Guión: Taiyô Matsumoto.
Dibujo: Taiyô Matsumoto.
Páginas: 216.
Precio: 12,95 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Julio 2017.
Taiyô Matsumoto deja claro en el epílogo de Primavera azul que esta es una obra basada en personas que le rodeaban cuando se estaba formando como adulto, en su adolescencia, esa edad en la que la rebeldía puede llevarnos a situaciones más peligrosas de lo que años después, o años antes, estaríamos dispuestos a asumir. Primavera azul, una antología de historias cortas, quiere ser tan caótica como esos años que describe, pero desde una perspectiva muy personal. Localista, si se quiere, aunque algunos de los temas que trata son bastante universales, pero sobre todo extraña. Hay una especie de nebulosa sobre casi todas las historias de este volumen que le dan un aire casi surrealista, hipnótico y turbio, porque los protagonistas de estas páginas no son precisamente tipos prudentes y comedidos. Esta es una obra sobre conflictos, delincuentes y una libertad no siempre bien entendida. ¿Honestidad, como dice el autor? Desde luego. Pero no es una honestidad recta, sino que en muchas ocasiones es truculenta. ¿Para todos los públicos? No da esa sensación, porque Matsumoto es un narrador tan turbio como la realidad que muestra, y por momentos juega con esa sensación, casi engañando al lector para que piense que estamos ante una misma historia cuando en realidad son varios pedazos de una vida mucho más compleja.
Un juego mortalmente peligroso en una azotea, un revolver enterrado, chavales que se ven atraídos por la yakuza. Esa es la adolescencia que nos enseña Matsumoto. Desde luego, nada idílico. Nada de primeros amores, aunque los haya, o experiencias iniciáticas inspiradoras, aunque desde luego algunas de ellas puedas recibir ese primer adjetivo. No hay alegría, hay drama. Quizá el gran problema esté en que, siendo una antología de relatos cortos, no lleva esa bandera con claridad. En ocasiones es difícil decir si los personajes han dado el salto de una a otra, si estamos ante una historia más amplia o si los segmentos no tienen nada que ver entre sí. Matsumoto no destaca por su claridad en ese sentido. Sí por su impacto. Primavera azul es una obra pensada para ese fin, para sorprender, para que el lector salga de su zona de confort y descubra que el mundo no es solo como uno mismo lo ha vivido. Esa sensación sí está muy conseguida, apoyada precisamente en que estamos ante un realismo sin tecnología, ante una realidad de los años 80. No hay teléfonos móviles, tablets o Internet. Hay cosas más sencillas y más peligrosas, las que tienen que ver con delincuencia en el extremo más incisivo, pero también las que están más al alcance de los jóvenes protagonistas, que a veces con salir a la calle ya están viviendo al límite
El intencionado caos narrativo que tiene Primavera azul, que busca así introducirnos en un mundo más siniestro de lo que nos gustaría creer, tiene mucho que ver con el trabajo de Matsumoto como ilustrador. Sus figuras transmiten ese caos, esa realidad oscura, ese entorno peligroso. ¿Es incongruente decir que Matsumoto dibujo una realidad irreal? Porque al final esa es la sensación que queda. Se identifica lo que se ve, pero al mismo tiempo cuesta hacerlo de una manera personal, porque hay un prisma diferente que busca conseguir ese efecto. Sus personajes son extrañamente cercanos. Sus escenarios, imposiblemente realistas. Todo como las historias que reúne el libro. En otras palabras, hay un código muy personal en este volumen que supone una exigencia para el lector. También un reto, y por eso es bastante probable que una lectura no sea suficiente ni para saber si es un tebeo por el que nos gustaría volver a pasar ni tampoco para extraerle todo el jugo que sí se siente que contiene. Primavera azul no es un manga fácil. Ni por asomo. No lo es ni por su temática, ni por su narrativa gráfica. Y aún así despierta las ganas de hablar sobre él, de debatir sobre sus protagonistas, incluso sobre la vida en general. Porque la hayamos vivido así o no, resulta difícil negar que Primavera azul habla sobre la vida.
Shogakukan publicó originalmente Aoi Haru en mayo de 1993. No tiene contenido extra.
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