Cine – ‘Han Solo. Una historia de Star Wars’, de Ron Howard

Título original: Solo: A Star Wars Story.

Director: Ron Howard.

Reparto: Alden Ehrenreich, Woody Harrelson, Emilia Clarke, Donald Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Joonas Suotamo, Paul Bettany, Erin Kellyman, Jon Favreau, Linda Hunt.

Guión: Lawrence y Jonathan Kasdan.

Música: John Powell

Duración: 135 minutos.

Distribuidora: Disney.

Estreno: 25 de mayo de 2018 (Estados Unidos y España).

Desde hace ya demasiado tiempo, hay un baremo de juzgar cine que resulta peculiar. Ya lo vemos y disfrutamos lo que tenemos delante, si o que juzgamos lo que podría haber sido, a consecuencia del exceso de información (y lo que no es información) previa con el que somos bombardeados, y lo que cada uno de nosotros creemos que tendría que haber sido, como si fuéramos los únicos garantes legitimados para salvaguardar la esencia de aquello que nos entusiasma, sin importar que comparamos gustos con otros millones de personas. Cuando arranca Han Solo, la segunda película del sello Una historia de Star Wars después de Rogue One (aquí, su reseña), una inmensa mayoría de los espectadores ya ha decidido si le va a gustar lo que aún no ha visto. Y eso, queridos amigos, es el gran error de la percepción contemporánea que tenemos del cine. Que si se despidió a mitad de rodaje a Phil Lord y Christopher Miller por el excesivo celo de Lucasfilm, que si Ron Howard era solo un mandado para que el barco no naufragar, que si Alden Ehrenreich era un actor pésimo que daba vergüenza ajena… Y el final, cuando se estrena finalmente Han Solo, lo que vemos es un espectáculo tan digno que todas las habladurías previas debieran provocar el efecto contrario, que el cariño por la película se multiplique.

Howard, después de años de seriedad absoluta en su cine, se ha tomado un descanso para retomar el espíritu que hizo de Willow una de las películas más imaginativas de su tiempo. Las fronteras de género de diluyen en Han Sólo sin que por eso dejemos de estar viendo una película de Star Wars. Todos esperábamos la película de pícaros ladrones, y esa nos la sirve Howard con mucha adrenalina, pero quizá era menos previsible el episodio bélico que nos cuela. O la trepidante evasión con la que arranca el filme. Sí, es obvio que Ehrenreich no tiene el carisma del Harrison Ford de la trilogía clásica pero el envoltorio es tan bonito y hay tantos momentos pensados para satisfacer al fan clásico de la franquicia sin perder por ello el rumbo de contar una historia nueva, que cualquier pequeño defecto que pueda tener la película, y los tiene, se pasa por alto con mucha facilidad. Y es que Howard, para todos aquellos que fueron al cine pensando el desastre que iban a presenciar, les ha ofrecido una película muy entretenida, escapismo puro y demasiadas pretensiones que cumple con el universo del que firma parte sin agobiarse excesivamente con una fusión exquisita con la continuidad. La respeta, pero se guarda un par de sorpresas muy interesantes para los seguidores del universo expandido.

Si hay algo que se le puede pedir a cualquier película de Star Wars, y eso fue la base de más furibunda y probablemente desmesuradas crítica a George Lucas por las precuelas y de las sublimes alabanzas igualmente inmerecidas para J. J. Abrams por El despertar de la Fuerza (aquí, su crítica), es que sepa fusionar lo clásico y lo nuevo. Han Solo lo hace. Ver al Halcón Milenario comanda, a Chewbacca pilotándolo, a Lando siempre el granuja tramposo que se intuía en El Imperio contraataca (aquí, su crítica) es una delicia. Y que eso se junte con escenas tan imaginativas como la del golpe a esa especie de tren visualmente tan loco o con personajes como los de Emilia Clarke o Paul Bettany es algo que hay que agradecer a Howard, y también guion coescrito entre Lawrence Kasdan y su hijo Jonathan. Han Solo es una película manifiestamente disfrutable, muy entretenida, con una música trepidante de John Powell, con la misma magia visual de siempre y con su falta de ambición y su pretensión de ofrecer un buen rato más que logra un lugar de leyenda como principal argumento en contra. Y eso, la verdad, es muy poca cosa para la más que digna diversión que ofrece la película. Fuera complejos. No todas las películas tienen que ser la experiencia de nuestras vidas. Si seguimos así, al final no nos gustará nada. Y eso sería una auténtica pena.

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