Guión: Ralf König.
Dibujo: Ralf König.
Páginas: 232.
Precio: 21,90 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Marzo 2015.
Se puede tener la tentación de decir que Ralf König, cuyo estilo es inconfundible tanto por las historias que cuenta como por su trazo como dibujante, no sorprende en Barry Kojonen. En el espacio nadie puede oírte gemir. Pero esta especie de continuación de Estación espacial Deseo (aquí, su reseña) que lleva al terreno sexual en su subtítulo aquel maravilloso eslogan publicitario que utilizó Alien. El octavo pasajero, sí que es una sorpresa. Es, como dice esa etiqueta de la portada, una historia de Konrad y Paul, pero al mismo tiempo no lo es, porque en realidad es una aventura de Barry Kojonen que el lector va recorriendo al mismo tiempo que los emblemáticos personajes de König. Ellos leen la novela de Paul para darle su opinión al mismo tiempo que a este lado de la viñeta vemos no sólo esa historia principal sino las reacciones de un público a veces predispuesto y a veces totalmente inadecuado a las ensoñaciones gays de ciencia ficción que tiene este singular escritor. El juego de metaficción funciona francamente bien porque König, a pesar de escribir sobre tipologías tan concretas, acaba tocando temas absolutamente universales. Y lo hace, además, jugando con las convenciones del género con la misma facilidad con la que retuerce la realidad. Su carácter explícito hace que no sea un tebeo para todo tipo de públicos, pero el que entre en el juego se divertirá mucho.
Si Estación espacial Deseo utilizaba la historia de ciencia ficción como forma de dar un divertido contexto a la realidad de la pareja homosexual que forman Konrad y Paul, dos tipos que no pueden ser más diferentes pero que al final se complementan a la perfección, en Barry Kojonen König le da la vuelta al planteamiento. Lo que cuenta es la historia de ciencia ficción, es Barry el protagonista esencial del tebeo. Pero como Barry no deja de ser un reflejo de Paul, y éste convierte a los personajes de su libro en trasuntos de la gente que le rodea en la vida diaria, la diversión está más que servida. König se ríe de todos los convencionalismos, de los del género y de los de la realidad gay y familiar. Son impagables los momentos en los que Konrad le va resaltando todos los parecidos que hay entre sus personajes y sus familiares y amigos, de largo las mejores escenas de Barry Kojonen porque son las más ingeniosas y las que permiten trazar un paralelismo con el juicio que cada lector puede ir haciendo sobre la desmadrada historia espacial de Paul. Porque, sí, sobre todo estamos ante una historia sexualmente desmadrada, la que crea un escritor gay y la que vive su sosias de ficción, Barry. Y en ese terreno del humor sexualmente explícito König se mueve como pez en el agua. Lo ha demostrado siempre, y lo demuestra también aquí, incluso con momentos tan brillantes como el del «efecto bosquejo».
Esa escena, con trazos inacabados voluntariamente, es la que le permite innovar también como dibujante. Cuando un ilustrador tiene un estilo tan marcado y tan personal que es justo lo que le hace triunfar entre un determinado sector del público, el peligro que se corre es que no haya grandes diferencias entre sus diferentes trabajos. Ese es el mayor peligro que afronta König. Por eso es tan importante esa escena, que saca al autor de la monotonía, que es en realidad lo que hace por sí mismo al optar por la ciencia ficción como centro de Barry Kojonen por encima de la cotidiana realidad de Konrad y Paul que ya había retratado con normalidad. Puede dibujar relaciones homosexuales, pero hacerlo con una imaginativa variante de los hombres peludos que tanto le gustan a Paul es lo que le permite acercarse a escenarios diferentes… sin dejar en realidad de dibujar lo que más le gusta. Por eso, Barry Kojonen es un tebeo que mantiene esa capacidad de sorpresa necesaria para esquivar la monotonía y al mismo tiempo sigue siendo puro König que satisfaga a sus lectores habituales. Y es que ¿quién aparte de König podría escribir un relato de erótico de ciencia ficción en la que haya hombres peludos con extraños genitales, naves espaciales con forma de fotocopiadora u ordenadores con una inteligencia artificial que echa de menos tener pene?
Männerschwarm Verlag publicó originalmente Barry Hoden. Im Weltall hört dich keiner grunzen en octubre de 2014. El volumen no tiene contenido extra.