‘Batman. Rastro de pólvora’, de Ann Nocenti y Ethan Van Sciver

Editorial: ECC.

Guión: Ann Nocenti.

Dibujo: Ethan Van Sciver.

Páginas: 104.

Precio: 13,50 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Septiembre 2017.

Es necesaria una aclaración antes de entrar en materia con Rastro de pólvora: no estamos ante historia de Batman. Ni siquiera ante una de Batman y Catwoman. Aquí la que manda es Selina Kyle. Ella es el motor, la circunstancia y el alma del relato. Es verdad que Ann Nocenti introduce a Batman, es verdad que de una manera un tanto facilona, porque es un personaje con el que Catwoman comparte la aversión por las armas, y justo es ese el tema que trata el relato, el in creíble poder asesino que tienen y la aceptación social de la que al mismo tiempo gozan en Estados Unidos. Puede que haya más reflexiones propuestas que satisfechas en el guion de Nocenti, pero es una muy buena aproximación a Catwoman, mucho mejor que su etapa en la serie regular del personaje (aquí, reseña de su primer número), aunque deriva también en una acción apabullante que busca esconder las carencias del relato. Las tiene, porque al final da la sensación de que la historia se alarga en demasía para lo que nos está contando Nocenti y con la excusa de que disfrutemos con la espectacularidad de Ethan Van Sciver, pero la obra cuenta con suficientes puntos de interés como para acercarse a ella y disfrutarla. Pero, eso sí, siempre y cuando tengamos en cuenta la advertencia inicial, la de que Batman pinta poco por estos lares y no es más que un recurso.

Rastro de pólvora es una simpática contradicción. Lo más llamativo e interesante de la obra es el debate sobre las armas de fuego que Nocenti crea a partir de la existencia de un arma inteligente, que dispara balas que se guían por el calor, y la carrera que se gesta para hacerse con esa herramienta de destrucción entre gente que quiere utilizarla, gente que quiere cobrar la recompensa y gente, como Batman, que quiere impedir que se fabrique en serie. Eso, y ahí empieza la contradicción, es lo que se va diluyendo poco a poco. No hasta el final, no de una manera que desilusione, pero sí dejando protagonismo a la intriga con la que nace la historia. ¿La ha usado Catwoman? ¿Es ella la autora de una auténtica carnicería? ¿Qué papel juegan los mafiosos y matones con los que está trabajando para encontrarla? Eso provoca la acción, lo que desde las primeras páginas parece la excusa para tratar temas profundos y que es en el final, cuando todo se resuelve, cuando deja sus mejores momentos. El debate va de más a menos, la intriga y la acción de menos a más. Todo un poco contradictorio. En realidad, como la propia Catwoman, un personaje que se mueve muy a gusto en esa frontera entre el bien y el  mal en la que Nocenti la coloca con bastante habilidad, como queda muy de manifiesto con la última página de la obra, una pequeña trampa pero que deja una sonrisa final en el lector.

No es esta exactamente una obra primeriza de Van Sciver, porque ya llevaba una década larga dibujando, pero sí que es verdad que su estilo ha evolucionado bastante desde que la hizo. Traducido, esto quiere decir que nos vamos a encontrar la espectacularidad que asociamos al ilustrador, sus puntos de vista arriesgados, sus contrapicados, sus posturas corporales llevadas al límite, pero a la vez y en algunas secuencias cierta confusión por un exceso de detalle que no beneficia a la ambientación. Pero en términos generales, es un trabajo notable y atractivo. Su versión de Catwoman, una mezcla de algunos de los trajes más populares que había tenido el personaje en los años anteriores, es bastante acertada y le sirve para darle un movimiento tan firme como sensual, que de ambas sensaciones se nutre el alter ego de Selina Kyle para moverse en las sombras de Gotham. Su Batman también está a la altura, como todas las páginas a nivel general. Rastro de pólvora no es una obra tan trascendente como podría haber sido teniendo en cuenta su planteamiento y el manejo de Catwoman que hace, pero sí que se queda como una buena aproximación al personaje y a su mundo y como una interesante reflexión sobre las armas de fuego, tan inconclusa eso sí como el mismo debate del que forma parte.

El volumen incluye los dos números de Batman/Catwoman: Trail of the Gun, publicados originalmente por DC Comics en agosto y septiembre de 2004. El único contenido extra son las portadas originales de Ethan Van Sciver.

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