Guión: Pierre Seron y Mittéï.
Dibujo: Pierre Seron.
Páginas: 160.
Precio: 29,95 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Julio 2017.
Una vez redoblada la apuesta por lo que hacía original Los hombrecitos, es decir, sus personajes de reducida estatura, Pierre Seron se lanzó de lleno a la ciencia ficción futurista. Sus historias de la primera mitad de los años 80, en las que ejerció no solo como ilustrador sino también como escritor, abrazan escenarios que resultan algo chocantes para lo que venía siendo la serie hasta aquel momento pero que destacan por otras cosas, especialmente, y no es ninguna sorpresa, por ampliar el reparto de hombrecitos. Que Seron optara por incluir una mujer rubia y un hombre negro puede parecer a simple vista como una simple introducción de cuotas. Pero nada más lejos de la realidad. Es ahí donde el autor mete algunas de las notas más innovadoras de la serie, más con Domingo que con Cedilla, bien es cierto, porque ella responde algo más al arquetipo de personaje femenino de aquellos años y de una serie que se había caracterizado hasta ese momento por la clamorosa ausencia de mujeres. Pero lo que es innegable es el deseo de Seron de hacer que su serie evolucione y vaya cambiando, hasta el punto de que, más allá de su protagonista, es difícil encontrar nexos de unión con las primeras aventuras de Los hombrecitos que vimos en el volumen que abrió la serie (aquí, su reseña). En el dibujo no, ahí todo funciona como siempre.
Más allá del pequeño relato que abre el libro, El rapto de (la) Sabina, que casi parece un ensayo para la posterior introducción de Cedilla, lo que nos ofrece este volumen es una particular trilogía de ciencia ficción que arranca con Hombrecitos y Hombres-mono que exactamente lo que dice en su título, El planeta Ranxérox, que convierte a Renaud y sus amigos en astronautas de viaje a un mundo lejano, y El agujero blanco, una imaginativa aventura en la Tierra, pero no en la que conocemos, sino en una de color blanco. Seron no usa estructuras clásicas, sus aventuras van a golpe de gag, de efecto humorísticos y de ocurrencia que tiene. Y eso hace de estas aventuras algo atípicas, pero tremendamente sugerentes. La forma en la que Seron fusiona la comedia y la fantasía de ciencia ficción es divertidísima, como se ve por ejemplo en el cambio de color de piel de los protagonistas en la segunda aventura larga, que es precisamente donde el autor se ríe de los convencionalismos raciales y de género con una facilidad tremenda. Es verdad que el desarrollo de sus argumentos puede llegar a ser un poco farragoso, y que el slapstick devora en ocasiones a la historia, pero en general son álbumes de buenos detalles narrativos y de diversión para todos los públicos.
En el dibujo, Seron se lo pasa aquí, probablemente, mejor que nunca. La experimentación que le permite mostrar El planeta Ranxérox en formato apaisado o el amplio juego cromático con el que disfruta en El agujero blanco son no solo los mejores elementos de este volumen sino además los más innovadores con respecto a lo que Los hombrecitos venían ofreciendo hasta ahora. También en el diseño futurista de algunos elementos, que sobresale por su novedad pero que entronca muy bien con la historia que nos está contando. En lo demás, el mismo nivel notable que ya conocemos de los anteriores volúmenes de esta serie. Seron es un ilustrador que destaca en la caricatura, en la forma en la que da carisma a los personajes protagonistas, aprovechando rasgos físicos evidentes (no hay más que hablar de la sensualidad de las curvas de Cedilla o de la forma en la que da vida a eruditos científicos de aparente edad) pero también sorprendiendo en muchos momentos, Los hombrecitos, en ese sentido, no es una serie rutinaria y está siempre abierta a ofrecer sorpresas. Desde luego, este es el volumen más chocante de la serie por los derroteros que abraza, pero sigue siendo una lectura simpática, trepidante hasta el exceso y que, como poco, tiene un nivel de originalidad que no decrece con los años.
El volumen incluye historias publicadas originalmente en el Spirou Spécial 81-82 y los números 2.287 a 2.296, 2.353 a 2.363, y 2.452 a 2.455 de la revista Spirou, después editados en formato de álbum por Soleil entre 1983 y 1990. El contenido extra son las portadas originales de Pierre Seron, un artículo ilustrado y una entrevista con el autor publicada en 1982.
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