Autores: Elena Merino y Salvador Larroca.
Páginas: 508.
Precio: 24,95 euros.
Presentación: Rústica con solapas.
Publicación: Diciembre 2014.
Hay dos maneras de sumergirse en el mundo perverso e insano que evoca En la piel del asesino, libro que sitúa perfectamente al lector en sus propósitos con su subtítulo, 30 confesiones imaginarias de criminales muy reales. Por un lado, leyendo los completos y muy documentados escritos de Elena Merino, que pasan por el relato biográfico, personal, psicológico, familiar y criminal de esa treintena de asesinos recopilados en este volumen, en realidad 31 a pesar de su título, Por otro, contemplando las aterradoras ilustraciones que ha realizado Salvador Larroca, las láminas que ilustran cada uno de los casos y que capturan la esencia de cada uno de estos asesinos de una forma a priori sencilla pero terriblemente descriptiva. Y como En la piel del asesino provoca una simbiosis casi perfecta entre una y otra lectura, se convierte en un libro muy completo para los estómagos capaces de soportar semejante colección de atrocidades como se reúne en sus poco más de 500 páginas. Merino ofrece declaraciones reales de estos criminales en la mayoría de los casos, un listado completo de sus asesinatos y una ficha con los nombres completos, las nacionalidades y las fechas, lugares y detalles del nacimiento y la muerte de cada uno de los monstruos. Larroca les retrata de forma realista de frente y de perfil, emulando las fichas policiales (que en algún caso sirven de referencia para estas ilustraciones), y de forma más artística para abrir cada uno de los capítulos.
Evidentemente, en un sitio como este el foco principal se pone en las maravillosas ilustraciones de Salvador Larroca, un autor conocido por sus trabajos para Marvel pero que demuestra aquí una versatilidad sensacional. Con sus dibujos, es increíblemente fácil adentrarse en este mundo de horror, entender la sensualidad cruel de la Perra de Belsen, el ansia asesina del Exorcista de Córdoba, la siniestra efigie del payaso asesino, la cruel tranquilidad del Vampiro de Sacramento, la violenta frialdad de la mirilla a través de la que mataba el Depredador de Alaska o el aura casi sobrenatural de la Vampira de Barcelona o la Condesa sangrienta. Y así, hasta 31 láminas en un blanco y negro contundente y poderoso que sólo se rompe con un maravilloso uso del rojo sangre, a veces sutil, a veces dominante pero siempre generando un desasosiego impresionante en el lector / espectador. Porque, en el fondo, Larroca satisface al voyeur curioso que todos llevamos dentro, al ser morboso que llega a sentir interés por estas figuras despreciables, por estos asesinos singular. Si el libro es una inmersión absoluta en sus cerebros, las ilustraciones que aparecen en cada capítulo suponen la asimilación más absoluta del horror de sus crímenes. Y eso es porque Larroca es muy, muy bueno en lo que hace y hace de En la piel del asesino un libro impresionante en sus textos, pero también para quienes sólo se deleiten con sus imágenes.
El volumen tiene una presentación de Manuel Berrocal, un prólogo de Manuel Carballal, una introducción de Elena Merino y una completísima bibliografía.