CÓMIC PARA TODOS

‘Natacha’ 2, de François Whaltéry

cubierta-tomo2.inddEditorial: Dolmen.

Guión: François Walthéry, Maurice Tillieux, Hao, Lemasque, Gos, Baert.

Dibujo: François Walthéry y Mittéi.

Páginas: 168.

Precio: 29,95 euros.

Presentación: Cartoné.

Publicación: Febrero 2015.

A veces lo obvio es lo mejor para entender los méritos de una obra. Natacha es un cómic protagonizado por una mujer. Obvio, ¿verdad? Pues ahí está su mérito. ¿Por qué? Muy sencillo. Porque lo que dibuja François Whaltéry, lo que dibujó en aquellos ya lejanos años 70 del siglo XX, es una mujer de carne y hueso. Y más que de carne y hueso, porque eso puede llevar a entender que lo único que ofrece es el estereotipo de la azafata rubia sexualmente atractiva para un público lector masculino, una mujer de carácter. Es obvio que las mujeres reales son así, pero el cómic no lo entendía en aquella época, precisamente porque asumía que la mayor parte de sus destinatarios eran chicos de diferentes edades y a demasiados autores no se les ocurría que las mujeres pudieran ser más que las novias del héroe o las damiselas en apuros. Natacha, como ya se vio en el primer volumen de esta formidable tomo de recopilatorios (aquí, su reseña), es una mujer y lo es con mayúsculas, con su sensibilidad, pero también con sus arranques, con su inteligencia, con su astucia y, sí, desde luego, con su sexualidad, aunque en estas aventuras eso se tenga que limitar a su aspecto físico y alguna que otra velada insinuación. Walthéry dio forma a esa mujer con su juguetón y bastante sensual trazo, pero también supo sacar partido a los guiones que le desarrollaban para construir un personaje modélico y, de muchas maneras, rompedor.

Esa es la base más fuerte de Natacha, y es sobre la que se construyen las exóticas, divertidas y emocionantes aventuras derivadas en su mayor parte de su oficio de azafata. Curiosamente, el mejor álbum que hay en este segundo libro, El decimotercer apóstol, escrito por Maurice Tillieux, es el que prescinde de su trabajo para colocarla en una expedición arqueológica (lo que, de alguna manera, convierte a Natacha, en pariente lejano de Lara Croft). También espléndido es Un trono para Natacha, de nuevo de Tillieux, que coloca a la bella protagonista como espía por el capricho de un rey africano que la quiere como guía y como futura esposa. Por no hablar del frenético ritmo que tiene Doble vuelo, coescrita por Walthéry con Hao para llevar a Natacha a una situación impensable en la que ella parece la villana de la historia. Este relato, más corto que los anteriores, demuestra junto con las otras tres aventuras cortas que hay en el libro que Natacha es un personaje aprovechable de formas muy diversas, en historias cortas y largas, con tonos más dramáticos y más divertidos, en comedias de acción e incluso en rocambolescas aproximaciones a la ciencia ficción (Natacha y la ciencia-fricción, con sus escasas dos páginas). Y lo que tiene de aventura y thriller no oculta las pretensiones casi feministas de su mensaje, que se ven en las situaciones más cotidianas y en los diálogos más inocentes en apariencia.

Es fascinante comprobar que hay tantas cosas por ver, leer y analizar en Natacha cuando es una serie que entra por los ojos con tanta facilidad. Walthéry es un dibujante excepcional, que esconde a un espléndido narrador detrás de un trazo en apariencia más juvenil. Tiene una enorme capacidad para dar movimiento a sus figuras, y un movimiento además realista, nada estilizado o fantasioso, lo cual también es una sorpresa viendo la extraordinaria forma en la que consigue que Natacha siempre sea un personaje que desborda belleza y sensualidad. Pero no hay más que ver la escena de las escaleras o el accidente de coche de Un trono para Natacha o la pelea final de El decimotercer apóstol como momento álgido de la enorme capacidad de Walthéry para dibujar confrontaciones físicas, escenas cargadas de movimiento y naturalidad, para comprobar ese talento del ilustrador. No es nada fácil en el mundo del cómic, desde luego no lo era hace tantas décadas, que una protagonista femenina se alzara por encima de su aspecto físico para convertirse en un personaje de este calibre. Y con el paso de los álbumes, lo que confirmaba es que, además, era un entretenimiento de primer nivel. Sólo puede calificarse de fascinante un tebeo de tan marcada importancia en su época que haya envejecido de una forma tan espléndida para que hoy en día siga siendo una lectura tan apetecible.

El volumen incluye Un trône pour Natacha, Double vol y Le treizième apôtre, publicados originalmente en Spirou y recopilados en álbumes de Dupuis en 1975, 1976 y 1978 respectivamente. El contenido extra lo forman las cubiertas originales, docenas de ilustraciones, textos explicativos sobre cada una de las historias incluidas y varios pin-ups de Whaltéry.

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Esta entrada fue publicada en 7 mayo, 2015 por en Baert, Cómic, Dolmen, Dupuis, François Whaltéry, Gos, Hao, Maurice Tillieux, Mittéi y etiquetada con , , .

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