Título original: Smurfs: The Lost Village.
Director: Kelly Asbury.
Reparto: Demi Lovato, Rainn Wilson, Mandy Patinkin, Joe Manganiello, Jack McBrayer, Danny Pudi, Julia Roberts, Michelle Rodriguez, Ellie Kemper, Ariel Winter.
Guión: Stacey Harman y Pamela Ribon.
Música: Christopher Lennertz.
Duración: 91 minutos.
Estreno: 5 de abril de 2017 (Estados Unidos), 31 de marzo de 2017 (España).
Después de las dos películas que mezclaron animación digital para los Pitufos e imagen real para los personajes humanos y los escenarios, parecía lógico pensar que de una vez por todas se asumiría que la única manera de llevar a la pantalla toda la magia de la creación de Peyo era una apuesta completamente animada. Los Pitufos. La aldea escondida es, más que una tercera entrega, y por mucho que los Pitufos sean exactamente iguales, un nuevo comienzo en toda regla. Con eso, no obstante, no se solucionan todos los problemas que tiene una serie aceptable pero que no es capaz de ofrecer nada más que eso. Lo más cercano al espíritu de los Pitufos, de hecho, está en la dedicatoria final de la película, a Janine Culliford, mujer de Peyo y colorista habitual del cómic, lo que convierte a esta mujer en la persona que escogió su color azul. Lo que busca La aldea escondida, más que rendir homenaje al cómic original, es usarlo como excusa para una historia manida aunque correcta y que busca un humor quizá demasiado actualizado. ¿Por qué utilizar a los Pitufos si en 90 minutos de película solo se utiliza en una ocasión ese delicioso uso del término “pitufar” que estas criaturas utilizan para casi todo? ¿Acaso los niños actuales no están preparados para entender un código que ha funcionado durante décadas?
Ese es el gran defecto que tiene La aldea escondida, que no termina de ser la película de los Pitufos que seguramente le habría gustado a Peyo. Desde luego que hay elementos que habrían encajado perfectamente en cualquier de las comics de estas pequeñas criaturas azules, sobre todo el viaje de Pitufina Filósofo, Fortachón y Torpe a través del bosque prohibido, que es donde se concentran las mejores ideas de la película, las más imaginativas visualmente hablando y las que de verdad dan a la cinta un colorido que se agradece muchísimo. El uso del agua o de la vegetación permite las mayores cotas de espectacularidad y de diversión que hay en los 90 minutos que dura el filme, por otra parte bastante blando en sus planteamientos, por mucho que quiera revestirse de un aura de feminismo que no concreta demasiado, y previsible en todo su desarrollo, incluso cuando quiere caer en un momento dramático que se resuelve de una manera bastante poco elaborada. Como poco elaborada parece la animación, algo que se nota en muchos momentos pero sobre todo en el superfluo número musical con el que se cierra la historia, que mezcla la celebración final de los cómics de Astérix, como si fuera lo mismo simplemente por su procedencia europea, con el asombro que provocaba el cierre de Mirror, Mirror.
La gran protagonista de la película es Pitufina, la única fémina de la aldea de los Pitufos. Signo de los tiempos, por supuesto, estos en los que Hollywood parece desesperado por dar a personajes femeninos la parte principal de sus historias, pegue o no. En este caso sí pega, y, de hecho, lo mejor del guion, escrito seguramente no por casualidad por dos mujeres para que lo dirija otra más, está en la dinámica que se establece en los personajes, en ese pequeño grupo de exploradores que se lanza en busca de esa aldea escondida del título (y cuyas sorpresas, incomprensiblemente, se desvelaron en el segundo de los trailers de la película). El dilema de Pitufina, creación de Gargamel que siempre duda de sí misma, estaba ya presente en los cómics, y la película no lo desarrolla mal, aunque el villano de la función aborta cualquier atisbo de sutileza con un discurso evidente y reiterado sobre el origen de la pequeña criatura azul. Quizá todo se desmadra un poco demasiado al final, cuando se convierte en protagonista de un duelo final un tanto exagerado para el estilo que estaba teniendo la película hasta ese momento, pero hasta eso se lleva bien, porque desde el principio la historia ha dejado claro que la magia ha de tener un papel esencial, sobre todo la oscura de Gargamel, un personaje que se suaviza y humoriza en exceso y cuyas gracias llegan a agotar.
En realidad, si se acepta el en el fondo innecesario proceso de actualización, ese que al parecer irremediablemente tiene que convertir a los Pitufos en surferos y humoristas, La aldea escondida se deja ver bastante bien. Sobre todo si tenemos en cuenta que el principal propósito de la película no es romper moldes, sino mantener viva la franquicia para que las nuevas generaciones sigan teniendo fresco el concepto de los Pitufos y así puedan seguir consumiendo merchadinsing e incluso, desde la previsión más optimista, cómics de los personajes. Con los dos precedentes que tenían, La aldea escondida sí se convierte en la adaptación más fiel de los cómics de Peyo, pero todavía se queda bastante lejos de su espíritu y tendremos que seguir esperando una película que pitufe el legado de los Pitufos. ¿A que no era tan difícil usar el verbo de la manera en la que lo hacía Peyo y que lo entendiera incluso alguien que no esté habituado a esos tebeos? Esa es la magia de Los Pitufos (aquí, reseña de su primer volumen), del cómic, claro está, que la película no sabe ni quiere aprovechar, y por eso se conforma con ser la típica y tópica película de dibujos animados que, en realidad, podría intercambiar personajes e historia con otras muchas sin sacar todo el partido posible de la franquicia en la que se basa.
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