CÓMIC PARA TODOS

Así fue la primera Bulldog Con de Josep Busquet en la Librería Delirio (19 de agosto de 2015)

aIMG_9270_bEn la nota de prensa de la Bulldog Con que acogió la Librería Delirio el pasado miércoles día 19, decía Josep Busquet que convocaba este evento propio porque no le invitan a los salones. Lo que no decía es que a él se le ha ocurrido montar su salón el mismo día en que cumplía años. Por eso, como colofón a una jornada fantástica entre amigos no podía faltar la tarta. Con velas y todo, por supuesto. Esa fue la guinda, pero todo lo anterior fue igual de entretenido. Busquet convocó para la ocasión a cuatro ilustradores más: Zayas, que a la sazón es luchador de wrestling; Alberto Jiménez Alburquerque, que acaba de ver publicado en España el primer volumen de La carta 44 (aquí, su reseña); Montse Martín, autora entre otras obras de Curiosity Shop (aquí, reseña de su tercer volumen); y Gabor, responsable de Isabellae, que lleva ya tres álbumes en España y cuatro en Francia. Hubo, por supuesto, firmas de sus obras, hubo regalos y sorteos (entre ellos, dos estupendos puzles dibujados in situ por Busquet el primero y por los cuatro restantes autores el segundo), Busquet habló de sus incontables futuros proyectos y puso los dientes largos a los asistentes, incluso un homenaje al luchador Rowdy Roddy Piper, fallecido recientemente, y el acto central fue una charla que el responsable de este tinglado vino a titular ¡Malditos guionistas!

«Esto parece una reunión de alcohólicos anónimos», dijo de broma Alberto en un momento de la charla, más bien una amena y muy didáctica conversación entre los cinco artistas, dirigida por Josep, y que contó con el organizador como hilo conductor y con su serie de vídeos Guionista, donde disecciona la profesión con mucho sentido del humor. «Me he ganado amigos», dijo con sorna el maestro de ceremonias. Y eso es lo que hicieron los cuatro ilustradores invitados, despotricar de buen rollo de los guionistas. «Está claro que la culpa siempre es del dibujante, pase lo que pase», dijo también riéndose Alberto, que relató que en la última página que ha enviado «me han hecho cambiar los pendientes de un personaje» porque no le han gustado al guionista. Zayas intervino para recordar que es el dibujante quien paga el conflicto entre guionista y editor. «A mí me pasó con Marvel, venía en un guión: banco central no sé qué que está en la calle tal de Nueva York. Y de repente cuando ya tengo la página entera dibujada llega el editor y dice, oye es que si el edificio este existe como tal y lo has dibujado tal y como es a lo mejor tenemos problemas por los derechos del diseño de la fachada… ¿Y me lo dices ahora? Dile al guionista que no ponga eso, que ponga banco y dibujo un edificio random», explicó.

Con respecto a la figura del guionista controlador, el que vigila por Facebook qué hace su dibujante, Alberto dijo que la culpa la tiene el dibujante, por no diferenciar entre un perfil profesional y uno personal, pero Montse replicó: «El dibujante es un ser libre, que puede hacer lo que le dé la gana». «A mí no me lo dice nadie porque el 90 por ciento de mis fotos de Facebook son mías pegando a gente», sentenció Zayas, provocando las risas del auditorio. Sobre el guionista que cuenta películas, o incluso el editor que lo hace, todos se extendieron mucho. «Ahora no tanto, pero antes ibas a un salón del cómic y salías con una miniserie de doce números de no sé qué, vas a trabajar en la revista de no sé cuántos…», dijo Josep, pero «al final ya no cuentas nada hasta que no ha salido el tebeo». Así hilaron con el típico tipo que intenta colar su único guión, que suele ser una espectacular space opera, con un desarrollo descomunal y una extensión descontrolada. «El de la odisea espacial a mí me escribió varias veces, no recuerdo ni cómo se llama», dijo Gabor, convencido de que «o apetece ponerte hacer esas cosas, porque es un proyecto muy masivo, muy multitudinario…», y lo mejor es algo más controlado.

«Pero ese es el típico proyecto que tiene como diez o veinte años, que esa persona sólo ha escrito eso, que de vez en cuando lo retoma, y lo engrandece, lo engrandece y lo engrandece… Y no se desprende de nada nunca. Nunca se desprende de personajes que no valen para nada porque los ha creado cuando tenía quince años. Todos tenemos esa mierda en nuestro cajón, pero no podemos hacer eso… Yo tengo personajes desde hace un huevo que de vez en cuando digo, ay qué bonico, pero se quedan para mí», añadió Montse. «¿Pero esto se paga?», preguntó Alberto, porque «si paga dibujo lo que quiera». Montse no lo ve igual y considera que «es tirar el dinero y sería engañarle a él también». Gabor explicó que la clave está «en la pericia del guionista y la experiencia que haya tenido para tener un poco de ojo a la hora de hablar con según qué dibujantes», porque no todos los proyectos encajan para todos los ilustradores. «También son personas que lo que realmente querrían es hacer una película… Un momento, pero si hago primero un tebeo, se vende que te cagas, viene Spielberg y me compra los derechos, tendré la peli. Eso, en su mente torturada», preció Montse. Por eso, Josep lamentó que enviaran archivos de más de cien páginas, «y no hay vaselina ni nada… «A mí me llegó uno de 400…», sentenció Zayas, de una escritora que tenía una novela «y quería hacerla en cómic, y me decía leelo y ya me dices cómo lo ves y tal.

Gabor expuso que uno de los problemas es que «ser novelista no es ser guionista de cómics», y que al menos con un guión técnico cinematográfico se puede hacer algo. «Yo he trabajado con algunos que te dibujan un storyboard y tú te le tienes que decir no, no quiero que me lo dibujes, porque eso es mi trabajo. Tú escribe…», dijo Montse. Y Alberto, en el enésimo confrontar de pareceres con su compañera, siempre de muy buen rollo por supuesto, explicó que en Francia «se lo toman como parte del trabajo del guión». «No, eso se llama controlar el trabajo del dibujante, que es muy distinto. Tienes que dejar un espacio de libertad, porque es muy bueno… Es muy intrusivo. Pues para eso termínalo tú. Yo siempre me he negado a hacerlo así», sentenció ella. Y Zayas explicó que hace poco había tenido que decirle a un cliente que tenía esa actitud «pero tú que quieres, ¿un artista o una impresora cara?». «Yo al final me lo tomo como si fuera una impresora cara y digo que lo que ha escrito el guionista va a misa y no corrijo porque no es mi trabajo», dijo Alberto. Para Gabor, «si dividimos un círculo entre guionista y dibujante no se puede partir por la mitad. Hay que ser coherente y tu trabajo está dentro del suyo y está combinado. En realidad tiene que haber una parte de eso, se solapan los dos trabajos pero más allá no se puede meter», explicó.

Alberto lanzó un consejo para guionistas. «Te ponen: viñeta uno, el personaje principal entra en la habitación, abre la nevera, abre una birra, se la bebe y se sienta en el sofá. ‘Señor guionista, una acción por viñeta! Curso básico de guión. No se puede hacer más…». Zayas contó que ha tenido un caso muy reciente de «guionista que no tiene guión», que en la reunión para hablar del proyecto dijo «necesito saber qué es lo que tengo que dibujar» y el guionista le respondió «a ver qué se te ocurría». Todos contaron casos en los que algún cambio de guión ha dejado sus dibujos algo inadecuados. Montse habló de Talismán. «Cambiaron los diálogos y a la hora de la impresión de los tomos pusieron el guión antiguo. Nosotros hicimos un cambio previo pero usaron el primer guión», dijo. «¿Sabes qué es lo peor?», le preguntó Alberto. «Que luego cuando la gente lo leer y ve que la cara no coincide con el diálogo dice ‘joder, qué mierda de dibujante'». «Para el profano no será una cosa muy llamativa, pero a un que es un poco tiquismiquis sí le toca un poco la moral», dijo Gabor, que aseguró que su experiencia en animación le hace ser más perfeccionista con estos temas.

Josep introdujo «la incapacidad de algunos dibujantes para no darse cuenta de que sí necesitan un guionista», y Montse aseguró que, en ese caso, «te compras el primero, es muy bonito, pero me aburro o no lo entiendo, que también se da bastante». A Gabor le da «envidia que alguien tenga la capacidad de hacer las dos cosas» y confesó que se ciñe al dibujo «porque es con lo que me lo paso bien». Y Alberto matizó que si tuviera que escribir un guión para él mismo no haría escenas de multitudes». «Por eso hay cómic costumbrista», le respondió Montse. De alguna manera, alguien mencionó el término «novela gráfica» y desató el terror de los presentes. «La puta novela gráfica yo creo que no existe», dijo Montse, y Gabor le respondió: «¡No abras ese melón!». Y el caso es que, una vez abierto, nuestro anfitrión en la Librería Delirio dio con la definición perfecta: «si lo tiras desde el balcón, la da a alguien y le hace daño, es novela gráfica». Las risas fueron inevitables. Y así se llegó al tema del dinero. «Hay cosas también lógicas que tu cabeza te dice y tienes que hacer caso. Por ejemplo, ¿no cobrar? Malo. Es muy básico y es muy dañino para todos. Tú verás cuánto cobras, pero cobra. Aunque a ti te parezca que es mediocre y que estás empezando, merece cobrar y la persona que te lo está encargando va a ganar dinero, no te preocupes que lo va a intentar por lo menos», dijo Montse. Para Alberto, es difícil entender «a los dibujantes estos que van a todos lados con su Moleskine, su estuche y tal, y llega quien sea y le dice pues hazme tal… Tío, también puedes respirar, descansar de vez en cuando aunque te esté vigilando en Facebook tu guionista puedes tomarte un descanso, no tienes por qué llevar la Moleskine a todas partes».

¿Es muy habitual que haya proyectos sin dinero de por medio?. Zayas explicó que «al loco, incluso aunque no tengas experiencia, lo deflectas», y que donde más problemas ha vivido ha sido «en España y no a nivel editorial, en proyectos de ilustración, de story…». Gabor prefiere quedarse con la otra parte, la de que una vez «metido en la mecánica, en la industria», te llegan «proyectos de la editorial en la que has trabajado porque les gusta tu trabajo». Y en el caso de que encargar un proyecto que al final no salga, «la prueba te la paga la misma editorial, a veces ocurre». Eso sí, todos tuvieron claro que «es mejor asociarte con un guionista de la casa», como explicó Zayas, que además añadió entre risas que «ahora en Cyberforce mi guionista es el presidente de la empresa». Entre tanto palo al guionista, hubo que terminar con buenas palabras. Montse destacó los guiones de Teresa Valero, «son auténticas novelas y se leían con lágrimas en los ojos porque la tía es muy emotiva, escribe maravillosamente bien, no sé por qué es guionista y no novelista». Y Zayas contó que un amigo que ha conocido  a través de la lucha libre le hizo llegar un guión extraordinario que había escrito. «Nada más leer el guión estaba tan flipado que lo leí del tirón dos veces, hice hasta una ilustración de la protagonista montada a caballo y se la envié», explicó. Le movió el guión entre sus contactos de cine y le dijeron que era espléndido pero que no es el tipo de cine que se está produciendo en España por los pocos que ponen dinero, por lo que lo va a acabar dibujando el propio Zayas.

Quien quiera escuchar la amena hora de charla entre Busquet y sus invitados, no tiene más que pinchar en este enlace. Y para ver las fotografías de toda la jornada, pinchar en este otro enlace.

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