Autora: Magela Ronda
Dibujo: Esther Gili.
Páginas: 64.
Precio: 19,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2017.
El estilo de Esther Gili tiene una cualidad bastante singular, y es que sabe ser tan simpático como bello. Tomemos, por ejemplo, el dibujo que hizo en 39 semanas y mis experiencias como madre novata (aquí, su reseña). Cercana, agradable y divertida. Pero ahora veamos lo que logra en El lenguaje de las olas. Es Esther Gili pero es a la vez algo totalmente diferente. La belleza se apodera de su dibujo para dar forma a una singular historia de amor escrita por Magela Ronda. No es una historia lineal ni convencional, porque va introduciendo elementos que se salen del mismo relato y porque tampoco apuesta por contar un trasfondo para que entendamos todo lo que está pasando. De hecho, más que de entender se trata de sentir. Y por eso es un libro que cada lector interpretará, probablemente, de manera diferente. Y esa es la magia de El lenguaje de las olas, un libro más denso y complejo de lo que puede parecer a simple vista, que esconde muchas lecturas y que se puede apreciar por ello de maneras diferentes. ¿Público objetivo? Puede que no lo haya, aunque también es cierto que podemos caer fácilmente en la tentación de etiquetarlo como un relato para mujeres. No lo es, en realidad, pero dentro de ese terrible mundo de las etiquetas esa es la más fácil de adjudicar a un libro que se lee con mucha facilidad.
Resulta vidente que este tipo de libros ilustrados tienen su principal atractivo en su aspecto visual, y ahí es muy fácil dejarse enganchar por Esther Gili. La forma en la que da cualidades marinas, casi de sirena, a la protagonista, a Cian, es digna de mención. Pero también la vida que le da a Olmo, porque la fascinación que provoca la ilustradora es femenina en el aspecto y en la vista, a un lado y al otro de sus personajes. Eso se complementa bastante bien con las palabras de Ronda, que no tienen la métrica de la poesía pero sí la vocación de hacernos sentir como si estuviéramos ante un libro con esas cualidades. La mezcla es exactamente lo que busca, algo hermoso, intenso, íntimo y cercano, con tanta fantasía como romanticismo, pero sabiendo que lo que está contando es un viaje emocional. La belleza no siempre se esconde en palabras e imágenes felices, y eso es algo que las dos autoras entienden bastante bien en el viaje que proponen. El lenguaje de las olas apuesta por lo sensorial, tanto desde las palabras como desde las imágenes, para llevarnos a un mundo que tiene la cualidad de ser algo totalmente ajeno a nuestro día a día pero que en el fondo quiere tocarnos la fibra a través, precisamente, de lo más cotidiano. Por mucha imaginación que tenga y utilice, es una hermosa llamada de atención hacia la belleza de la realidad.
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