‘Stern 2. La ciudad de los salvajes’, de Frédéric y Julien Maffre

Editorial: Norma.

Guión: Frédéric Maffre.

Dibujo: Julien Maffre.

Páginas: 80.

Precio: 19 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Noviembre 2017.

Con el primer álbum de Stern, El sepulturero, el borracho y el asesino (aquí, su reseña), Frédéric y Julien Maffre demostraron lo eficaz que era su cínica forma de interpretar el western. El protagonista, no lo olvidemos, es un sepulturero, lo que ya una idea clara de por dónde van a ir los tiros. Con el segundo álbum, La ciudad de los salvajes, dan un paso hacia adelante. Varios pasos, en realidad. En primer lugar, consolidan su apuesta, porque esta aventura es incluso más divertida que la que sirvió para presentar al personaje. Después, ahondan en su pasado, mostrándonos justo lo que la historia necesita para ser aún más divertida. Y, finamente, la excusa es sencillamente delirante. Los libros, esos artículos que en el Oeste eran cosa de tipos raros, están en el origen del viaje de Stern a Kansas City. La gran ciudad como un lugar peligroso y en el que pueden pasar mil cosas que en los pequeños y aparentemente más desprotegidos pueblos ni siquiera imaginarían. Paso adelante en el concepto, pero también en la escala, en los escenarios y en el contundente absurdo que tan bien funciona en este atípico western, en el que no hacen falta vaqueros ni indios para sentirnos en ese escenario tan atractivo. Y por si faltara algo, hay un toque femenino y feminista bastante interesante.

El misterioso pasado de Elijah Stern era un elemento que Maffre utilizó en el primer álbum, pero no algo excesivamente definitorio como para que fuera necesario esperar más tiempo para conocerlo con algo más de detalle. La ciudad de los salvajes no desvela todos los misterios, no tiene tampoco ese objetivo, pero sí aborda algunos bastante trascendentes. Buena forma de que Frédéric, autor del guion, consiga mantener el interés que ya había generado con la historia inaugural de la serie. Stern, de hecho, iguala dos elementos que muchas veces se oponen, el protagonista y el escenario, y aunque este último cambie con respecto al arranque de la serie para este segundo álbum, sigue siendo tan natural y adecuado para el personaje como sucedía en el primero. La capacidad además que tiene Frédéric para crear personajes da lugar a una formidable galería de secundarios que se antoja difícil de igualar en un tebeo de estas características y con el reducido espacio que siempre otorga un álbum del mercado francobelga. También merece destacarse la forma en la que consigue incluir en la historia un marcado amor por la cultura, por la literatura y hasta por la pintura, al igual que los personajes femeninos que maneja, fundamentalmente tres y cada de una de estas mujeres es tan diferente a la otra que hay que quitarse el sombrero por lo bien escritas que están todas.

Pero no hay que olvidar lo fundamental. Stern es una comedia cínica. Lanzarse a ese género sin el dibujante adecuado es una especie de suicidio, y en este caso la compenetración entre los Maffre es absoluta. Julien presenta una caricatura divertidísima, que le permite montar un enredo a la altura de la brillante portada del álbum, que da una idea de la cantidad de elementos que hay que introducir en la historia y que abraza el caos de una manera tan divertida. Eso nos lleva al siguiente elogio que se puede dedicar al trabajo de Julien. Este es un western, sí, y pocos géneros exigen unos códigos más concretos, pero el ilustrador aporta una versatilidad espléndida, que sirve para cubrir escenas de todo tipo con el mismo nivel de eficacia. Una mula, un par de botas y un poco de dinero que estaba pensado para gastar en libros son las excusas de los Maffre para montar uno de esos tebeos divertidos de principio a fin, que saben reírse de los tópicos del género que aborda, que hasta sirve para trazar alguna que otra crítica social aplicable a nuestros días y que prolonga una serie que, de seguir así, ojalá esté viva durante muchísimo tiempo y siga dejándonos historias tan logradas como esta. Western, sí, pero si alguien tiene prejuicios ante el género bien haría en enterrarlos para disfrutar así del mordaz humor de los Maffre.

Dargaud publicó originalmente el segundo álbum de Stern, La cité des sauvages, en enero de 2017. No tiene contenido extra.

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