Guion: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Fiona Staples.
Páginas: 152.
Precio: 16,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Septiembre 2018.
Hemos llegado a un punto bastante particular de Saga. La serie sigue siendo deliciosa en muchos sentidos, pero hay que reconocer que en este octavo volumen llega a descolocar por momentos. Brian K. Vaughan ha ampliado tanto su universo y ha creado personajes secundarios tan fascinantes, que se siente en la obligación de acercarse a ellos de vez en cuando, lo que provoca que dejemos de ver a Marko y Alana, la pareja protagonista, y a la pequeña Hazel, su hija y nuestra narradora desde el principio. Es ahí donde Saga, en cierta manera, flaquea, aunque sea levemente, y donde nos hace plantearnos si no tendría que haber encontrado ya un final que redondeara una historia memorable. Afortunadamente, son sensaciones que quedan difuminados por los buenos momentos de esta entrega, que los hay y muchos. Pero la duda es razonable. Y hasta sana, porque seguramente también ayudará a Vaughan a reflexionar sobre los verdaderos objetivos de la serie para recuperar la senda de los primeros libros, aquellos en los que Saga era la incontestable serie de ciencia ficción del momento. Sigue siéndolo en parte, eso no ha acabado ni se ha perdido, y Hazel y la relación que traba hasta el final con un personaje que no desvaremos debería ser suficiente para convencernos de que sigue habiendo mucha genialidad en estas páginas.
Pero la historia de Marko y Alana es especial. Saga son ellos. Y Vaughan siempre ha sabido darles algo con lo que avanzar. Algunas de sus decisiones podrán ser discutibles, pero las de este volumen no parecen formar parte de lo que pueda generar dudas. Aquí, con ellos dos, con la familia que forman, el acierto es total. Sus motivaciones, sus sentimientos, la manera en la que se hablan y en la que hablan a su hija. Todo es tan cercano que es fácil olvidarse de cuernos, alas, poderes especiales y guerras intergalácticas para verles como lo que son, personas de carne y hueso, con las que es tremendamente fácil sentir, emocionarse y sufrir. De todo hay en Saga, en esta Saga que ha montado Vaughan con un mimo soberbio. Pero han vivido ya tanto que el foco se dispersa, y cuando lo hace la serie pierde poder. Sigue siendo buena, porque el escritor ha creado personajes notables y sugerentes, pero ahí es menos Saga y todos parecemos conscientes de ello. Esos instantes provocadores que Saga ha tenido desde el principio aquí parecen haber perdido algo de frescura. El lenguaje sigue divirtiendo, pero la sorpresa ya ha pasado. ¿Qué funciona entonces? Efectivamente, Marko y Alana. Pero no solo ellos, sino todo lo que les afecta. Ahí es donde Saga se mantiene intacta y a nivel altísimo, es en esos momentos cuando las páginas se devoran y se pide más en todos los sentidos.
Ahí, y en el dibujo de Fiona Staples. Ahí no hay agotamiento, cansancio ni dudas y nos sentimos como en el primer día, con la necesaria cercanía a los protagonistas, que además se ha visto potenciado por todo lo que aporta Hazel, a la que Staples no necesita colocar en primer plano para que se lleve de calle algunas viñetas. Por supuesto, el festín visual que permite una serie de ciencia ficción de estas dimensiones sigue siendo algo notable en el dibujo de Staples. Pero quizá donde haya que entender de verdad la genialidad que hay en Saga es en lo fácil que se asimila todo, desde las escenas de sexo, muy atípicas siempre para lo que se suele ver no ya en el mainstream sino incluso en la ficción audiovisual en general, hasta el diseño de escenarios, criaturas y personajes. Da igual que sean homenajes al western o al terror, que de todo hay en esta parte de la aventura, porque Staples sale con nota de cualquier reto. La joya de esta entrega está en la forma en la que se resuelve el penúltimo número del libro, que es lo que nos recuerda con absoluta claridad la brillantez que Saga sigue teniendo a estas alturas, incluso a pesar de que ahora mismo la serie también sea susceptible de ser vista con un ojo más crítico que en sus inicios. No es el mejor momento de la serie, pero deja instantes que nos recuerdan la excelencia. Más que suficiente para seguir aquí.
El volumen incluye los números 43 a 48 de Saga, publicados originalmente por Image entre mayo y octubre de 2017. El único contenido extra son las cubiertas originales de Fiona Staples.
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