‘Red Sonja. La balada de la diosa roja’, de Roy Thomas, Esteban Maroto y Santi Casas

Editorial: Planeta Cómic.

Guión: Roy Thomas.

Dibujo: Esteban Maroto y Santi Casas.

Páginas: 72.

Precio: 25 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Abril 2018.

Para la precariedad que muchas veces destacamos del cómic español (que la tiene, y eso impide que auténticos genios puedan vivir de esto con holgura como merecerían), somos muy afortunados. Por historia y por presente. Y cuando ambas cosas se dan la mano, solo nos queda aplaudir. Red Sonja nació de la imaginación de Roy Thomas para enriquecer la leyenda del Conan de los cómics. Y aunque fue Barry Windsor-Smith el primero en dibujar a la pelirroja, su aspecto definitivo se lo debemos a Esteban Maroto. En La balada de la diosa roja vemos el reencuentro entre ambos, y lo vemos de una manera muy especial, puesto que se trata de un cómic impulsado en España, publicado aquí en primer lugar gracias al esfuerzo de Planeta Cómic. Lo que tenemos entre manos es una recreación maravillosa del origen de Sonja creado al estilo Marvel, es decir, con Thomas ideando el argumento, dejando en anos de Maroto y el fantástico Santi Casas el dibujo y después colocando los diálogos. Ya no se hacen cómics así. Ni por la forma, ni por el fondo. Y por eso tenemos que sentirnos afortunados, porque tenemos en las manos algo muy especial, hecho con un cariño palpable hacia el personaje, que está llamado a acercar a nuevas generaciones a sus aventuras y que a los nostálgicos nos lleva de nuevo a un universo maravilloso.

Thomas idea la historia en dos tiempos. Arrancamos en el presente, con un tirano despiadado al que cantan una balada sobre Red Sonja. Ahí arranca el flashback. Uno violento y descarnado. Quizá hoy en día no podría surgir una heroína de una historia como esta, porque Sonja, no lo olvidemos, nace de una violación múltiple y de la aparición de la diosa Morrigan para darle a la muchacha agredida las armas para vengarse. De tan despreciable humillación, surge una mujer en todos los sentidos, una capaz de pelear sus batallas, de llevar justicia a quienes han sufrido como ella. Pocas veces se habrá conseguido un personaje femenino tan fuerte y admirable desde una base tan evidentemente sexualizada. Y Thomas siempre ha entendido bien lo que tenía entre manos. Por eso Sonja sigue funcionando más allá de su evidente atractivo físico y de su innegable carácter de icono erótico. La historia de Sonja contiene las dosis necesarias de drama y aventura como para que siga siendo eficaz. La balada de la diosa roja, incluso con la violencia que emana de sus momentos más crudos, es una magnífica forma de recuperar no solo el origen sino también la gloria de Red Sonja. Con sencillez, desde luego, incluso sacrificándose para bordear las fronteras de lo previsible, pero también con mucha magia, épica y aventura.

La suma de Maroto al proyecto era algo lógico, previsible y, de alguna manera, necesario. Recuperar a Red Sonja desde su nacimiento real convertía en un acto de justicia que eso lo pudiera ilustrar el artista al que debemos el aspecto más querido y reconocible del personaje. Y sus páginas son una delicia que alimenta la nostalgia, pero también el gusto del lector moderno. El cómic no va de épocas, sino de sensaciones, y hasta asumiendo que el trazo de Maroto pertenece a otro tiempo es imposible no disfrutar con él, con sus maravillosas composiciones de página y con la manera en la que mueve a la heroína, antes incluso de alcanzar su personalidad definitiva. Pero La balada de la diosa roja no se queda ahí. Maroto dibuja el flashback, mientras que Santi Casas se ocupa de la secuencia del presente. Su Sonja es distinta y a la vez reconocible, como dice el propio autor “más bárbara, salvaje e indomable”. No es una muñeca. Es una mujer de carne y hueso pero con batallas y cicatrices a sus espaldas. Y se ve, pero sobre todo se siente. Ese es el triunfo de sus páginas, además de la portentosa ambientación con un blanco y negro roto por el rojo intenso. Y ese es el gozo adicional que recibe el lector cuando pasa las páginas de La balada de la diosa roja, epítome de todo un género y de la trayectoria de un personaje que está más vivo que nunca.

El contenido extra lo forman introducciones de Roy Thomas, Esteban Maroto y Santi Casas y un portafolio de bocetos comentados por los autores.

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