Guion: Peyo.
Dibujo: Peyo.
Páginas: 288 / 244.
Precio: 32 euros cada uno.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2017 / Enero 2018.
Cuanto más se adentra uno en el mundo de Los Pitufos, más apasionante se vuelve. Todos tenemos en la cabeza que es una serie infantiles más populares del cómic franco-belga. Peyo creó algo que perdura, que sigue estando más que presente en el imaginario popular, también gracias a las adaptaciones al cine, por escasas de méritos que puedan resultar. Pero Los Pitufos es más que un tebeo infantil. Eso se veía ya desde sus primeras aventuras, y hay lecturas que se pueden hacer de las historias del segundo y tercer volumen integral, los que nos ocupan, que pueden resultar hasta turbias. La propia existencia de la Pitufina, un relato ampliado aquí con Sasita, la pizpireta nueva pitufa de trenzas pelirrojas, o el bebé pitufo que por error deja una cigüeña en la pequeña aldea de nuestros héroes azules encarnan muy bien esas dobles lecturas que hay en la obra. Peyo tuvo la inteligencia de envolverlo todo con la idiosincrasia de los Pitufos de encarnarse en profesiones y sensaciones, tanto nos divierte ver a los Pitufos en una suerte de Juegos Olímpicos organizados por Pitufo Fortachón que con las ansias aventureras del Pitufo Astronauta, todo vale para que nos sintamos en otro mundo y sobre todo para que los más pequeños disfruten. Pero siempre sin olvidar que Peyo no solo escribía para ellos. Ni por asomo.
Todo esto no quiere decir que haya que considerar Los Pitufos como una obra subversiva o subliminal, porque no lo es. Pero como fantasía que es, sí que resulta muy divertido comprobar que todo funciona con sus propias normas. Peyo supo hacer virtud de algo tan sencillo y reiterativo como los paquetes explosivos del Pitufo Bromista, o de la soberana estupidez de Gárgamel y su incompetencia a la hora de localizar el poblado pitufo que tantas veces llega a visitar de mil y una formas diferentes. Hay gigantes hambrientos, pociones que transforman a los Pitufos en criaturas todavía más extrañas, bichos peligrosos como el memorablemente denominado Ketekasko… ¡y casi hasta una guerra civil entre los Pitufos del norte y los del sur que bien podría entenderse como el reflejo de situaciones políticas que en España nos pillan muy de actualidad! No se puede decir que Peyo y sus colaboradores no tuvieran imaginación a la hora de plantear sus historias, o la habilidad suficiente para llevarlas al terreno de lo infantil, que al fin y al cabo es el que pretende integrar de manera clara esta serie. Pequeños relatos, historias cortas y álbumes largos, nada resultaba extraño a los Pitufos, y eso también añade mérito y versatilidad, porque no hay margen para el aburrimiento incluso aunque haya alguna aventura concreta que pueda entretener menos.
El mundo colorido de Los Pitufos es otra de las claves. Peyo era un dibujante notable. El acierto en el diseño de sus personajes y la forma en la que supo suavizarlo después de su primera aparición en Johan y Pirluit y que pudimos leer en el primer libro de esta serie de integrales (aquí, su reseña) es esencial para entender lo bien que funciona la serie y por qué es la base de un imperio multimedia tan popular. Sus dibujos son, prácticamente, los bocetos de los juguetes que casi todo el mundo ha tenido en las manos, funcionan como el storyboard de una serie de dibujos animados y, desde luego, son el medio perfecto para llevar al cómic cada una de las aventuras que tenemos entre las manos. Y no solo los Pitufos. Gárgamel, Azrael, la aldea y cada uno de los invitados, que hay unos cuantos, están pensados para que hasta el lector más joven pueda encontrar un deleite visual instantáneo. Y no, no es fácil conseguir algo así por mucho que alguien se pueda empeñar en pensar que hacer esto está al alcance de cualquiera. No cometamos el error de minusvalorar un cómic por el hecho de que apueste por un tono o un estilo juvenil o incluso infantil, porque al final estos son los lectores más duros. Con estos dos volúmenes, la idea de que Los Pitufos era una serie maravillosa se afianza y crece. Y el recuerdo de la figura de Peyo se engrandece.
Los volúmenes incluyen las venturas de Les Schtroumpfs publicadas originalmente en la revista Spirou entre 1958 y 1990. El único contenido extra son sendas introducciones de Antoni Guiral.
En nuestra galería de Facebook podéis acceder a todas las páginas que mostramos de todos los títulos que comentamos.