CÓMIC PARA TODOS

‘Orlando y el juego 2. Círculo de hadas’, de Luis Durán

ORLANDOYELJUEGO2CUBIERTA-590x590Editorial: Diábolo.

Guión: Luis Durán.

Dibujo: Luis Durán.

Páginas: 250.

Precio: 23,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2015.

El primer volumen de Orlando y el juego, La sociedad y la niebla (aquí, su reseña) supuso un comienzo formidable de una saga de ciencia ficción reflexiva y profunda, filosófica incluso, que precisamente por esas mismas características dejaba en el aire muchas cosas. El segundo, Círculo de hadas, está todavía lejos de dar esas respuestas, incluso aumenta el número de preguntas que deja en el lector, pero manteniendo la sensación de que la lectura que se tiene entre manos merece todo tipo de elogios. La división en fractales, que no en capítulos, sirve para profundizar es el formidable escenario que plantea Luis Durán, uno de viajes en el tiempo, de escenarios cambiantes, de protagonistas múltiples y acciones que se van encadenando de forma sutil y guardando todavía sorpresas para el siguiente tramo del relato. Durán juega con el pasado, si acaso con el presente, para abordar el centro neurálgico de la historia sólo en el noveno y último fractal de este segundo volumen y en el interludio que supone el cuarto. Es difícil imaginar una forma mejor de mantener el suspense durante la lectura de este libro, tan desconcertante en algunos momentos como el primero (dicho eso como un gran elogio por situarse en las antípodas de lo previsible), y especialmente con el fabuloso final con el que se despide la obra hasta su tercer acto.

Es obvio desde el principio que hay un plan claro y nítido en el guión de Durán, pero al mismo tiempo es prácticamente imposible desentrañarlo. Por eso la lectura es tan intensa. Densa, por supuesto, porque el autor va dejando claves para que la atención no se disperse, pero sobre todo convenciendo a fuego lento. Cada uno de los pequeños relatos que va ofreciendo tienen una entidad que va de lo notable a lo sobresaliente, cada uno de ellos engancha por sí solo, pero comprender que forman parte de un todo mucho más grande los hace aún más fascinantes. Lo dice el título, lo insinúa la contraportada del libro (que habla de las reglas del juego de la oca), por lo que es inevitable sentirse en el interior de un juego, de normas todavía por descubrir y con objetivos que se van concretando poco a poco. Y es tan gozoso el continuo homenaje que despliega a la cultura popular en el segundo de los fractales (protagonizado por un niño que escribe en pinzas los nombres de sus personajes favoritos) como el acercamiento a escenarios medievales y, por supuesto, las pinceladas de ciencia ficción que se cuelan en la historia. Durán, además, maneja muy bien diferentes formas de narrar, con cartuchos de texto, con diálogos y con instantes mudos, y todo sin que la historia se detenga y sin que ninguno de sus personajes deje de fascinar.

Como ilustrador, Durán mantiene unas figuras a medio camino entre el expresionismo y el teatro de guiñoles, una mezcla que funciona a las mil maravillas. Si lo que propone Orlando y el juego es una amalgama de distintos universos que confluyen en uno solo. Su trazo hace que haya conexiones emocionales y narrativas entre un joven que dibuja un extraño símbolo en sus flechas, un niño que sueña con ir al circo, un bebé abandonado en la puerta de un convento o un esclavo negro que sueña con la libertad y con las hazañas de su padre. Duran hace que todos esos personajes no sólo tengan características gráficas similares, algo lógico puesto que salen de la misma pluma, sino que además encajen en la misma mitología que describe en el relato. Orlando y el juego es una lectura que compensa a todos los niveles porque engancha en el instante, en cada viñeta, en cada fractal, con cada personaje, pero que al mismo tiempo es una continua y cada vez más intensa promesa de un conjunto mucho más fascinante, producto de un trabajo espléndido de Durán. Quien lo quiera todo masticado seguramente no disfrutará del todo de la experiencia que propone esta serie, pero quien tenga tiempo para reflexiones y aceptar la propuesta verá que se trata de un espléndido tebeo que no para de crecer.

El volumen no tiene contenido extra.

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Esta entrada fue publicada en 11 mayo, 2015 por en Cómic, Diábolo, Luis Durán y etiquetada con , .

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