‘Maestra de pueblo. Con L de novata’, de Maestra de Pueblo y Cristina Picazo

Editorial: Grijalbo.

Guión: Maestra de Pueblo.

Dibujo: Cristina Picazo.

Páginas: 112.

Precio: 15,90 euros.

Presentación: Rústica con solapas.

Publicación: Noviembre 2017.

Hace mucho tiempo que hemos perdido la verdadera noción de lo que es un fenómeno. Internet ha acabado con esa sensación. Pero a cambio lo que nos ha dejado es la proliferación de personas que van sumando seguidores, casi sin darse cuenta, hasta convertirse en algo que hace algunos años, y sin las redes sociales, sí podría haber recibido esa denominación. Así es Maestra de Pueblo, que gracias a sus perfiles en redes ha ido creando una personalidad divertida, cercana, muy seguida por compañeros de profesión y por otros que no lo son. Que sus vivencias fueran plasmadas en un cómic era cuestión de tiempo. Con L de novata nos acerca a su primer curso en las aulas, con su viaje desde Madrid hacia un pequeño municipio que no existe, Chortalejo de la Sierra, en el que María tendrá su gran oportunidad de hacer carrera con lo que ha estudiado. En ese sentido, estamos ante un tebeo muy sincero, que realmente se acerca a problemas reales de la profesión, que se convierte casi en una guía de lo que no se enseña en las facultades, más aún cuando el aula en la que se trabaja no está en una gran ciudad. Porque con lo de “Maestra” ya tiene ganado a buena parte de su público este cómic, pero con lo de “de pueblo”, todavía más. Cristina Picazo, además, le da un aire desenfadado y juguetón que le sienta francamente bien a, llamémoslo así, este fenómeno.

Maestra de Pueblo, el pseudónimo detrás del que se oculta la autora de este libro, evidencia tal amor por su profesión que hasta las situaciones más conflictivas, las que hay en cualquier colegio como las hay en cualquier lugar de trabajo, acaban quedándose en un segundo plano. Y eso que no se corta en mostrar el conflicto de María con el profesor de Educación Física, aunque lo deje colgando, como una de esas tareas para el verano que nunca sabemos si acabarán haciéndose. Con ese pequeño defecto, o quizá una concesión al buenismo que, la verdad, encaja con el tono del cómic, lo cierto es que Con L de Novata se lee con el agrado con el que se puede leer cualquier historia sobre una persona urbanita que sufre con el cambio a un entorno rural y que poco a poco va encontrando que ese es su lugar en el mundo. Esa historia es bastante universal, y lo que hace la lectura todavía más simpática, amena y cercana son las pequeñas anécdotas de la profesión, el trato con los niños (y con los padres, que no se nos olviden los padres…), con sus compañeros en el colegio o con el resto de los vecinos del pueblo. Nada realmente original, pero todo muy cálido, hasta convertirse en un auténtico manual para todo profesor novato que se ve obligado a peregrinar para su primera oportunidad, y sus primeros puntos, dentro de la profesión que ha elegido desempeñar.

El dibujo de Cristina Picazo añade más cercanía si cabe a la historia. Desde la primera página, María se convierte en un personaje entrañable y al que da gusto coger de la mano para acompañar en su nueva aventura. Picazo prioriza la expresividad al realismo, porque esto segundo ya lo aporta la historia, y por eso tanto su trazo como el color son claros, sencillos, directos y, sí, cercanos. Esa es la clave de Con L de novata, que entre Maestra de Pueblo y Picazo consiguen que María sea entrañable. Con sus particularidades personales, que se notan y se agradecen, el estilo de la ilustradora no difiere demasiado del de otras autoras, sobre todo mujeres, que han optado por contarnos historias realistas. Es fácil pensar en Tiphaine Rivière y su Maldita tesis (aquí, su reseña) o incluso en Agustina Guerrero y su Volátil (aquí, reseña de Érase una vez la Volátil), porque de ambas parece coger algo Con L de Novata, pero al mismo tiempo da gusto ver que el libro adquiere una personalidad propia, que nos lleva a esas redes sociales de su escritora, pero que también cobra algo más de valor con la narración de Picazo. Lo mejor es que ese “¡adiós, seño!” de la pizarra con el que acaba este libro es, en realidad, el punto de partida del siguiente año. Porque veremos el segundo año, ¿verdad? La Maestra de Pueblo se puede quitar la L de novata y darnos mucho más.

El libro no tiene contenido extra.

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