Título original: Hellboy: Blood and Iron.
Director: Victor Cook y Tad Stones.
Reparto: Ron Perlman, Doug Jones, Selma Blair, John Hurt, Peri Gilpin, J. Grant Albertch, Jim Cummings, Grey DeLisle, Rob Paulsen, .
Guión: Kevin Hopps.
Música: Christopher Drake.
Duración: 75 minutos.
Estreno: 17 de marzo de 2007 (Estados Unidos, vídeo).
Con Sword of Storms, la primera película animada de Hellboy (aquí, su crítica), quedó una sensación parecida a la de las dos propuestas en imagen real de Guillermo del Toro, perfectamente válidas pero sin llegar a ser grandes obras. Blood and Iron, la segunda cinta de dibujos animados realizada bajo el auspicio de los mismos responsables que las de acción real, con Guillermo del Toro ejerciendo como productor y con los mismos actores principales poniendo la voz a los personajes, es posiblemente el mejor de estos intentos. Pero tiene un ligero inconveniente, y es que Hellboy es más secundario que nunca. Es verdad que el universo creado por Mike Mignola y recreado por Del Toro invita a que veamos muchas cosas en las que Hellboy actúa más bien como una fuerza de reacción, y Blood and Iron justamente se mueve en esos parámetros. La historia depende en buena medida del profesor Broom, el personaje al que da vida John Hurt, tanto en el presente como en el pasado, y se convierte a través de él en una atractiva historia de vampiros y fantasmas que, una vez más, homenajea de una manera bastante fiel al mundo de Mignola. ¿Suficiente? Probablemente no si lo que buscamos es la película definitiva del personaje, pero sí para pasar un buen rato, lo dicho, quizá el mejor que ha dado Hellboy en el mundo audiovisual.
Y eso que el arranque no es nada prometedor, porque la primera escena es casi un calco de la que vimos en Sword of Storms. Hellboy y los suyos, aquí Abe Sapien, a mamporros con la criatura sobrenatural de turno. Quien no tenga fresca en la memoria la primera película animada podría pensar que se ha equivocado de filme, porque las sensaciones que dejan las introducciones de ambos son casi idénticas. O quizá aquí es la excusa para que la película siga siendo de Hellboy, porque ya hemos visto al héroe en acción. Lo más rutinario, de hecho, es el propio Hellboy. No está mal descrito, sigue siendo igual de divertido que siempre verle pelear en desigualdad de condiciones contra los más imaginativos monstruos, pero no es el motor de la historia. Lo que, como se ha dicho, el profesor. Y eso también va en contra de los demás personajes, sobre todo de una Liz que queda más desdibujada que en la primera película. Es el peaje necesario para que esta película se quede en los poco más de 70 minutos que tiene que durar, sobre todo si se quiere hacer funcionar la doble narración, en el pasado del profesor y en el presente con todo el grupo. Y eso funciona, y lo hace francamente bien, con lo que no puede ser una queja que otros elementos de la película tengan un desarrollo menor, solo una advertencia para quien espere más de ellos.
Da gusto, y eso tiene que ver precisamente con el proceso de aprendizaje que nace en el primer filme animado, que haya algunos elementos que nos hacen ver a Hellboy, Liz, Abe y al propio profesor como un grupo cohesionado. Es divertido verles en diálogos intrascendentes, pero también con gestos de preocupación o confianza. Eso es lo que se construye con el paso de las historias, lo que un fan de Hellboy reconocerá desde el principio de Sword of Storms pero que quien se acerque por primera vez al personaje en Blood and Iron, una película que se puede ver perfectamente sin conocer la mitología creada por Mignola, disfrutará aquí con mayor intensidad. Pero sobre todo lo que divierte y entretiene de Blood and Iron es el tono de historia de fantasmas de toda la vida que tiene. Es como un Poltergeist adaptado al universo de Hellboy, mezclado con el tono gótico y lúgubre de las películas de la Hammer británica, tintes religiosos y con una doble línea temporal que enriquece mucho la historia. No siempre están bien llevadas las transiciones entre uno y otro tiempo, pero el conjunto sí acaba cerrándose de la mejor manera posible. No es una película excesivamente adulta en este sentido, pero desde luego tampoco es un producto que se pueda catalogar de infantil, lo cual es una manera espléndida de encarar un relato de Hellboy.
Pero, claro, volviendo al comienzo, a Blood and Iron le falta algo de Hellboy para poder ser, de verdad, la mejor película de la criatura de Mignola. Puede que si estuviéramos ante un largometraje de acción real, los al menos treinta minutos que se habrían sumado al metraje habrían bastado para alcanzar ese rango, pero el producto acabado en formato de animación claramente pide a gritos algo más de su protagonista. Sobre todo porque se intuyen muchas cosas, sobre todo en su relación con el profesor. Hellboy es, tiene que ser, algo más que un demonio con mala leche peleando y golpeando con su puño de piedra a todo bicho viviente que quiera destruir el mundo, por divertido que eso sea y por necesario que se sienta de incluir en cada película que busque retratar con fidelidad este mundo. El conjunto, en todo caso, se sostiene bastante bien. Satisfará más a quienes gusten de un terror más clásico que la exploración del horror de corte japonés que brindaba Sword of Storms, y sobre todo a quienes interpreten el género desde una perspectiva más clásica. Hay alguna trama que más bien despista de la historia central, como la de Abe Sapien, pero en general el acabado es bastante resultón. No como para lanzar cohetes, pero desde luego es fácil reconocer a Hellboy en la pantalla y pasar un buen rato.
Podéis ver imágenes de este título aquí y aquí. Y en nuestra galería de Facebook podéis acceder a todas las páginas que mostramos de todos los títulos que comentamos.