CÓMIC PARA TODOS

‘Ex Machina’ 7, de Brian K. Vaughan y Tony Harris

ex_machina_num7Editorial: ECC.

Guión: Brian K. Vaughan.

Dibujo: Tony Harris.

Páginas: 144.

Precio: 13,95 euros.

Presentación: Rústica.

Publicación: Abril 2015.

Si hay un número de Ex Machina que hasta este punto haya podido dejar dudas, es este. Nada alarmante, porque Brian K. Vaughan es un tipo muy inteligente que en esta serie ha sabido trazar un espectacular mezcla entre el superhéroe y la política, pero quizá la historia central de este volumen, Ex Cathedra, no termina de alcanzar todo el potencial que tenía. El manejo de Vaughan de los cliffhangers y los momentos de impacto sigue siendo sobresaliente, pero hay quer econocer que, a excepción de una visión que podría haber tenido de cualquier otra manera, el encuentro entre Mitchell Hundred, alcalde de Nueva York, y el Papa Juan Pablo II (que nadie se olvide de que Ex Machina es una serie que busca un anclaje absoluto en la realidad, y de ahí que el punto en torno al cual pivota es el 11-S) deja algo frío en su conjunto. Y también se ve arrastrado por la intrascendencia, aunque divertida, de los dos números que cierran este volumen, centrados por un lado en la comisaria Angotti, su pasado, su presente, su relación con la Gran Máquina y ahora con el alcalde Hundred, y por otro en Wylie y en un relato igualmente simpático pero algo inane sobre racismo. Es decir, que en este tramo de Ex Machina sigue habiendo genialidad, y detalles imprescindibles para entender el cuadro total que están dibujando Vaughan y Tony Harris, pero individualmente es de lo más flojo de la serie.

Lo que no se le puede discutir a Vaughan en Ex Machina es que sabe encontrar puntos de partida excepcionales para cada arco argumental. Excepcionales no sólo porque le permitan expandir un universo de ficción que convence casi desde el principio, sino porque les da un anclaje en la realidad bastante sobresaliente. Fijar un encuentro entre el Papa y el alcalde de Nueva York, además con el propósito que se desvela al final del segundo de sus cuatro episodios, es una genialidad. Pero el problema es que no se le acaba encontrando demasiado encaje en el plan de Vaughan, salvo precisamente por su clímax. Es ahí donde la historia sí cobra un sentido, aunque no responda a la especificidad del escenario y del coprotagonista que sí tendría que haber tenido. Vaughan no justifica que esta tenga que ser una historia sobre el Papa salvo con un par de diálogos que parecen algo forzados. Ex Cathedra no aburre, eso es evidente, pero Vaughan apuntó tan alto en sus pretensiones que la simple solvencia no basta en este caso. Sí basta, por ejemplo, en las otras dos historias de este volumen, que son pequeños añadidos al universo de Ex Machina, con pequeños apuntes de trascendencia para el futuro que no impiden su lectura amable en este punto de la serie pero que no tienen la vocación de ser puntos verdaderamente álgidos de su relato, como sí tendría que haberlo sido un encuentro con Juan Pablo II.

El muy especial dibujo de Tony Harris es uno de los elementos que hace que el castillo de naipes de esta historia se sostenga. En primer lugar por la sensacional unidad que ha venido proporcionando a la serie (¿cuándo dejó DC de darse cuenta de lo mucho que ayuda a una cabecera tener un dibujante fijo de principio a fin, algo que sin duda ha marcado los títulos más destacados de Vertigo tanto en los 90 como ya en el siglo XXI?), pero también porque es capaz de asimilar personajes, entornos y hasta tonos muy diferentes a lo largo del relato, haciendo además que sus momentos más violentos no sean simples espectáculos destinados a llamar la atención sino que encajan perfectamente en el corte más realista de esta fantasía. Saca brillantez de las páginas superheroicas (asumiendo que la Gran Máquina es, normalmente, un personaje que se presta al cinismo), de las más realistas de la vida política, de las de acción e incluso de las abiertamente oníricas, que se cuelan en Ex Cathedra con una importancia notable en la historia. Harris, con la sobresaliente labor de coloreado de J. D. Mettler, vuelve a acertar de pleno con todo lo que propone, y es parte esencial de que Ex Machina convenza con tanta facilidad. Incluso en los tramos que parecen no tan buenos como sucede en esta ocasión.

El volumen contiene los números 30 a 35 de Ex Machina, publicados originalmente por DC Comics a través de su sello Vertigo entre noviembre de 2007 y mayo de 2008. El único contenido extra son las cubiertas originales de Tony Harris y John Paul Leon.

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Esta entrada fue publicada en 5 agosto, 2015 por en Brian K. Vaughn, Cómic, ECC, Tony Harris, Vertigo y etiquetada con , , , .

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