Guión: Mike Carey.
Dibujo: Scott Hampton, Chris Weston, Warren Pleece, Peter Gross, Dean Ormston y Ryan Kelly.
Páginas: 544.
Precio: 44,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Junio 2017.
Dado que la sombra de Neil Gaiman es, queramos o no, muy alargada, cualquier obra que parta de sus creaciones va a tener que superar un hándicap bastante intenso. Eso le sucede, queramos o no, a Lucifer. Ojo, eso no quiere decir que sea mejor o peor, solamente que, al nacer de un personaje mostrado originalmente en Sandman (aquí, reseña de su primer libro), el lector le va a pedir algo más de lo que necesitaría en obras que no tengan semejante referencia, incluso de manera inconsciente. Esto es así. Pero dejemos a un lado los juicios previos y vayamos al contenido de Lucifer. Mike Carey hace algo francamente bien, y es que rompe las ataduras con Sandman muy pronto, casi en las primeras páginas. No es la misma historia, por momentos ni siquiera es el mismo tono, y hasta su mitología se desvía bastante de la de Gaiman, aunque encaja en ella de una forma sutil. Carey traza un retrato del protagonista, recordemos que en un momento en el que ha renunciado al reinado del Infierno, y en el que su dominio aúna poder en la Tierra y en entornos mucho menos terrenales. Y, como Gaiman, hace que en muchas ocasiones Lucifer sea un mero secundario de un plan que se va viendo, pero que es verdad que se mueve a una velocidad que exige paciencia. Si se tiene, se disfruta.
Carey, de hecho, saborea cada pequeño paso, cada personaje que va introduciendo, con una especial y afortunada fijación en sus personajes femeninos como parte de un juego de poder fascinante entre ángeles, demonios y demás criaturas. Así empieza la primera miniserie, un spin off atractivo y cerrado que da paso a una serie regular que crece en ambición, en número de personaje y, por qué no decirlo, en maquiavelismo. ¿Podría haber sido de otra manera siendo nada más y nada menos que Lucifer el protagonista, o al menos el centro, de esta historia? Probablemente no, pero se agradece que Carey entienda esa necesidad. Sí que es cierto que el ritmo a veces es demasiado lento, que el foco de la historia se aleja demasiado de quien da nombre a la cabecera y que, quizá, esa misma ambición hace que haya demasiadas cosas que comprender en un primer vistazo, y eso pesa ligeramente sobre el resultado final. Pero no se puede negar que todo lo que se ve tiene interés. Las pequeñas historias, las grandes y las que todavía se están tejiendo, que de todo hay. Pero incluso dentro de su ritmo pausado, Carey sabe ir introduciendo escenarios y personajes diferentes, para que de esta manera no hay nunca una sensación de estancamiento. No lo hay, al contrario. El movimiento es lento, pero es un movimiento inteligente.
Como Sandman, Lucifer también presenta cambios continuos en su apartado gráfico. Scott Hampton es quien nos da la primera aproximación, en la miniserie que abre el libro, con su habitual estilo pictórico, con unas acuarelas que funcionan francamente bien y con un realismo que encaja muy bien en ese arranque. Pero la serie va girando después a un aspecto diferente, extraño y sobre todo personal. No con Chris Weston, primer ilustrador de la serie, pero sí desde el número que dibuja Warren Pleece y sobre todo cuando Peter Gross se hace cargo. A él es a quien debemos el estilo de la serie, algo menos arriesgado que el mignolesco toque de Dean Ormston, que se convierte en el encargado casi principal de los fill-ins hasta el final de este primer volumen integral. Gross encuentra un camino entre el realismo y la fantasía oscura bastante interesante, por momentos casi onírico, aunque no consigue hacer funcionar del todo la ausencia de sexo en los angelicales y demoníacos protagonistas, a los que insiste en mostrar en su desnudez y sin tapujos pero sin rasgos definidos. Eso es lo que más choca en el acabado de la serie, por otro lado deslumbrante en la mayoría de sus aspectos. Lucifer, desde luego, es una serie atrevida, y eso siempre se agradece. Más cuando el nivel necesario lo ha presentado un título del calibre de Sandman.
El volumen incluye los tres números de The Sandman Presents Lucifer y los veinte primeros de Lucifer, publicados originalmente por DC Comics a través de su sello Vertigo entre marzo de 1999 y noviembre de 2001. El contenido extra lo forman una introducción de Gaiman, una presentación de Mike Carey y las portadas originales de Scott Hampton y Duncan Fegredo.
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