‘Unreal City’, de D. J. Bryant

Editorial: La Cúpula.

Guión: D. J. Bryant.

Dibujo: D. J. Bryant.

Páginas: 112.

Precio: 26,50 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Mayo 2018.

Aunque en la traducción al español perdamos algún matiz, como por ejemplo pasaba con el Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick, pocas veces tendremos la sensación de que el título de un cómic es tan adecuado como en Unreal City. En él, D. J. Bryant nos sirve cinco relatos, cuatro de ellos en blanco y negro y uno más en color, en el que se cuelan toda suerte de rarezas y bizarradas que nos llevan a un mundo abiertamente irreal, pero en el que al mismo tiempo asistimos a perversiones, fantasías y miedos muy reales. El de Bryant es un universo contradictorio por vocación, sorprendente por elección y fascinante por ejecución. Raro, desde luego. Pero fascinante. Es imposible saber lo que nos espera en la siguiente página, y eso nos invita a sumergirnos de una manera absoluta en una propuesta que probablemente no está pensada para ser disfrutada de otra manera. Bryant pide al lector una complicidad sin reservas, y le da misterios, sexo e ideas atrevidas. No es, ni quiere ser, un cómic para mayorías, pero sí uno que satisfaga deseos muy íntimos y personales, que nos haga fruncir el ceño más que esbozar una sonrisa y que nos deje poso. Unreal City corre el riesgo de asomarse tanto a la extrañeza que no se quede en la memoria tanto como le gustaría, pero lo hará si el lector arriesga y acepta el juego.

Porque en el fondo Unreal City es eso, un juego. Uno en el que no parece haber más normas que las que imagina Bryant, uno en el que la identidad sexual es una confusión más de la vida cotidiana, en el que la mente rige sobre todas nuestras percepciones sensoriales, en el que los géneros se confunden hasta desvanecerse. Un juego, en definitiva, con sus propias normas. Aceptarlas implicar disfrutarlo de principio a fin. No aceptarlas, al menos no en un comienzo, obliga a un esfuerzo mayor. En las historias de Bryant hay drama introspectivo, hay thriller y hay fantasía, pero no de una manera pura o pensada para gustar a los aficionados del género en cuestión, sino como herramientas para hacer algo diferente. Por eso, encasillarle es algo francamente difícil y muy poco aconsejable, cuando se está ante una obra que no quiere fijarse límites resulta contraproducente ponérselos desde el lado del lector. Es obvio que tiene un muy marcado carácter indie y que a su experiencia psicodélica solo le falta el color, las luces que de hecho sí adornan la contraportada del libro, casi como si se tratara de un mensaje subliminal. Y en esa línea, es un tebeo bastante singular. Salvo que la rareza repela, que tampoco hay tantas razones para ello, siempre da la sensación de estar ofreciendo al lector algo original y diferente.

En el dibujo se puede intuir una cierta influencia de Charles Burns para crear algo que siempre parece moverse a medio camino entre la realidad y la fantasía, incluso en la fantasía sexual más alcanzable, para que ninguno de los dos aspectos prime claramente sobre el otro. Se trata, y ahí hay un acierto notable, de impedir al lector que se anticipe. Con el dibujo, Bryant consigue una cercanía con los personajes que sirve a ese fin y que casi parece una provocación en un mundo tan aparentemente subversivo como este. Y a la vez, aunque haya mucho realismo, Bryant se muestra como un dibujante muy sugerente, que es capaz de utilizar elementos muy diferentes para dar vida a una fantasía rara por decisión propia. Unreal City es un tebeo fácil solo si nos quedamos en la superficie. Ya sabemos que el sexo vende, y aquí hay mucho y muy explícito. Y la locura también vende. ¿Cómo si no entender un tebeo como este? Pero precisamente por eso es importante escoger la lectura difícil, la que supone un reto, la que se mueve en niveles inconscientes y hasta subliminales. Entendiendo sus particularidades, hay mucho que encontrar entre sus páginas. Pero Bryant sabe que está exigiendo ese esfuerzo inmersivo.

Fantagraphics publicó originalmente Unreal City en septiembre de 2017. El volumen no tiene contenido extra.

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