Guión: Brian Azzarello.
Dibujo: Eduardo Risso.
Páginas: 240.
Precio: 19,95 euros.
Presentación: Rústica.
Publicación: Diciembre 2014.
Siempre partiendo de la base de que 100 balas es una historia noir postmoderna sencillamente fascinante, con miles de recovecos turbios y personajes impresionantes, los números que contiene este séptimo volumen tienen un problema. Son tremendamente necesarios para comprender la guerra de poder entre las diferentes familias que se esconde detrás de aquel primer ofrecimiento de un maletín con cien balas limpias con las que asesinar a la persona que ha arruinado una vida. Pero al mismo tiempo son algo farragosos, con mucha información de fondo y menos acción en el primer plano. Por eso, la serie está llegando a un punto en el que es muy necesario tener fresco y presente todo lo acontecido hasta ahora, las relaciones y los enfrentamientos entre los personajes, porque eso es lo que está cobrando importancia frente a los relatos episódicos que, en realidad, han sido hasta este punto lo mejor que ha dado 100 balas, insistiendo de nuevo en el formidable tono general de la serie. Y la prueba está en este mismo libro, en La caída, el episodio que protagoniza el agente Graves, muy enmarcado en esa lucha contra sus antiguos jefes que está sosteniendo y cuyo clímax aún no ha llegado pero que es el único que en realidad se puede leer de forma separada del resto. Ese episodio es más esencial a lo que es 100 balas que el lento desarrollo de la trama central. Siendo esta, de nuevo hay que decirlo, fantástica.
En la serie, Azzarello siempre ha jugado con el impacto a corto plazo, el de las historias cortas, y el plan a largo plazo. Eso segundo es lo que más se ve en este volumen. Las tramas relacionadas con el Trust y la lucha entre las familias siempre estuvieron ahí, pero cuanto más cerca está el final (que llegó, no podía ser de otra manera, en el número 100; en esta edición, por tanto, serán diez los tomos) más se nota esa predominancia. Y eso, de alguna manera, provoca que el ritmo sea algo más lento. Por supuesto, Azzarello se adentra en esa parte culminante de su idea pero siempre manteniendo ese impacto del momento, esa presencia de hombres duros y mujeres fatales, de ambientes sórdidos de clubes de striptease, bares sucios y peleas clandestinas, pero también de lujosas suites que esconden secretos de todo tipo. Pero en este punto lo estratégico prima más que lo puntual. Y eso implica una lectura más densa, con algo menos de ritmo, con mucha más información y con una atención al detalle y a cada personaje que obliga a no despistarse. Azzarello es también un maestro en la definición más contundente de los personajes, en ocasiones retratados con acciones más que con palabras, como evidencia sobre todo la escena de la tortura en Nuevos trucos, plenamente insertada en ese plan a largo plazo pero condensada en dos números.
Como en cada número de 100 balas, lo más turbio de los guiones de Azzarello encuentra un soberbio reflejo en el dibujo de Eduardo Risso. Es tan buen, tan carismático, tan propio de esta serie, que lo realmente difícil es encontrarle altibajos. El dominio maestro de las sombras, la forma en la que se cuelan los detalles, las miradas, los regueros de sangre y una elección casi irreprochable de cada punto de vista hacen que la serie seria espléndida a nivel gráfico. No es nada fácil mantener una regularidad tan sobresaliente en una serie que, con este volumen, culminaba prácticamente su sexto año de vida, y Risso no sólo lo hace sino que cada vez parece más cómodo. ¿Síntomas de agotamiento? Ninguno, y no hay más que ir revisando esa mencionada escena de la tortura para comprobar que los puntos esenciales que convirtieron a 100 balas en un referente del noir contemporáneo siguen ahí y en plenitud de condiciones. Incluso aunque Azzarello pueda complicar la lectura un poco más de lo que pueden estar acostumbrados los lectores de la serie, la magia sigue presente con cada página, con cada viñeta y con cada dibujo, con lo que resulta imposible despegarse de la historia. Es obvio que si 100 balas ha tenido relatos que se podían leer de forma independiente no están en este volumen, pero hay tanto que leer que casi da igual. Es otra fase de la serie, pero sigue siendo soberbia.
El volumen incluye los números 61 a 70 de 100 Bullets, publicados originalmente por DC a través de su sello Vertigo entre julio de 2005 y mayo de 2006. El único contenido extra son las cubiertas originales de Eduardo Risso.