Guión: Efepé.
Dibujo: Jan.
Páginas: 48.
Precio: 12 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Abril 2015.
Después de Otra vez el Supergrupo y El Supergrupo y la guerra de las latas (aquí, su reseña), Jan y Efepé vuelen a unir sus fuerzas para narrar las aventuras del superhéroe patrio más simpático y sus locos compañeros. ¿El resultado? Bueno y en la línea de lo ya visto en esos dos álbumes. Aunque el segundo de ellos tenga peor fama que el anterior, por supuesto también peor que los clásicos, El Supergrupo contra los Demoledores comparte una característica con él, y es la mirada al mismo cómic de superhéroes en busca de inspiración. De hecho, el guión de Efepé mezcla esa parte de la sátira, la que le lleva a retratar a los Ligones Justicieros, una clara versión de la Liga de la Justicia cargada de ironía, con los aspectos más sociales del guión. Esa mezcla, en realidad, hace que el ritmo del álbum sea algo extraño, aunque no pierde eficacia porque ambos terrenos los explota francamente bien. Lo que resulta más difícil es hilarlos dentro de la misma historia, quizá el recurso más forzado de este relato. Jan, eso sí, vuelve a deleitar con sus dibujos sin que se note demasiado que su carga de trabajo ha aumentado en estos tiempos recientes y aprovechando las situaciones más caóticas y divertidas que le plantea Efepé, especialmente en el rocambolesco clímax, expresión definitiva de la sátira de ese desencuentro inexplicable entre grupos de superhéroes que tanto le gusta a las editoriales norteamericanas.
El Supregrupo contra los Demoledores puede sorprender porque el salto de un objetivo narrativo a otro es a veces algo brusco, pero hay tantos momentos divertidos que eso se puede acabar pasando por alto sin demasiado problema. Efepé juega con elementos muy simpáticos y tan distintos entre sí como la identidad secreta de Superlópez en la escena inicial de la playa o la crítica al urbanismo desbocado que focaliza en un personaje que recuerda sospechosamente al presidente de ACS y el Real Madrid, Florentino Pérez. Puede que la parodia a Superman, Batman y compañía sea algo más trillado, pero algunas de las versiones que aparecen aquí tienen bastante gracia, como muestra el chiste sobre el origen de Superlópez y Kriptoman, las feromonas de Macizorra actuando sobre el propio Superlópez o la Chica Maravillosa o el mismo aspecto de Bombilla Verde. La crítica, sutil a veces, más evidente en otros, acaba siendo lo más disfrutable de este tercer álbum del Supergrupo en esta nueva etapa, incluyendo entre lo primero el contundente retrato de los medios de comunicación y el periodismo actuales en España y entre lo segundo el feroz ataque que en realidad supone esta historia a los ya tópicos planes de Marvel y DC de agitar sus universos con grandes peleas entre héroes que pocas veces encuentran una argumentación narrativa adecuada.
A pesar de esa cierta irregularidad que se puede detectar en algunos momentos con el salto entre los diferentes temas que se abordan en el álbum, hay mucha diversión gracias a que Jan se mantiene en forma. Salvo la exagerada diferencia de tamaño entre Superlópez y Kriptoman que hay en la portada del álbum, que después resulta no ser tanta en las páginas interiores, no hay nada demasiado discutible. Jan sigue dibujando con mucho acierto a unos personajes que conoce perfectamente después de décadas a su lado, su dominio del slapstick es total y no es nada desdeñable su aportación paródica en esta entrega, tanto de la realidad social (con ese hotel que tanto se parece a uno que se convirtió en emblema de la depredación urbanística de las playas durante tantos años) como de los héroes de DC en los que se inspiran los Ligones Justicieros (de nuevo, procede destacar cómo Green Lantern se ha convertido en Bombilla Verde. El Supergrupo contra los demoledores tiene el único problema de que esos demoledores no son el centro de la historia, ni tampoco están presentes en el desarrollo de la historia. Intrigan al principio, dejan su sitio a la parodia de superhéroes y vuelven al final para un clímax muy divertido, previo a un epílogo que recupera a los Ligones Justicieros. Eso deja una sensación extraña dentro de la diversión, pero Superlópez y el Supergrupo siguen ahí, y eso es suficiente para disfrutar.
El volumen no tiene contenido extra.