Editorial: Aleta.
Guión: Pere Pérez.
Dibujo: Pere Pérez.
Páginas: 128.
Precio: 10,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Octubre 2015.
Kung Fu, mutantes y dinosaurios. Así planteado, Shaolin Mutants es, claramente, la obra de un fan. Busca, por ejemplo, lo mismo que el Last Man de Bastien Vivès, Balak y Mickael Sanlaville (aquí, reseña de su primer número), aunque con menos ambición, o que el Dos Espadas de Kenny Ruiz (aquí, reseña de su primer número), aunque con una extensión menor. Y en esa búsqueda, en la que no es nada casual la mención de un Kenny Ruiz que se lleva el primer agradecimiento del autor de Shaolin Mutants, Pere Pérez se mueve francamente bien para construir esta historia de iniciación que busca un buen equilibrio entre sus componentes, entre sus protagonistas, entre las relaciones que se establecen entre ellos, con el pasado siempre necesario para crear un conflicto en el presente del personaje principal y con los elementos ya mencionados, los que hacen de este libro una de esas entretenidísimas lecturas que responden a los mismos anhelos de fan de autor y lector. Y es que es difícil resistirse a los encantos de una historia en la que hay un héroe, una heroína, dos mentores, montones de dinosaurios y unas cuantas peleas, todo ello contenido además en un mundo muy interesante, de un corte medieval con cuantiosas influencias, un ritmo intenso, un gran uso del tiempo y un formidable sentido del espectáculo.
A Pérez hay que reconocerle en primer lugar que ha creado un mundo muy divertido, y dentro de ese mundo ha elegido una historia muy entretenida. Lo primero nace de esa mezcla inicial, extravagante pero que funciona francamente bien. Lo segundo, de la habilidad de Pérez como narrador, porque Shaolin Mutants sabe hacer encajar sus personajes en un desarrollo temporal más amplio de lo que parece y con motivaciones para todos los personajes, algo que no es nada fácil de encontrar. Leroy, el protagonista, está buscando su sitio en el mundo, y a su alrededor se mueven Jackie, una atractiva joven que trabaja con él en el restaurante del señor Yip Fei Hung, y Jing, un mutante con el que se cruza Leroy tras un incidente que cambia su vida por completo. Los cuatro, en realidad, nace de arquetipos bastante reconocibles en la ficción popular (y, sí, es fácil que sobrevuele por la mente un esquema muy parecido al de Star Wars, saga que precisamente nació de la recreación de las fábulas de siempre), e incluso recurre a esos elementos tan aceptables hasta en las fanfic como la típica (y muy bien justificada) pelea entre mujeres, algo que sigue encajando maravillosamente bien en cualquier historia de acción y fantasía. Pérez, además, cierra el libro de forma abierta, algo que es tan imprescindible para que este mundo siga vivo como difícil de hacer tan correctamente.
Volviendo al principio de estas líneas, hacer un cómic sobre kung fu, mutantes y dinosaurios obliga a que su dibujo sea atractivo desde el principio. Quizá por eso las páginas 2 y 3 forman una brillante splah page que anticipa el espectáculo que está por venir, y que funciona igual de bien en secuencias aparentemente más pausadas, como la del entrenamiento, como en las de acción desbocada, como la aparición en el clímax de un gran dinosaurio al que tienen que hacer frente Leroy y Jackie. Quizá por eso Pérez logra una narrativa tan fluida en las coreografías de combate, con esos puntos destacados con círculos en los que se concentra la fuerza de cada ataque. Y quizá por eso los personajes tienen un diseño que, incluso desde el arquetipo ya mencionado, acumulan tanto carisma. Los personajes humanos son, en algunos momentos, el punto más débil del dibujo de Pérez, pero lo compensa con creces en algunas viñetas en las que aparecen Leroy y Jackie, así como con el resto de elementos del tebeo. Shaolin Mutants se convierte así en una diversión pura, sincera y sin complejos, que además deja tantos caminos abiertos que, de tener el tiempo y las ganas, Pérez podría convertirla en una fascinante franquicia. Como tebeo cerrado o como punto de partida, lo que está claro es que el cómic cumple con lo que promete. Con creces.
El único contenido extra es un portafolio de bocetos y páginas comentado por Pere Pérez.