Guión: Shun Umezawa.
Dibujo: Shun Umezawa.
Páginas: 224.
Precio: 9,95 euros.
Presentación: Rústica con sobrecubierta.
Publicación: Mayo 2017.
Cuando la narrativa de ficción se acerca al sexo lo suele hacer desde una vertiente erótica. Puede que en algunas ocasiones veamos facetas más enfermizas, sobre todo cuando se trata de desmontar a un villano. Pero pocas veces se utiliza este tema tan atrayente, sugerente y rico como fuente de vergüenzas, como base de un problema psicológico y fisiológico. Bajo un cielo como unos pantis es una sorpresa desde el inicio precisamente por eso, porque todo en la obra de Shun Umewaza es disfuncional. Todo es doloroso. Todo tiene una base de represión y vergüenza. Y aunque desde una mentalidad occidental se puede pensar que hay mucho de ficción y poco de realidad, lo cierto es que una vez entendidas las normas de este manga, lo que también es verdad que no resulta fácil en muchos momentos, se convierte en un auténtico puñetazo al estómago. O, mejor dicho, al alma. Umezawa lleva el sexo a un terreno tremendamente emocional y complejo. No como base de relaciones, sino de temores y fobias. No es Bajo un cielo como unos pantis una obra optimista, porque en el fondo habla de lo complicadas que son las relaciones humanas de todo tipo, y de cómo el sexo se convierte en un arma arrojadiza, en un elemento para señalar al prójimo y más en un problema que en un disfrute.
El caso es que, asumiendo que hay una extrema rareza en muchos momentos de los cuatro relatos que componen este volumen, no se puede negar que son muy actuales. Desde un prisma retorcido, no cabe duda, porque Umezawa sabe que tiene que partir de conceptos que se acercan a lo rompedor para el manga, porque se asoma a muchos tabúes de la sociedad japonesa, pero hay una serie de temas que aborda que podrían formar parte de relatos más tradicionales y de denuncia. Bajo un cielo como unos pantis no encaja en ese nicho, no es un tebeo en el que haya buenos y malos, o en el que las situaciones se pongan de manifiesto para avergonzar a quien actúa de manera incorrecta. En este caso, Umezawa usa motores que desencadenan situaciones. Por ejemplo, hay acoso escolar, pero como raíz de una sexualidad reprimida. Hay sumisión, pero no como camino a la felicidad sino para llegar a situaciones que rozan lo rocambolesco para buscar un impacto concreto. Por muy raro que parezca el manga en algunos aspectos, impresiona la conexión temporal entre los dos capítulos del relato que da título al libro. O la conexión de diferentes historias en Caos en las aulas. O la fantasía oscura que subyace en Paisaje con Watanabe, quizá la historia de este libro que menos conecta con las demás.
El gran mérito de Watanabe como ilustrador está en la personalidad que infunde a sus personajes. Se trata de entender emociones que se encuentran ocultas bajo toneladas de vergüenza o autorepresión, y en ese terreno consigue todo lo que se propone: personajes carismáticos, cuyos problemas están a flor de piel ya desde sus mismas expresiones, y muy fácil comprensión. Ahí se aprovecha de los defectos físicos que tiene sus personajes, pero no para reírse de ellos, porque en el fondo Bajo un cielo como unos pantis es un manga que muestra la rareza pero no la juzga, incluso de una peculiar manera se enternece con ella. No hay grandes alardes narrativos, quizá en Caos en las aulas por lo bien que sabe interpretar las conexiones emocionales en el ritmo de la historia para unir diferentes puntos y escenarios, por lo que el punto fuerte es el ya mencionado de los personajes. No es, en todo caso, un manga fácil. No es una lectura habitual. No trata temas de una forma en la que estemos acostumbrados a leerlos. Es, en sí mismo, una rareza tan intensa como la personalidad de algunos de sus protagonistas. Y eso, tampoco hay por qué negarlo, puede alejar un poco al lector del corazón de la historia. Pero con un necesario ejercicio de conextualización, estamos ante una obra interesante y valiente.
Ohta Publishing publicó originalmente el primer volumen de Panty Stocking no youna sora no shita en 2015. No tiene contenido extra.
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