‘En segundo plano’, de Josep Busquet y Pedro J. Colombo

Editorial: Diábolo.

Guión: Josep Busquet.

Dibujo: Pedro J. Colombo.

Páginas: 96.

Precio: 13,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Abril 2015.

Hay una sutileza admirable en En segundo plano ya desde su mismo título. Siendo una historia protagonizada por un fotógrafo, ¿qué es lo que queda en ese segundo plano? ¿Lo que hay en el fondo de cada una de sus fotos, como esa chica que aparece de forma casual en una de ellas? ¿Las historias que esconden los protagonistas anónimos de cada instantánea? ¿O incluso la misma vida del fotógrafo? Josep Busquet se mete en la piel de Raúl, un fotógrafo que se debate entre lo mucho que le gusta la profesión y los reductos en los que acaba sumergido un profesional de este terreno que no tiene la suerte de triunfar a lo grande. Es decir, en encargos de medio pelo o trabajando en una tienda de fotografía. Y la historia es, por tanto, un realista retrato sobre la vida, en el que la ilusión y la desilusión se van mezclando con una naturalidad fascinante. Pedro J. Colombo, ayudado en el color por Aintzane Landa, es un ilustrador perfecto para captar esas sensación, porque sus figuras se mueven en el adecuado término medio entre la caricatura y la realidad, sacando con brillantez las sensaciones que se esconden detrás de cada escena, de cada pensamiento y de cada personaje. Y en último término, no deja de ser un homenaje de Busquet a Bilbao, ciudad de sus colaboradores gráficos, pero no al Bilbao de las postales sino al de las tabernas, las calles y el fútbol, lo que añade un elemento más de interés a este espléndido tebeo.

Si hay algo elogiable en la bibliografía de Busquet es su camaleónica capacidad para moverse en ambientes no sólo diferentes entre sí sino a veces diametralmente opuestos. Habrá una coincidencia casi general en que es un autor que, además, domina la comedia con mucha facilidad, y comedia además de muchas tonalidades, desde el absurdo hasta la ironía. En segundo plano tiene ese humor, pero desde un corte muy realista que invita a la identificación absoluta del lector. ¿Quién no se ha visto en situaciones parecidas a las que vive Raúl, esperando señales de que la chica de sus sueños repara en su existencia? ¿Quién no ha visto como el trabajo de sus sueños existía sólo ahí, en esos sueños? Hasta el tono futbolero con Athletic y Real Sociedad como protagonistas se suma a los aciertos. A todo este retrato sobre la ilusión (y la desilusión), perfectamente descrito a través de su protagonista, Busquet añade artificios narrativos que funcionan de maravilla: la narración en off de Raúl que permite la inmediata identificación con él, dejar que las fotos hablen más que los textos cuando la escena lo requiere, comenzar con un precioso prólogo que mete perfectamente al lector en el escenario en que se desarrolla la historia y, sobre todo, unas páginas finales que, sin desvelar exactamente qué son para no arruinar la sorpresa, sí se puede decir que definen por completo este cómic y dan un sentido aún más profundo y brillante a su título.

Hay otro detalle que en los tebeos de Busquet suele ser irreprochable: la elección de su dibujante. Siempre acierta, en todos y cada uno de sus tebeos sabe entregar el guión adecuado al ilustrador perfecto, al que va a sacarle partido, al que entiende el tono y el fondo de la historia. Colombo es justo eso, la elección perfecta para En segundo plano. Divertido y amargo cuando debe serlo, firma unos dibujos que capturan sensaciones, lo que supone la expresión perfecta de lo que buscaba Busquet al dar poder narrativo a las fotografías que saca su protagonista. Entiende ese segundo plano de maravilla, como se ve en la foto que pone a Raúl sobre la pista de Nahia, pero sobre todo haciendo que cada instantánea tenga vida propia, que se llene de detalles para ojos atentos (desde el cameo del propio guionista del cómic o de otros personajes reales que se pueden reconocer o intuir, pasando por guiños al lector de cómic, como el paseo por Bilbao de uos X-Men de fiesta o de Escariano Avieso, mítico villano de Superlópez, perpetrando o no uno de sus planes). Los guiños visuales, además, dan el salto al color de Landa (esa camiseta que pasa del rojiblanco del Athletic al blanquiazul de la Real), y completan así una de esas lecturas terriblemente agradables y maravillosamente ejecutadas. Porque En segundo plano es una de esas historias de todos los días pero que parece tan fresca como si no la hubiéramos leído nunca.

El volumen no tiene contenido extra.