensa narración en primera persona. Juan Salvo se convierte en estas páginas es un personaje esencial porque en él se personifican muchas de las emociones humanas que podrían darse si una invasión se produjera en términos como los que imagina Oesterheld. No se puede restar méritos tampoco a lo bien que salta el escritor de un género a otro, partiendo de códigos que se asemejan a los del terror en esa misteriosa nevada que va cobrándose vidas inconscientes de lo letal de su toque, llegando a la ciencia ficción más pura cuando se producen los encuentros con las diferentes criaturas que forman parte de la invasión, y cayendo también en la acción, porque en el fondo es una guerra lo que estamos viendo. Y muchas más cosas, porque si algo es El Eternauta es una obra que evoluciona con una madurez sobresaliente, sin sentirse atada a un esquema que haya que seguir inexorablemente. Y qué final. Muy clásico, puede que hoy ingenuo, pero qué final.
Si la historia tiene trazas clásicas, y lo mismo se puede decir de su narración, pasa algo parecido con el dibujo. Solano López coge un estilo clásico de tira de prensa norteamericana, con un corte realista, y narra la historia desde ahí, desde el cierre de viñetas pequeñas en las clásicas hileras que muy pocas veces rompe esa estructura. Y cuando lo hace es brutal. La splash page que organiza en el tercio final para mostrarnos la tecnología alienígena es otro maravilloso contaste con lo bien que es capaz de ocultar con misterio la forma de los diferentes invasores, añadiendo el misterio a los géneros que Oesterheld toca en el brillante guion que Solano López ejecuta con una fuerza tremenda. El ilustrador no se queda atrás a la hora de ejecutar lo que le propone el escritor, y ahí en sus lápices tanta audacia como la que recibe en las páginas escritas. Eso, por mucho que hoy en día hayamos visto docenas de historias de este corte, hacía que en su momento El Eternauta fuera una obra bastante rompedora. Han pasado 60 años desde que esta historia se ganó por derecho propio un hueco en el imaginario colectivo de la ciencia ficción, y está edición remasterizada permite releer una vez más una obra imprescindible o, qué envidia, descubrirla por primera vez. Las ganas de vivir la aventura de Juan Salvo luchando por Buenos Aires son contagiosas.
Hora Cero Semanal publicó originalmente El Eternauta entre 1957 y 1959. El contenido extra lo forman una introducción de Carlos Trillo, unas notas finales de Jorge García y un epílogo de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López.
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