Guión: Doug Moench.
Dibujo: Dave Ross.
Páginas: 160.
Precio: 14,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Mayo 2017.
Lástima que JLA. Acto divino acabe siendo más un batiburrillo de buenas ideas que una historia plenamente satisfactoria, porque tenía los mimbres para ser uno de los Otros mundos más atrevidos y rompedores. Su premisa no es nueva, nos habla de una especie de rayo negro que golpea la Tierra y arrebata los poderes a todos los metahumanos, sin discriminar orígenes ni condiciones. Nueva no, pero interesante sí, puesto que plantear la debilidad de los héroes para que, precisamente, salga a aflorar su heroísmo, es un recurso tan viejo como el género. Lo interesante del trabajo de Doug Moench está en que no todos reaccionan de forma heroica, lo que nos da una nueva perspectiva sobre estos personajes, algunos sumidos en la desesperación, otros en la rabia y otros, efectivamente, en el heroísmo. Pero el conjunto no termina de romper, de ser algo más que una intención formidable que no encuentra el camino de la ejecución perfecta. Dave Ross dibuja muy bien los estados de ánimo y el escenario tan distinto en el que nos vamos a mover, pero siempre da la sensación de faltar algo, de caer en algún que otro cliché innecesario y de no terminar de aprovechar algunos de los movimientos más osados e interesantes que se manejan. Los hay, no es una obra a desdeñar, pero le falta solvencia para dar forma a todo de una manera más fluida.
Quizá el problema esté en que quiere abarcar demasiado, que Moench siente la necesidad de mostrar la globalidad del problema, y eso hace que muchos personajes tengan apenas una página de gloria y que quienes tendrían que ser el hilo conductor no sean más que apariciones eventuales. Falta espacio o sobran escenarios. De cualquiera de esas dos formas, la reflexión sobre el heroísmo que pretende ser Acto divino probablemente habría encontrado una salida más completa. Sorprende que uno de los grandes problemas de esta miniserie de Otros Mundos sea precisamente el papel desdibujado de Batman, con diferencia el personaje que podría haber liderado la oleada de héroes supervivientes a este cataclismo pero que por alguna razón da un paso atrás tanto en la investigación como en la acción, y es aún más intrigante ese camino siendo Moench uno de los autores que más escribió sobre él en esos años. La apuesta arriesgada es la de Superman, porque rompe con todo lo que podíamos esperar de él, y eso deja vía libre para que los mejores instantes los protagonicen una confusa Wonder Woman, un airado Kyle Rayner o un reflexivo Detective Marciano. Lo convencional viene de la mano de los villanos en una historia que quiere crecer sin su presencia, no olvidemos el título, pero que tira de ellos buscando una espectacularidad algo superflua.
Estando ante un cajón desastre tan variado, Dave Ross consigue contener todo de una manera bastante acertada. Juega a su favor el hecho de que visualmente no quiere ser un Otros mundos que cambie demasiadas cosas. Es decir, el aspecto de los personajes es básicamente el que tenían en la continuidad de la editorial cuando apareció la obra, aunque en el tramo final sí hay un trabajo de rediseño que, no por casualidad, se enmarca en lo más convencional de este relato. Hasta llegar a ese punto, e incluso también después, Ross maneja bastante bien la acción que le plantea el relato, pero sobre todo sabe hacer que los personajes expresen los muy distintos estados de ánimo con los que encaran esta batalla perdida de antemano. El de Ross es un dibujo muy enclavado en su época, en los años de transición entre los imposibles 90 y la vuelta a la espectacularidad de tintes algo más realistas de comienzos de siglo, y la mezcla no le sienta mal a la obra. El realismo ayuda a que empaticemos con los superhéroes sin traje, que al final es lo que perdura de Acto divino, dando forma a las vías más interesantes pero sin conseguir que la obra despegue del todo. Se puede ver como una oportunidad perdida, y durante muchas páginas de la impresión de serlo, y eso se come buena parte de los aciertos que se pueden encontrar desperdigados en la obra.
El volumen incluye los tres números de JLA: Act of God, publicados originalmente por DC Comics entre noviembre de 2000 y enero de 2001. El contenido extra lo forman las portadas originales de Dave Ross y dos artículos de Jorge García.
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