Guión: Doug Moench.
Dibujo: Kelley Jones.
Páginas: 192.
Precio: 19,50 euros.
Presentación: Cartoné.
Publicación: Diciembre 2014.
Con La conexión Deadman continúa la serie de volúmenes de Grandes autores de Batman que recopila la etapa de Doug Moench y Kelley Jones en la serie central del Caballero Oscuro y que había comenzado con Fundido en negro (aquí, su reseña). Las claves siguen siendo las mismas: historias cortas, bien planteadas aunque con un excesivo toque de ingenuidad en los detalles y un estilo visual demoledor y personal, el de un Jones que sigue generando en estos números un festival de posturas exageradas, músculos imposibles y un uso de las sombras muy interesante, todo marcas indelebles de su trabajo, señas muy arraigadas en su Batman especialmente. Sin necesidad de rebatir la importancia que tuvieron ambos autores en el devenir de Batman en los años 90, a este segundo volumen de la serie se le pueden aplicar los mismos condicionantes que al primero, y casi todos ellos pasan por su aspecto. Disfrutar del dibujo de Jones supone disfrutar de esta etapa, porque Moench se supedita claramente a lo que su ilustrador puede conseguir. Así, los escenarios no son los típicos de Batman y hay giros y entornos mucho más fantásticos de lo habitual. Por eso no es casual que la historia en la que Deadman es coprotagonista sea una de las más notables de esta etapa, incluso aunque tenga lugar en un lugar tan improbable para Batman como Machu Picchu.
Lo que queda meridianamente claro en este volumen, aunque es algo claro desde el principio, es que Moench se mueve mucho más a gusto desarrollando una mitología propia que adaptándose a la ya existente alrededor de Batman. Por eso saca más partido de Deadman, de personajes de su cosecha como el Ogro y el Simio o del circo que inventa como escenario de un crimen que de Mr. Frío o Dos Caras, y por eso maneja mejor, dentro de las subtramas que se desarrollan al margen de las historias autoconclusivas, escenarios como el conflicto político en Gotham que el statu quo ya prestablecido de Gordon como comisario de policía. Moench, de hecho, es mucho más hábil creando el envoltorio que rodea a Batman que describiendo al propio Caballero Oscuro, haciendo de él más bien un elemento que reacciona a todo lo demás. Moench no busca explorar la psicología de Batman más que superficialmente (y, ojo, casi siempre con acierto en esa superficie), pero le gusta más profundizar en los casos que investiga que en su propia mente, lo que hace de Bruce Wayne una presencia poco utilizada en sus guiones. Por eso, siendo Batman más la excusa que el centro neurálgico, no es de extrañar que en sus historias haya largos momentos sin la presencia de Batman, tantos personajes relevantes o escenarios tan cambiantes.
Todo esto no implica un juicio negativo, ni mucho menos. Lo que indica es que Moench le pone en bandeja a Jones escenas para el lucimiento de su más que particular estilo, y eso es un aspecto positivo, de hecho definitorio del alcance que tuvo esta etapa en su momento. Moench y Jones se compenetran muy bien. El primero escribe para que el segundo imagine. Y puede gustar más o menos por ser poco clásico, pero sin duda es personal. Hay, eso sí, un enorme hallazgo en los números que forman parte de este volumen, y es el flashback en el que se ve a Hervey Dent junto a Gordon y Batman. Es de un gusto excelente, muy milleriano, ese Batman que imagina, menos corpulento, con los músculos mucho menos marcados y con una capucha con orejas mucho menos puntiagudas de las que pone en su inverosímil pero igualmente atractiva versión final. Pero, con todo, lo mejor de Jones es cuando accede al terreno más fantástico. Su Deadman, exagerado y radical, genera el efecto necesario para que el personaje sea lo que en realidad es, un hombre muerto, un fantasma. Con La conexión Deadman y el resto de historias de este volumen, Moench y Jones consolidan los puntos fuertes de su etapa en Batman. Puede que no todo el mundo les considere grandes autores del personaje como apunta la serie de la que forma parte este libro, pero que a día de hoy todavía se hable de esta etapa indica que sí lo son.
El volumen incluye los números 525, 527, 528, 530 a 532 y 535 de Batman, publicados originalmente por DC Comics entre diciembre de 1995 y octubre de 1996. El único contenido extra son las cubiertas originales de Kelley Jones.