Guión: John Wagner, Alan Grant y Alan Moore.
Dibujo: Jesús Redondo y Heinzl.
Páginas: 192.
Precio: 20,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Octubre 2017.
Lo que nos propone El monstruo es un viaje al pasado. Pero no un viaje por el hecho de que sea una historia que tiene más de tres décadas de vida, sino por su misma narración. Lo que Alan Moore y Heinzl crearon y que en realidad desarrollaron John Wagner y Alan Grant al guion y Jesús Redondo al dibujo es una historia de otro tiempo. Es una que tendría cabida en el mundo de las viejas revistas de terror que se movían al margen del Comics Code Authority. Es una que emula el formato televisivo de El fugitivo, que en realidad por las características del protagonista es más bien como El increíble Hulk, con los evidentes toques de Frankenstein, y que añade el elemento familiar de un menor como hizo Starman. Es clásica por los cuatro costados. Es un viejo cómic de terror en blanco y negro como ya no se hace. Para entenderlo, y sobre todo para disfrutarlo como se merece, ese viaje al pasado es casi imprescindible. Tiene algo menos de inocencia de la que seguramente habría tenido una o dos décadas antes, y si se rebusca debajo de su superficie podemos darnos cuenta de que tiene mucho más de lo que vemos, sobre todo en sus primeros capítulos. El hecho de que sea una creación de Moore, y por qué no decirlo también la circunstancia de que su dibujante sea español, le da una aureola de cómic de culto que no resulta del todo inmerecida.
El planteamiento es atractivo, los personajes notables. ¿Qué puede fallar? Que Wagner y Grant, firmando como Rick Clark, inciden mucho en un mismo esquema durante buena parte de la historia. En su huida, el joven Kenneth y su deformado tío se van topando con gente poco amistosa y se produce un enfrentamiento que acaba de una manera violenta. Eso mismo lo vemos muchas veces a lo largo de la historia. Probablemente es algo inevitable, porque de lo que se trata es de trasladar al lector la idea de que estamos ante una criatura tan inocente como peligrosa. Pero precisamente por eso, lo más hermoso de El monstruo es cuando se abandona el escenario en el que nace. No se trata de revelar más de la cuenta, pero en su segunda mitad sí que se rompe esa dinámica de El fugitivo con la que arranca y la historia alcanza una nueva dimensión. Puede ser que sea ahí donde Wagner y Grant consiguen desligarse de la propuesta original de Moore y hacer un poco más suya la serie. O puede, sencillamente, que se buscara el cambio que pide un relato por entregas como este para mantenerse en el tiempo y seguir llenando las páginas de las revistas en las que se publicó, algo que sí se deja ver en un final algo abrupto pero que en lo temático hace bastante justicia a los personajes.
La gran ventaja con la que jugó Redondo al hacerse cargo de la serie es que en su primera entrega, la que dibujó Heinzl, el monstruo del título no llegó a hacer acto de presencia. Dicho de otra manera, la criatura es enteramente suya. Y el resultado es espléndido. Redondo consigue que su blanco y negro tenga una atmósfera muy especial, digna de las clásicas revistas de terror. Su detallado dibujo funciona a la perfección no solo para los elementos más fantásticos del relato, los que hay en el primer tercio, sino también para que lo más cotidiano se amolde perfectamente a la situación de los protagonistas. Es un dibujante realista de la vieja escuela, y eso se disfruta en cada página, tenga lugar en un pantano o en la habitación de un hospital. Y la forma en la que inunda el rostro del monstruoso protagonista con tinta y, en cambio, ilumina el del joven Kenneth, supone un delicioso contraste que es difícil no disfrutar. Hay, efectivamente, muchos elementos disfrutables en El monstruo. No es la creación que casi nadie destacaría en la obra de Alan Moore, y no solo por el hecho de que solo la creara para tener que abandonarla, pero por planteamiento, historia y desarrollo, es un relato que merece la oportunidad de seguir con vida después de tantos años. Su edición integral, desde luego, le hace justicia.
El volumen incluye material los números 1 a 15 de Scream! y 128 a 158 de Eagle, publicados originalmente entre 1980 y 1983. No tiene contenido extra.
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