Guión: Will Eisner.
Dibujo: Will Eisner.
Páginas: 536.
Precio: 32 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2017.
Hay un ejercicio que el lector, como el espectador, no siempre hace, que es el de contextualizar. Las obras de arte nacen en un determinado momento, con unas circunstancias muy concretas y por unas razones precisas. Conocerlas es mucho más importante de lo que en demasiadas ocasiones nos parece, porque de lo contrario podemos no entender qué tenemos entre manos. Contrato con Dios es un cómic soberbio, obra magna de Will Eisner, uno de los grandes creadores del lenguaje en viñetas. Eso es algo que sabe todo el mundo, incluso aunque nunca haya leído un cómic de Will Eisner. Por eso esta edición que conmemora el centenario del autor es una oportunidad bellísima y maravillosa de entender que estamos ante una obra cumbre, una que nació cuando nadie sabía lo que era la novela gráfica y que Eisner, un visionario adelantado a su tiempo, convirtió en leyenda con esta obra de finales de los 70 y terminó de engrandecer con Ansia de vivir y, sobre todo, con La avenida Dropsie, dos auténticas joyas con las que coronó un trabajo soberbio. Y sí, se puede disfrutar sin saber la trascendencia que tuvo Contrato con Dios en la historia del séptimo arte, desde luego que sí. Pero nunca perdamos de vista que lo que tenemos entre las manos es, precisamente, historia pura. Eisner era un genio de tal calibre que este volumen tiene una vigencia inmortal.
No se debe de entender de otra manera este relato triple, en realidad de seis partes porque Contrato con Dios la forman cuatro relatos breves o incluso más porque Ansia de vivir es también una historia múltiple, que tiene como nexo común un barrio de las afueras de Nueva York. La historia que da nombre al libro, a la trilogía y al relato corto que abre el volumen es un grito personal, íntimo y desgarrador de una universalidad apabullante. Y a partir de ahí, Eisner se convierte en un retratatista prodigioso del alma humana y de la sociedad en la que vivimos. Sean miserias personales, sociales, históricas, raciales, económicas, religiosas o de cualquier otro tipo, no hay nada demasiado complejo para que Eisner no sea capaz de domarlo e incorporarlo a sus historias. Hay una brillantez impresionante a la hora de encontrar personajes sobre los que hablarnos, para entender el mejor momento en el que sirven a los propósitos del autor, y sobre todo para darles voz, a veces con ironía, incluso son sarcasmo, haciendo de lo inverosímil un elemento más de la tragicomedia humana que Eisner nos cuenta dentro de ese portentoso microcosmos de barrio neoyorquino que configura. Todo lo que nos cuenta el autor está medido de una manera soberbia, pero su dominio del tiempo, sublime, se ve especialmente en La avenida Dropsie, soberbia conclusión de una epopeya vital inigualable.
En el caso de Eisner no se trata solo de que sea un escritor asombroso, sino que su talento gráfico está a la altura. No olvidemos que estamos hablando de quien consigue acuñar el término de novela gráfica, un renovador del género. Alguien que, en definitiva, entendió que la literatura con mayúsculas podía llegar al lector en este formato, con ilustraciones acompañando a la palabras. Su dibujo es, en ese sentido, espléndido, y encuentra soluciones gráficas formidables, teniendo en cuenta la época en la que fue concebida pero también sin prestar atención a ese detalle, que para eso es una obra que puede presumir de no haber envejecido nada. La caricatura de Eisner funciona a las mil maravillas. No solo no es un obstáculo para entender la tragedia que hay en las historias que cuenta, sino que es parte esencial de la misma gracias a la desgarradora expresividad que tienen los personajes del autor. Y no desdeñemos la fantástica labor de ambientación que realiza Eisner, clave para entender estas obras como parte de un mismo fresco por el escenario en el que se desarrollan. Contrato con Dios, la trilogía que forman las obras que se incluyen en este libro, son oro puro, lectura obligada para todos los que disfrutamos sin medida del arte secuencial en viñetas, para los estudiosos del séptimo arte y para cualquier que quiera aproximarse a la obra de un genio con mayúsculas.
El volumen incluye A Contract With God, de 1978, A Life Force, de 1978, y Dropsie Avenue, de 1985. El contenido extra lo forman una introducción de Scott McCloud, un artículo sobre la historia de la obra y un prefacio del autor.
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